David contra Goliat
Dejando de lado las pasiones, las deportivas y las lingüísticas, analicemos el uso de esta palabra que ha viajado lo suyo. Estamos ante una preposición del latín que expresa, en esa lengua, la dirección del movimiento: versus orientem, ‘hacia oriente’ o versus insulam, ‘hacia la isla’. A mediados del siglo XX aproximadamente, una vez más por influjo anglicista, empieza a colarse en nuestro vocabulario cuando calcamos, innecesariamente, el uso que el inglés hace de ella como latinismo, originalmente muy utilizado en lenguaje jurídico.
¿Dónde quedaron nuestra expresiva preposición contra o la socorrida locución frente a? ¿Somos mejores hablantes o lo parecemos por recurrir a este anglicismo que les suena a muchos a intelectualidad? Desde luego que no. La confrontación entre dos contendientes (reales o figurados) debe expresarse con nuestros términos patrimoniales. Lo demás es esnobismo o, si lo prefieren, parejería. O si no, ¿qué opinarían de un cada vez más probable David versus Goliat o de Don Quijote versus los molinos de viento?
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