Lengua, literatura y creación interiorista: de la crítica literaria a la ficción (entrevista a Bruno Rosario Candelier)

¿Cómo explica su paso de la crítica literaria a la ficción?

   BRC: Se trata de un salto, como el “salto al cuento”, según dijera la deportista dominicana Niurca Herrera cuando dio el paso a la narración, pues sin duda son géneros literarios diferentes, pues no es lo mismo redactar un ensayo que escribir una novela. El ensayo, la crítica literaria, los estudios y reflexiones teoréticos entrañan una conceptualización centrada en la lengua discursiva, que tiene rasgos y peculiaridades que difieren de la lengua expresiva, la que se emplea en la creación literaria. Desde luego, tengo claro el concepto de que ambas vertientes, el ensayo y la crítica por un lado, así como la poesía y la ficción por otro lado, tienen en común la dimensión creativa, pues como dijera Platón hace muchos años, el acto creador de la palabra, lo mismo el de la poesía que el de la crítica, participan del mismo don divino porque, como dijera otro griego eminente, Heráclito de Éfeso, ambas manifestaciones del lenguaje, una del lenguaje conceptual y la otra del lenguaje imaginativo, constituyen la expresión creadora del Logos, la más alta dotación de la conciencia humana.

 

¿Cuál es su concepto de la intuición y su influjo en la creación?

   BRC: La intuición es el poder de la conciencia con la capacidad para horadar las apariencias de las cosas y captar su valor, su esencia y sentido. En tal virtud, la intuición percibe la dimensión esencial de cosas y fenómenos. Sin el aporte de la intuición no hay creación. La obra literaria no es una mera reproducción de la realidad sensible, sino una creación de una nueva realidad, es decir, la expresión de un hallazgo de la inteligencia en la visión de las cosas ya que entraña el aporte de nuestras intuiciones y vivencias cuando se asume la palabra con un propósito intelectual, estético y espiritual, como se manifiesta en la creación literaria. Es oportuno subrayar que la creación poética, la más genuina expresión de la intuición, es un producto puro y limpio de la intuición, de tal manera que una persona con una conducta indecorosa o indigna de la condición humana puede hacer una obra pura si emana de su intuición profunda. Una realidad como la señalada suele darse en el ámbito artístico y literario.

Usted es el creador del Interiorismo. ¿Qué motivó esa creación?

BRC: Efectivamente, el Interiorismo es la creación de una propuesta estética concebida por el suscrito para formalizar una obra artística y literaria. Para ponderar la estética del Interiorismo hay que entender el concepto de la realidad trascendente, que es diferente de la realidad imaginaria y de la realidad sensorial. La realidad sensorial es la dimensión material que captan nuestros sentidos físicos en los datos de las cosas. La realidad imaginaria es producto de la capacidad fabuladora de nuestra mente, y lo que concebimos con la imaginación se puede plasmar en la escritura. Y la realidad trascendente es la dimensión metafísica de lo existente, que como tal no tiene apariencia física y es la intuición la que la atrapa y perfila en las creaciones mitológicas, metafísicas y místicas, dimensiones que el Interiorismo asume como opción creadora de poesía o ficción. En principio, cualquier creador de poesía o ficción puede crear una teoría estética que sirva de base a un movimiento literario. De hecho, en toda obra literaria hay la plasmación de una estética, aunque el poeta o el narrador desconozcan la onda estética de su creación porque ese conocimiento no suele tenerlo porque para conocer el fundamento estético de un poema, un cuento, una novela o una obra de teatro hay que tener capacidad teorética de reflexión. Y esa capacidad no es frecuente entre los creadores literarios sino en filólogos, críticos y teóricos del arte y la literatura. Por eso es inexacto que un poeta exprese que él no pertenece a ningún movimiento literario ni sigue ninguna orientación estética, ya que en realidad en su obra hay la aplicación de la línea estética de uno o dos movimientos literarios, aunque él no lo sepa. No hay obra de creación artística o literaria carente de la orientación estética de uno o más movimientos literarios. Así como es imposible escribir sin palabras, tampoco es posible hacer arte sin estética. Con esta afirmación quiero subrayar la incongruencia de algunos autores que han dicho que no pertenecen ni quieren pertenecer a ningún movimiento literario por mor de una supuesta independencia estética o libertad de creación que anhelan para sentirse “libres” de las coyundas estéticas. Pero acontece que no es posible escribir sin las coyundas de la gramática, de una estética o de una concepción de las cosas. Pues bien, el Interiorismo es el movimiento literario inspirado en el cultivo de la realidad trascendente para expresar el impacto de lo real en la conciencia, canalizar la dimensión esencial, interna y entrañable de las cosas y perfilar la vertiente espiritual de lo viviente a la luz del sentimiento de lo divino mediante la expresión de la belleza sutil y el sentido trascendente. Me complace consignar que la acepción literaria de Interiorismo aparece en el Diccionario de la lengua española (Madrid, Real Academia Española, 2014, 23ª. edición, p. 1256) de esta manera: “Interiorismo. 1. m. Arte de acondicionar y decorar los espacios interiores de la arquitectura. 2. m. Movimiento literario fundado en la República Dominicana, que expresa el impacto de lo real en la conciencia, la dimensión metafísica de la experiencia y la belleza sutil con sentido trascendente”.

 

¿Cómo usted se ha podido manejar entre poetas que suelen ser individualistas y conflictivos?

BRC: En verdad, no ha sido fácil. Sé de algunos escritores que han creado grupos y han salido frustrados en su intento debido a la naturaleza “especial” de los poetas. Una vez me dijo Pedro José Gris que admiraba mi capacidad para entenderme con poetas. Porque percibió en mí las condiciones intelectuales, psicológicas y de tolerancia para conducirme entre tantos seres “raros” con actitudes muy sui generis. En realidad, los escritores, especialmente los poetas, tienen tres problemas: una experiencia traumática, una tendencia yoística y una precariedad material que frena su consagración al arte creador. Por suerte su aporte creador está por encima de sus mezquindades o sus bondades humanas. Porque la obra de arte es fruto de la intuición, y la intuición es el poder de la conciencia incontaminado por las contingencias de carácter, de la personalidad conflictiva o de los resentimientos sociales que pueda tener el creador.

 

¿Cuál es su actitud valorativa al ejercer la crítica literaria?

BRC: La labor crítica debe realizarse al margen de consideraciones personales, afectivas o de cualquier otro motivo que no sea puramente literario. Como filólogo, yo valoro la obra, más que a su creador, que puede ser, como persona, un ser admirable o despreciable, un santo o un pícaro, una persona noble o perversa. La dimensión extraliteraria no la suelo tomar en cuenta. Es decir, yo soy fiel a la obra, aunque su autor sea infiel a sí mismo, inconsecuente conmigo, con su pueblo o con los demás. La función del crítico es ponderar el valor de una obra literaria, su contenido y su forma, valorar el aporte al desarrollo intelectual, estético y espiritual a la luz del arte del lenguaje.

 

¿Qué dimensiones le atraen a usted de una obra literaria?

BRC: La creación de una obra literaria entraña tres facetas inaplazables: el contenido, el lenguaje y la forma. Por tanto, le pongo atención a esas tres vertientes que se manifiestan en la palabra: dimensión social, dimensión estética y dimensión espiritual. De ahí el influjo de una obra literaria en la sensibilidad, la conciencia y la espiritualidad de los lectores. Una obra literaria edifica y deleita; por esa razón, además de la enseñanza, la obra de arte ha de concitar la vivencia de una emoción estética y una fruición espiritual.

 

¿Qué es lo peculiar de la mística y por qué usted manifiesta tan alta ponderación por ese fenómeno de la espiritualidad?

BRC: La mística es la vivencia y el cultivo del sentimiento de lo divino, que siente, vive y goza la persona con vocación espiritual, sensibilidad trascendente y sentido de lo sagrado a la luz de lo Eterno. Como todo creador, el místico tiene atributos, y entre esos atributos aflora una actitud de empatía y compasión inspirada en una visión amorosa del mundo. Por esa condición su lenguaje y su voz son diferentes. Desde el punto de vista del lenguaje, el poeta místico acude a los símbolos para canalizar su vivencia espiritual. Y desde el punto de vista de su expresión, tiene una voz mística singular y peculiar. La voz mística nace del fuero entrañable del espíritu del contemplativo. Por eso la lírica mística es inimitable, irrepetible e inefable. Se puede imitar la voz de un escritor realista o romántico. Incluso se puede imitar la voz de la conciencia, pero no se puede imitar, porque es esencialmente inimitable, peculiar e intransferible, la voz mística de un creador teopoético. Ni a san Juan de la Cruz ni a Ángelus Silesius hay que los imite, pero tampoco a Freddy Bretón, Tulio Cordero o Jit Manuel Castillo.

 

¿De qué manera afecta o influye la lengua en la obra literaria?

BRC: La lengua es el instrumento de la creación verbal en todos los géneros literarios, en cualquiera de las modalidades creadoras, en todos los hechos de lengua. Como instrumento o vehículo de la creación y de la comunicación es indispensable conocer su estructura y su normativa. De ahí que el estudio de la lengua es clave para el cultivo de las letras. Es inconcebible un poeta, novelista o dramaturgo que sea indiferente al estudio de la lengua, y lo lamentable es comprobar que hay escritores que no tienen la lengua como un asunto primordial, y por eso cuando publican una obra literaria tienen que buscar un corrector gramatical y de estilo, lo que es inapropiado para un escritor. Escritor es quien hace un aporte intelectual, estético y espiritual a través de la palabra y, en tal virtud, la palabra debe salir correcta, pulcra y luminosa de la alforja del creador para que su obra sea edificadora y ejemplar. Cuando experimentamos la vocación para la creación debemos estudiar la lengua con la que plasmamos una obra. Cuando ejecutamos el don de la creación, en nuestra condición de cultores de la palabra hemos de dar ejemplo, ya que siempre debemos usar la palabra para edificar, no para destruir ni dañar reputaciones; para iluminar, no para perjudicar ni hacer daño; para elevar la conciencia, no para disminuirla y empobrecerla.

 

Usted preside la Academia Dominicana de la Lengua y el Ateneo Insular del Interiorismo. ¿Cómo puede atender a ambas?

BRC: Consagro mi tiempo al estudio y el cultivo de las letras. La Academia de la Lengua centra su quehacer en el estudio de la lengua y el cultivo de las letras, según sus estatutos, afines a los de la Real Academia Española, de la que es corporación correspondiente en la República Dominicana. Y el Ateneo Insular tiene como objetivo fomentar la creación literaria a la luz de la estética del Interiorismo. Mi formación intelectual es la ciencia de la filología, que aborda la lengua y la literatura, y por tanto esa preparación es indispensable para ejercer la dirección de ambas instituciones, y ambas realizan una labor a favor de sus miembros y una labor destinada a la sociedad. En el caso de la ADL, colaboramos con los proyectos lexicográficos, gramaticales y ortográficos sobre los códigos de nuestra lengua; y de cara a la comunidad, organizamos actos lingüísticos y literarios, tanto en Santo Domingo, como en las poblaciones del interior del país. Desde luego, con el apoyo de los académicos de la lengua. Y en el Ateneo Insular, con la presencia de narradores, ensayistas, poetas y estudiosos de la palabra, celebramos reuniones periódicas para impulsar una formación literaria con los escritores interioristas en quienes estimulamos el arte de la creación verbal. Se trata de auspiciar la creación literaria y promover el conocimiento de la lengua y la literatura en distintas poblaciones dominicanas. Si alguien se dispone a trabajar con la capacidad de trabajo asumida con disciplina, pasión y rigor, algo bueno se puede hacer a favor de los demás. Desde que existe la computadora, la labor principal se puede hacer desde cualquier lugar, sea en Moca, donde resido, o en Santo Domingo, donde está la sede de la corporación de nuestra lengua. Lo que justifica la existencia de un grupo, un movimiento o una institución es la labor que realiza, y lo que la engrandece es la realización de tareas y servicios a favor de sus miembros y de la sociedad donde esa entidad existe. Lo importante, por supuesto, no es el lugar donde uno reside, sino lo que uno hace a favor del desarrollo de la conciencia, la promoción de la cultura humanística y el arte del buen decir para elevar la dimensión espiritual que nos distingue y enaltece.

 

Bruno Rosario Candelier

Academia Dominicana de la Lengua

Santo Domingo, R. Dom.,  21 de junio de 2019. 

(Néstor Medrano, Y se hizo el Verbo, Santo Domingo,  Búho, 2020, p. 269)

 

 

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