Mujeres que trabajan
Algunos de estos sustantivos tienen para el femenino formas específicas construidas con los sufijos -esa, -isa o -ina. Así encontramos al alcalde y la alcaldesa, al sacerdote y la sacerdotisa, y al héroe y la heroína. Hay incluso unos pocos que han generado un femenino en -a: jefas y jefes, caciques y cacicas, que también las hay.
Un grupo muy numeroso son los nombres que terminan en -ante o -ente: el/la comediante, el/la estudiante. Funcionan como comunes, con una sola forma, aunque en ciertos casos han extendido para el femenino una forma terminada en -a, que va siendo aceptada por el uso; cada día nos resultan menos extrañas las clientas, las marchantas o las presidentas.
Como ven, en la lengua suelen combinarse cuestiones gramaticales, históricas y también de uso y costumbre. Cada hablante debe decidir si el uso que quiere para su lengua es el apegado a la norma culta y prepararse para ponerlo en práctica. Lectura, lectura y más lectura. Créanme, nunca será suficiente.
Envíe sus comentarios y/o preguntas a la Academia Dominicana de la Lengua en esta dirección: consultas@academia.org.do
© 2011 María José Rincón
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