VETERANO – ASUMIR – FAMILIAR – *TESTAFERRATO

“. . .se ha convertido en el hombre más VETERANO que asciende a una altitud de. . .”

Desde tiempos inmemoriales se sabe que la persona que goza y disfruta de la condición de veterano es quien ha desempeñado durante largo tiempo cualquier profesión u oficio y está experimentado en un ejercicio. Por otra parte se llama así a quien en condición de militar prestó servicio durante largo tiempo.


Hace mucho tiempo también figuraba en los diccionarios de americanismos como propio de nuestra América la acepción siguiente con carácter festivo, “viejo, anciano”. Se mencionaba en esos diccionarios que ese vocablo, con ese valor, se usaba y aceptaba en Chile y México.

Con una acepción similar al americanismo anotado para los dos países del párrafo anterior lo asienta la Academia, pero lo refiere como de uso en Argentina, “dicho de una persona: de edad madura”. De nuevo la autoridad en su diccionario acota que es de carácter festivo el calificativo.

El meollo del asunto es que en la actualidad ninguna persona de edad madura quiere que se le califique de “anciano”. Esto así porque por la ancianidad se entiende que la persona no es capaz de valerse por sí misma, o, que está disminuida en sus facultades. Cuando a alguien se le llama “viejo” se corre el riesgo de ofenderlo. El tema es espinoso. Ya nadie quiere arriesgarse a usar uno de los dos calificativos mencionados, y en consecuencia, recurren a “veterano” para dar una idea acerca de la condición de una persona de 70 años de edad.

El redactor pudo sortear el escollo escribiendo que era el “hombre de más edad” que alcanzaba esa altitud. Otra forma para evitar caer en la trampa de utilizar una de las palabras prohibidas por el estilo actual de redacción, era escribir que era “el primer septuagenario que ascendía a la altitud de. . .”

ASUMIR 

“Por eso sabemos que no podemos llegar allí con un plan predeterminado ASUMIENDO que va a funcionar. . .”

Este verbo ha invadido todos los rincones del español. La penetración es tal que hasta personas que no hablan con frecuencia el inglés caen en el error y lo emplean con un valor que no posee en nuestra lengua. Ese significado sí existe en inglés en el verbo parecido al nuestro, to assume.

Los dos verbos comparten el significado de “hacerse cargo, responsabilizarse de algo, aceptarlo”. En estos casos, en ambas lenguas se trata de puestos, responsabilidades, funciones, cargos. En otros casos puede recurrirse a una expresión como en el caso de “hacerse cargo” del mando de algo, o “tomar control” de la dirección de un negocio, por ejemplo.

En la mayoría de los casos, cuando en inglés se emplea el verbo antes mencionado, si se trata de una situación que se evalúa, pondera o considera, se traducirá por “suponer, presuponer, deducir”. Si se hace de este modo en el caso del texto comentado, terminaría de esta manera, “. . .llegar allí con un plan predeterminado suponiendo que va a funcionar”.

Como las significaciones del verbo del inglés, al llevarlo al español no tienen más límite que la imaginación de quien traduce o adapta, puede también usarse en muchos casos, para traducir el verbo inglés, “tener conciencia, admitir”.

Si lo que se desea es variedad, en el caso del texto, existe una fórmula más larga, “en el supuesto de que”, para no repetir “suponiendo”. Hasta “sospechar” puede utilizarse para no cansar con los mismos términos una y otra vez. En la hipótesis en que se sospecha o piensa que el sujeto hizo algo, por ejemplo, “Imagino que usted dimitió por eso”.

Aparte de los equivalentes que se mencionan más arriba, el verbo del inglés posee otras significaciones en español que sería prolijo enumerar.

Los errores con respecto a este verbo no son privativos del español, pues en francés existen también. El verbo del inglés con el sentido de suponer debe trasladarse al francés como supposer.

FAMILIAR

“. . .donde los peatones elegirán pasear por calles arboladas, disfrutar de cafés al aire libre, o comer en restaurantes  FAMILIARES como TGI Friday´s y Olive Garden. . .”

De nuevo se incurre aquí en una ligereza al escribir en español. Se llevó al español la misma palabra del inglés, sin pensar que en las dos lenguas el término “familiar” no siempre significa lo mismo.

En la lengua española cuando una empresa es “familiar” se entiende que es propiedad de una familia, que la administración o gestión de los negocios de la compañía está en manos de los miembros de la familia.

En inglés cuando se menciona que un restaurante es, family restaurant, lo que se destaca es que está diseñado para satisfacer las necesidades de adultos y niños, de grandes y chicos.

Además de esta diferencia, hay otras más con respecto a este vocablo que es común a ambas lenguas. No viene al caso subrayar ahora los otros falsos cognados porque puede oscurecer el mensaje principal que se desprende del texto criticado.

Según el caso, para expresar de modo correcto lo que en inglés expresan con family restaurant, se puede escribir “restaurante de ambiente familiar”, o bien, “restaurante para grandes y chicos”. Más aún, “restaurante para la familia” transmite la idea. Por alguna razón debe andar en el subconsciente que se ha escuchado alguna vez un anuncio que decía que tal restaurante era “para toda la familia”.

*TESTAFERRATO 

“En un esfuerzo por cerrar el paso al fenómeno del TESTAFERRATO –intermediación de una tercera persona en nombre del beneficiario real- la ley también obliga. . .”

Este vocablo suena tan áspero, que casi parece una  palabra descompuesta. Es una pena que en la lengua nuestra no haya una palabra que sirva para mencionar el fenómeno que el periodista bautizó con el nombre de *testaferrato.

El engaño que se opera con el uso de un testaferro se conoce también con el nombre de uso de “persona interpósita”. Como se deduce del vocablo interpósito, lo que se hace es que se coloca (interpone) una persona entre los reales contratantes.

El testaferro es la persona que presta su nombre en un contrato, transacción o negocio que de hecho es de otra persona.

De la forma en que lo hizo el redactor, cualquier hijo de vecino puede acuñar un vocablo para definir el hecho, entonces caben aquí *testaferranía, *testafensión, etc. Es precisamente para evitar estos disparates que se reconoce la autoridad de las respectivas Academias de la Lengua en los diferentes países, y en última instancia la sanción de la autoridad madrileña de la lengua.

El poder de crear se le reconoce a todo el pueblo, es decir, a la gran masa de hablantes; pero la capacidad de aceptar y acuñar los términos nuevos es una tarea delicada que solo se le reconoce a los estudiosos y observadores de la lengua.

Se supone que los integrantes de esas famosas Academias de la Lengua son los más idóneos para calificar y sancionar los nuevos vocablos. Dejemos que sean ellos quienes acarreen este fardo y cosechen los laureles si los hubiere.

PERMEADO 

“. . .se encontraba PERMEADO de una atmósfera emotiva, si las hay, que iría. . .”

Este texto hay que leerlo a la luz de la edición de 2001 del diccionario de los académicos. Lo que se desea explicar es que el verbo “permear” no aparecía en el catálogo de palabras reconocidas por la Real Academia. Ya la edición del 2001 recoge el verbo.

Con anterioridad a la edición de 2001 lo que constaba en el diccionario autorizado era “permeabilidad, permeable”. Para expresar lo que el redactor de la reseña consigna había que recurrir a otros verbos, tales como “embeber, sobrecoger, penetrar, henchir, traspasar”.

Con el reconocimiento del verbo la Academia puso fin a muchos años de renuencia. Lo que consta en el diccionario hoy para el verbo se refiere a los líquidos que penetran o traspasan un cuerpo. La Academia, además hace extensivo el verbo a las ideas y doctrinas. Reconoce la Junta madrileña de la lengua que las ideas y doctrinas permean (penetran) a las personas y hasta a los grupos sociales.

TELA METÁLICA 

“Rebordado en piedras y canutillos, confeccionado en TELAS METÁLICAS o adornado con lentejuelas en forma de brillantes escamas. . . “

Hay que presumir que el “rebordado” al que se refiere el texto es a la confección del reborde, porque ese verbo no aparece en los diccionarios.

Lo más interesante en la cita recogida aquí es lo de la “tela metálica”. Hasta que se demuestre lo contrario, la tela metálica era el tejido hecho con alambre.

En un texto como el comentado, cuando se refiere a modas habría que inferir que este “metálica” tiene que ver con los colores y que por una de esas elipsis, dejaron varios elementos fuera de la redacción y terminó de la forma en que se le encontró.

Los colores metálicos, hay que entender, son aquellos en los cuales las cualidades del color imitan o son propios de los que adquieren éstos cuando se aplican sobre metales o sobre superficies de este material. Con la ayuda de la tecnología, en la actualidad se puede imitar el brillo, la capacidad de reflejo, la luminosidad y muchas otras de las cualidades que antes eran propias de los colores aplicados sobre metales.

Si uno se lleva de este tipo de calificativo para los colores habrá que aceptar también que existen colores que son “eléctricos”, así como el famoso “azul bolita”, y otros más que no aparecen registrados en ningún manual de colores.

La gama de los colores se ha ampliado tanto con la infinidad de colores artificiales que se pueden crear con ayuda de las computadoras, que seguirle el paso a la terminología es una tarea casi imposible.

La ciencia y la moda han llegado a extremos tales que ya hay diseñadores que usan telas hechas con metales para confeccionar sus trajes. Así que no hay otra alternativa más que aceptar el uso y respetarlo.

Pasará un tiempo, pero llegará el día en que las autoridades de la lengua española y las terminologías científicas modernas se darán la mano.

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