¿El presidento y la presidenta?
Por Rafael Tobías Rodríguez Molina
A muchas personas les asaltan variadas inquietudes en relación con asuntos referentes a su idioma español. Una de esas cuestiones que les inquietan tiene que ver con el género de algunas palabras de nuestro lengua, especialmente tratando de buscar una “marca” para expresar el género femenino, afanados ansiosamente en conseguir para las mujeres un nivel de igualdad entre el hombre y la mujer en cuestiones del idioma. Y a los que tenemos cierta competencia en asuntos lingüísticos nos llueven las preguntas a cada momento en relación con ese asunto. Y entre las tantas preguntas que se nos hacen está la de si se dice la presidente o la presidenta. Y leyendo un editorial de DIARIO LIBRE, que con tanto acierto toca el tema, se me abrió el apetito de tomar partida ante esta temática que a mucha gente inquieta. De ahí que quise abordar el tan llevado y traído tema que propugna por el trato igualitario para la mujer en asuntos de la lengua que, según ellos, privilegia al hombre frente a la mujer. Veamos lo que expresa el referido editorial en uno de sus párrafos: “Conozco todo tipo de personas cansadas del amigos y amigas, ciudadanos y ciudadanas, alumnos y alumnas porque saben que es un cliché y que las lenguas evolucionan espontáneamente hacia la economía y no hacia la complicación forzada.” (DIARIO LIBRE, 15 de octubre de 2018).
Me centraré, para ofrecer mis consideraciones a mis distinguidos lectores, en palabras que no tienen marca de género, y que, muchas de ellas, son las que representan el participio activo de los verbos y que en nuestro idioma terminan en una “e” que no indica género, como son valiente, vidente, hablante, presidente, asistente, sirviente…, y cuyo género se indica por la presencia del artículo, tanto el determinado (el-la) como por el indeterminado (un-una).
Lo primero que habría que afirmar es que los que se afanan tanto por darles una “marquita” femenina a las palabras que tienen esa terminación caen en una lamentable ceguera e ilogicidad al no pensar en buscarles también su marquita de género masculino a esas palabras. Por ejemplo, le buscan la “a” femenina para presidenta y vicepresidenta, pero discriminan a presidente al no afanarse por buscarle su «o” masculina y le dejan la “e”, que no es masculina. Y lo mismo habría que hacer con las demás palabras que tienen la ya aludida “e”. Pero parece que le tienen temor al ridículo en el que caerían escribiendo o diciendo el asistento y la asistenta, el estudianto y la estudianta, el viajanto y la viajanta, el vidento y la videnta, el dibujanto y la dibujanta, el escribiento y la escribienta, etc., etc., etc. Y lean la disparatada oración que construirían: “El presidento y su asistento se reunieron con la vicepresitenta y su asintenta.
Ante tal ignorancia de la esencia de las lenguas, a los que buscan “perlas” donde no las hay, les conviene más dejar las cosas como están y no querer desfigurar nuestra bien constituida lengua española, arrebatándole esa preciosa “e”, que no es ni masculina ni femenina, ni es del uno ni de la otra, sino de los dos por igual. Me sería muy grato enterarme de que se les han borrado las dudas que les inquietaban una vez que lean estas notas.
Y permítanme, para finalizar, recomendarles que le hagan caso a la expresión muy usada en los deportes: “Lo que es igual no es ventaja.” Por eso escriban y digan “el presidente” para el que gobierna un país y, sin ningún complejo, también “la presidente”, tanto para la que preside una reunión como para la que gobierna un país. Con ello, a ninguno de los dos se le quita nada.
© 2018, Rafael Tobías Rodríguez Molina
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