DESCOLLAR – *PASTISERIE – DANTESCO – *ELITESCO
Para comenzar, se copió la frase tal y como apareció en el periódico, con la cursiva y todo. Hay que anotar que el vocablo “chef” hace rato que pertenece a la lengua mundial y así la recoge el diccionario oficial de la lengua española.
El punto principal de esta sección es referente al verbo “descollar”. Es una vergüenza que algún periodista no sepa conjugar este verbo. Imagínense que alguna vez encuentren un profesional, digamos de la carpintería, que no sabe utilizar sus herramientas. Esto es lo que sucede cuando el lector pasea su vista sobre una “perla” como la que se destaca en el texto. Se trata de un periodista que no conoce su herramienta básica, que es la lengua. La conjugación de los verbos, ya sean estos regulares o irregulares debe dominarse al final de los estudios secundarios.
Los periodistas reciben instrucción especializada para que no fallen en la conjugación de los verbos. Aquí además de ignorancia de la conjugación de un verbo irregular, se nota que quien escribe ni siquiera es conciente de sus propias limitaciones. Si las conociera lo primero que habría hecho sería evitar la conjugación del verbo, el uso de éste, y en su lugar habría usado otro que conociera cabalmente, esto demuestra ignorancia doble, que es la más peligrosa.
No hace falta abundar más. Apúntese que el verbo se conjuga como el verbo “acordar”, por lo tanto debió ser “. . . que descuellan preparando platos franceses. . .”
El verbo generalmente se le emplea acompañado de “entre, sobre”, pues para eso sirve, para destacar algo o alguien entre otros. Hay que matizar un poco los conceptos vertidos en los párrafos precedentes. Existe una tendencia semiculta a conjugar el verbo como verbo regular. Que Dios nos ampare de estos barnizados de cultura.
*PASTISERIE
“. . .una típica PASTISERIE de acento francés cuyo menú está compuesto de ensaladas. . .”
Precisamente, lo que le faltó entre otras cosas fue el “acento”, sí, el acento francés y otras cosas más, para que la palabra saliera ortografiada en francés. Hay que repetir lo que ya se ha escrito en otras partes con relación al uso de términos de lenguas extranjeras. Sólo deben usarse cuando se carezca de una buena traducción del mismo, o cuando es de uso tan generalizado que es de conocimiento común.
De todos modos, cuando se recurra a lenguas extranjeras hay que escribir la palabra con arreglo a la ortografía de esa lengua, aunque haga falta para ello recurrir a un diccionario de esa lengua. Los angloamericanos son las personas más dadas a cambiar vocablos extranjeros aceptados en su lengua. Algunas veces le varían la pronunciación, aunque conserven la grafía original. En otros casos modifican la forma de escribirlo para conservar la pronunciación del término de acuerdo con el código fonético propio de la lengua inglesa.
En español casi siempre se conserva la grafía original, aunque eso dificulte la pronunciación. Cada cual la pronunciará de acuerdo con sus conocimientos, hasta llegar a aquellos que con toda gala de afectación la harán ininteligibles para el común de los mortales.
En francés se escribe pâtisserie, lo del acento en forma de sombrerito (circunflejo), le viene por razones históricas. Llegados a este punto puede plantearse la pregunta siguiente, ¿qué necesidad hay de usar este vocablo? Sobre todo cuando en español existen otros tan buenos y precisos.
La pastelería es el “local donde se hacen pasteles, pastas u otros dulces”. También designa la tienda donde se venden estos artículos. Además de ese vocablo existen en español las “dulcerías, confiterías y reposterías”, que son la misma cosa, con la excepción de que en algunos países una denominación u otra se favorece para ciertas especialidades.
En la reseña de la cual se copió la lindeza de la “pastiserie”, también lanzaron un buscapié sin la primera parte, es decir, utilizaron le palabra inglesa “pie” como si no tuviésemos en nuestra lengua el pastel. Hay que rogarle a los dulces santos para que extiendan su manto protector sobre nosotros y nos protejan de tantas injurias contra la lengua española.
DANTESCO
“. . .para robarle el bambinazo a Bonds de un salto DANTESCO, capturando la bola con la mano enguantada sobre la pared. . .”
No cabe duda que esta fue una hazaña. Vale la pena también que se mencione la actitud del jugador de béisbol que resultó perjudicado con la atrapada “espectacular”. Al pasar junto al jugador, el bateador tuvo un ademán de reconocimiento y no de enojo.
Si se regresa al texto hay que deslindar el campo de acción de lo “dantesco”. Además de significar lo que es relativo a Dante o a su obra, en el caso de una escena o de una situación, equivale a lo que “causa espanto”. La proeza del jugador lo que causó fue “admiración” y no espanto. Las escenas dantescas son las de gran contenido de miedo, o espanto.
Es un hecho típico en materia de semántica. Cada vez que alguien intenta impresionar a los demás con el uso del léxico que no domina bien, se expone a caer en el ridículo. Eso sucedió aquí. Un comentarista de deportes no es una persona de quien se espera que haya leído a Dante para saber como son las escenas que describe el gran escritor italiano. Muchas veces es de prudentes permanecer rodeado de palabras familiares, porque eso además de asegurarle al periodista que no se equivoca, le permite que se le comprenda con facilidad. No debe olvidarse el viejo refrán, “zapatero, a tus zapatos”.
*ELITESCO
“Tendremos pues, un gobierno paralelo, pequeño, designado A dedo, ELITESCO y económicamente poderoso. . .”
El vocablo que se encuentra en el origen del derivado que se enfrenta en este texto es la palabra “elite”, que no hace mucho tiempo se incorporó al diccionario oficial de la lengua española. No “hace mucho” significa menos de cincuenta años.
Si se toma en consideración la aceptación reciente del vocablo procedente del francés, es poco probable que se haya adoptado derivado alguno del vocablo original. De la misma forma que se lee en esta ocasión este vocablo criticado “*elitesco”, se menciona que el término que se escucha y se lee con frecuencia para expresar lo que pretendió el periodista en esta ocasión es “elitista”, que es aceptado por el uso.
Vale la pena repetir que la palabra elite equivale a “minoría selecta”, por lo tanto quien es elitista es o bien la sociedad o la persona que pretende sólo rodearse de minorías escogidas. La única forma de aceptar en un futuro el término del título sería en un sentido despectivo o peyorativo, para referirse con él a las personas o sociedades que se componen de personas que se precian de pertenecer a un grupo minoritario muy reducido, y que piensan que pertenecen a “los mejores”.
Antes de dar por terminado el asunto correspondiente a esta sección, vale la pena dejar bien claro que no se designa A dedo, sino CON el dedo. La preposición A es válida cuando lo que sigue al verbo señalar es el objeto o sujeto que se señale y no el medio que se usa para ello.
CEÑIRSE A – CEÑIRSE *DE
“. . .los jueces se ciñeron EN dirimir la legalidad del impuesto, señaló. . .”
A muchos de los lectores les extrañará que todavía en el siglo XXI haya quien no sepa cuál es la preposición que debe acompañar al verbo ceñir. Si esto sucede aún, es porque esa persona no lee suficiente, y si lo hace, no frecuenta los autores famosos, aunque sea dicho que no hay que ser famoso para saber que la preposición que conviene al verbo ceñir(se), es A.
Es oportuno que se recuerde qué significa el verbo, “amoldarse, concretarse a una ocupación, trabajo o asunto”, que es la acepción con la cual se le usó en el texto. “Basta y sobra” que se piense cuáles son los verbos sinónimos del estudiado en esta sección, amoldarse, concretarse, ajustarse, circunscribirse, limitarse, y atenerse. Todos los sinónimos transcritos también se acompañan con la misma preposición antes mencionada, A.
BORDE
“Según la trate, esta planta, de la familia de las acantáceas, puede servirle como BORDE, como planta de base. . .”
Llama la atención la forma en que este articulista usa el término del epígrafe. No es la primera vez que se le encuentra empleado de este modo. Vale la pena que se le someta a examen para aclarar el asunto, y para determinar el motivo por el cual algunos escribientes se equivocan en la utilización de la palabra.
Como en tantas ocasiones anteriores se impone primero el recurso al diccionario autorizado de la lengua para dejar bien claro lo que “borde” significa. Es el “extremo u orilla de algo”. No queda claro como es que una planta puede servir como extremo u orilla.
Las demás acepciones no vale la pena que se las mencione porque no guardan relación alguna con el asunto que se trata, por ejemplo, el borde es también la “orilla o labio alrededor de la boca” en una vasija.
Ahora, a buscar el origen del entuerto. Parece que el escritor se inspiró en alguna fuente escrita del idioma inglés. En esa lengua un “border” es un “lecho angosto de suelo plantado al costado de la orilla de un jardín o de un sendero.” Este tipo de errores se hace más frecuente en la medida en que el redactor se hace más audaz en sus traducciones mal digeridas.
En casos como este no es mucho lo que se puede hacer para tratar de detener el desenfreno en el mal uso y abuso que hacen de vocablos extranjeros. Se puede pedir a los redactores que sean prudentes. Que no se despachen de sus artículos semanales a la carrera, que mediten sus artículos para que sirvan como modelo de corrección para sus lectores.
NUTRICIONISTA
“Son médicos, enfermeras, técnicos, NUTRICIONISTAS, estudiantes, maestros y. . .”
El vocablo “nutricionista” acaba de hacer su entrada en el Lexicón mayor de la lengua en el año 2001, en la vigésima segunda edición del Diccionario de la Academia. Antes de ese año no había logrado su integración en la familia de términos reconocidos por la Autoridad mayor de la lengua.
En el año 1992, en la edición correspondiente a ese año del Diccionario de la Academia, la palabra que más se le acerca al concepto es “dietista”, que se define como “médico especialista en dietética”.
La misma gracia se repite con la definición del “nutricionista” una vez que la Academia incluye el concepto en el Diccionario. ¿Qué cuál es la gracia? Lo gracioso está en que a las dos nociones en su definición se le entiende como “médico”. Como es natural esto invalida a todas las demás personas que ejercen ese trabajo, pero que nunca cursaron la carrera de medicina.
No está de más desear que en la próxima edición del Catálogo general de la lengua se liberalice un poco la definición, para que no se comprenda dentro del concepto solo a las personas que son médicos, sino a la “persona especialista en nutrición.” Los nutricionistas necesariamente no son médicos graduados, son expertos en materia de nutrición y cada vez más auxilian con su concurso a los enfermos en diferentes momentos de sus tratamientos.
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