*AGRICULTURAL – CANASTA – ACENTO

“Brasil tiene divergencias con Washington en la política comercial, especialmente antidumping y subsidios AGRICULTURALES, en cuanto a su deseo de tener un asiento. . .”
En ocasiones uno quiere comenzar una sección con un poco de humor, como con este texto. Quizás lo que deseaba el columnista era transmitir la idea de agrícola y cultura, para producir un combinado agri-cultural. Es una pena que no fuera así.

El columnista es de origen mexicano. Consecuente con ese dato se procedió a revisar los diccionarios de mexicanismos y del español mexicano para determinar si esta voz corresponde a algún uso en ese gran país. La búsqueda resultó infructuosa en cuanto a respuesta. No se localizó nada que pudiera arrojar luz acerca de este uso.

Como opción alternativa se procedió a consultar el diccionario del inglés americano. Allí sí se encontró la respuesta esperada, porque en inglés “agricultural” es “relacionado con, usado en, o que se ocupa de la agricultura”.

En español la traducción aceptada para la voz del inglés es “agrícola”. En el texto el columnista pudo escribir “subvención agrícola” además del subsidio que escribió. En algunos casos específicos el uso ha introducido otras palabras en español para actividades que se producen en las dos culturas, la anglosajona y la hispanoamericana.

En algunos casos la voz del inglés hay que trasladarla al español con ayuda de otros vocablos para que responda mejor a las necesidades de la comunicación.

A veces es de mejor gusto utilizar “agrario, de la agricultura, de la labranza” para ponerse al día con el concepto de lo expresado en inglés. El profesional de la agricultura que alcanza el grado de ingeniero en ese ramo del saber en español se llama ingeniero agrónomo, aunque el inglés no sugiera esa traducción.

CANASTA

La palabra canasta tiene los significados que son reconocidos por el común de los hablantes de español. Es una cesta diría un hispanohablante culto.

Una de las características del objeto canasta es que se confecciona de diferentes materiales, dependiendo de lo que haya al alcance de la mano de quien la fabrica. En algunos países piensan que la canasta para ser tal tiene que ser hecha de mimbres.

Las canastas de los campesinos dominicanos pueden ser elaboradas de los más diversos materiales. Algunas de ellas incluyen una combinación de materiales. En casos como este la flexibilidad de unos y la rigidez de otros le permite al campesino rústico confeccionar una canasta que se ajustará a los usos que le destina en su medio ambiente.

Como es de esperarse, aquí no se trata del modo de cómo elaboran los campesinos o los artesanos dominicanos las canastas. En realidad se tiene la intención de recordar un uso muy dominicano de la palabra “canasta” que muchos han olvidado.

En los medios rurales una canasta era una trampa. “Poner una canasta” era preparar una trampa. Para una persona que conozca el campo dominicano no resulta difícil imaginar como los habitantes de las zonas rurales preparaban esas canastas para atrapar animales.

La trampa a la que se alude en esta sección es a la que sirve para cazar. Por extensión, como se mencionó más arriba, se utiliza el vocablo canasta para referirse a una acción encaminada a hacer que la persona “caiga en la canasta”.

Se recuerda con toda precisión que se la escuchó de boca de un abogado en Samaná. En su origen el vocablo canasta era un medio rudimentario para atrapar animales dañinos de menor tamaño que merodeaban de noche.

Como dato curioso se puede referir que en el español de Argentina, la canasta es la prisión. Este significado es una constante en ese país. Algunos autores consideraron el fenómeno como propio del lunfardo, pero según parece ha salido de ese ámbito.

Todos los autores están contestes sobre este significado, entre otros, “Jergas, argot y modismos” de Vales y Bermejo, 2001. Teruggi en “Voces lunfardas y rioplatenses”, 1998. “Léxico argentino-español-francés” de Verdoye y Colla, 1992. “Diccionario de voces lunfardas y vulgares” de Casullo, 1986.

ACENTO

“. . .la iluminación de los instrumentos parece la de un auto mucho más lujoso y los ACENTOS cromados reflejan muy buen gusto.”

Por desventura no hay nada en las definiciones vertidas por la Academia acerca de la palabra acento que pudiera servir para ayudar a este uso señalado en el texto.

El concepto del acento español ha ido evolucionando con la vida moderna. Como siempre el español camina a la zaga del inglés. La estructura y el manejo de las dos lenguas difieren en muchos aspectos.

Los hispanohablantes cuentan con una lengua menos abierta a las creaciones semánticas. En español el camino que ha de recorrer un término para lograr su incorporación en el diccionario de la RAE es más largo que el que recorre una voz inglesa para que se la acepte como legítima.

Por lo general el uso nace del pueblo. Lo recoge el uso culto. Lo plasma en la lengua escrita. La nota la autoridad del país de origen. La sugiere la Academia correspondiente de ese país para su inclusión en el libro mayor de palabras de la lengua común. La justifica con sus argumentos. Por último, la conferencia de academias decide acerca de la integración. Con posterioridad a esto aparece en el DRAE.

El acento usado del modo en que aparece en la cita todavía no ha encontrado padrino. No lo han bendecido con la unción académica.

No es menos cierto que algunas de las cualidades del vocablo acento hacen pensar que podría emprenderse alguna acción encaminada a lograr que se le admita con ese significado en la lengua española.

El verbo acentuar tiene su sitio bien ganado en la lista de palabras del español. Entre otros significados está el de “resaltar”. Éste se asemeja bastante con lo que significa el “to accent” como verbo en inglés cuando se entiende que significa “dar prominencia” a algo. Esto guarda relación con el destacar de la sinonimia relativa del verbo “resaltar” que se destacó más arriba.

Vale la pena el ejercicio de revisar cómo los anglófonos interpretan el acento que sobresale en el texto comentado. En la parte que guarda relación con el tema, el Merriam-Webster´s Collegiate Dictionary reza así: “un detalle o área resaltados, especialmente un pequeño detalle en contraste que resalta con lo circundante”.

Como puede observarse con la comparación de los conceptos en las dos lenguas ya falta poco para que el “acento inglés” se deslice sin esfuerzo en el uso corrientemente tolerado de la lengua española.

PRINGA

Hay una pringa conocida por la autoridad de la lengua que procede de otros países de la América morena. El diccionario oficial de la lengua reconoce que en El Salvador y Honduras esa pringa es una “gota”, es decir, una partícula de cualquier líquido.

En la República Dominicana esta pringa reviste rasgos particulares que la hacen única en su género. Se la considera aquí como un dominicanismo. La pringa dominicana no es solo líquida, es más, casi siempre es en polvo o es de materia desmenuzada, machacada.

No es posible cuantificar el uso actual del nombre “pringa”, sin embargo, es un hecho que no admite prueba en contrario que esa voz existió en el español dominicano.

Investigadores dominicanos empeñados en desentrañar los términos propios del idioma dominicano por alguna razón desconocida han omitido consignar la palabra del título.

Estudiosos que han dedicado su tiempo al examen del idioma dominicano registran otras palabras parecidas a la que se examina aquí. Esos términos son “pringue” y “pringuito”. El primer vocablo ya figura en el diccionario académico con la significación que asienta Deive en el “Diccionario de dominicanismos”.

“Pringuito”, que también aparece en el diccionario de Deive, como él lo señala, es un diminutivo de pringue. El sinónimo que le asigna el recopilador a esa voz es muy acertado: pizca.

Una pringa en el vocabulario de las cocinas dominicanas era una “pizca”, que es lo que Deive afirma que es el pringuito.

Esa pizca es la cantidad que cabe entre los dedos pulgar e índice, es una cantidad ínfima. En materia de especias y sazones esa pequeñísima cantidad, aunque parezca mentira, puede cambiar el sabor de un plato cocinado.

De la misma familia del pringa dominicano existe un verbo, “pringarse” que era (o es) hincarse, herirse con algo punzante en un solo punto de la anatomía humana.

Las dos nociones guardan relación. Esto se explica de inmediato. La pringa es la cantidad que los dos dedos opuestos pueden contener. La cantidad la determina el tacto de la punta de la yema de los dedos. El pringarse es la sensación que produce cuando se punza una parte del cuerpo que produce una sensación aguda de dolor.

Ahora bien, la diferencia fonética entre pringue y pringa es mínima. La pringa dominicana puede ser una deformación del pringue. Otro modo de interpretar esto es sugerir que en una parte del país se designaba con una palabra y en otra(s) con el otro vocablo.

ESTATIZAR – ESTATALIZAR

“A pesar de sus arengas contra el ESTATALISMO y la sustitución de importaciones, aquellos políticos seguían siendo populistas en la malversación demagógica y el saqueo administrativo.”

Entre estos dos verbos la distancia se mide en miles de kilómetros. Esta diferencia nace de que el primero de los dos verbos es de uso en América y el segundo lo utilizan en España.

El primero de los dos, estatizar, es de uso en países con poblaciones que se miden en los cientos de millones de habitantes, al tiempo que el segundo verbo, estatalizar no lo utilizan más de cuarenta millones.

El significado de los dos verbos es el mismo, “hacer que algo pase a estar bajo el control o la administración del estado”, así lo define el “Diccionario panhispánico de dudas”, publicado por la Asociación de Academias de la Lengua Española, 2005.

Se presume que estatizar está influido por el francés “étatiser”. Estatalizar deriva del adjetivo estatal. Es de uso menos frecuente, pero correcto también el verbo “estatificar”. Este es menos recomendable por lo escaso de su uso.

Correspondientes con estos verbos existen los sustantivos “estatización, estatalización, estatificación”. Cada uno de ellos guarda relación con los verbos analizados en esta sección.

La norma la imponen los hablantes. La norma se desprende de las cantidades y la frecuencia en el uso. De allí puede sacarse la conclusión sin necesidad de mencionarla por su nombre.

SERVIDORES

“. . .debe ofrecer mejor documentación sobre sus programas de computación a sus competidores para lograr la interoperatividad con las computadoras personales y los SERVIDORES que utilizan el sistema operativo. . .”

Este “operativo” ha producido dolores de cabeza en otros campos. Aquí como se deduce del contexto el vocablo se sitúa en el campo de las computadoras. Pero esa es harina de otro costal.

Hasta la vigésima segunda edición del Diccionario de la Academia para servidor no aparecía una acepción que se ajustara al ámbito de la informática.

La noticia es de regocijo. Entre los avances de la vigésima tercera edición consta una acepción para “servidor” que delimita la significación del término en español.

Aparecerá más o menos del modo siguiente: “unidad informática que proporciona diversos servicios a computadoras conectadas con ella a través de una red”.

Con esta acepción se hace oficial el concepto que se tenía de la palabra de corte técnico. Las dudas y las vacilaciones quedan despejadas. La Academia se pone al día una vez más. Eso es motivo de regocijo: celebremos.

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *