Tolda – revertir (*reversar) – rastafari – arrecife (*recife) – tundra
TOLDA
“. . .condiciones que retribuía con una amistad incondicional y un profundo respeto, sin importar procedencia social o TOLDA política”.
No es la primera vez que se encuentra esta voz utilizada de modo que resulta difícil, por no escribir imposible, descifrar el mensaje que se desea transmitir con ella. En una ocasión anterior se trató de hacer frente al asunto, pero se abandonó la tarea porque no se consiguió satisfacción con relación a los argumentos que se deseaban esgrimir. Esta vez se estudiará el punto en detalle de forma que no quede “piedra sin voltear”.
El vocablo “tolda”, así en femenino no ha tenido la suerte de encontrar su lugar en el DRAE. No pudo por lo tanto localizarse en ese diccionario. Solo consta como conjugación del verbo toldar.
En el Gran diccionario de la lengua española de Larousse aparece la tolda, mas con significados que en nada amparan el uso que ha hecho el periodista.
En el diccionario recién mencionado es la “tela para hacer toldos”. Con esta acepción consta en ese diccionario que es un uso americano. No obstante lo que consigna ese diccionario, el Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española recoge un significado que no ayuda a comprender el mensaje.
En el diccionario Larousse consignan varias acepciones más, todas femeninas, y entre ellas, algunas que según ese diccionario son americanas. Tolda como “saca” para llevar granos es de uso en Puerto Rico. Con el valor de “cubierta de lona que se coloca en las carretas” se utiliza en Puerto Rico y Uruguay. En femenino también, sirve para mentar el toldo en las embarcaciones menores.
El Diccionario de americanismos ya citado lo que trae es una sola acepción que designa la “cubierta de tela, especialmente de lona, que se instala para dar sombra”. Entiende ese diccionario que es frecuente ese uso en Colombia, Nicaragua y Panamá.
Después de ese repaso hay que “poner manos a la obra”. Lo único que salva al periodista que escribió la frase transcrita es pensar que está utilizando la voz del título de un modo figurado. Ahora hay que “desenredar la madeja”.
Un toldo y, por consiguiente la tolda americana, puede ser una tela que se emplea para cobijarse de la inclemencia del sol, es una suerte de protección si se desea poner en esos términos.
Si alguien se coloca bajo la protección política de una organización al hacer profesión de fe por ella, entonces puede extenderse la palabra que brinda protección o bajo la cual se ampara el sujeto y, esa es la tolda.
Si esto era lo que perseguía expresar el redactor pudo muy bien hacerlo de un modo más directo e inteligible. Esto de dar tantas vueltas al vocablo para poder entenderlo es un ejercicio que requiere de paciencia y recursos bibliográficos. Este tipo de composición hay que evitarlo.
REVERTIR – *REVERSAR
“Cuando el paciente presenta síntomas es porque las enfermedades obviamente ya se han desarrollado, haciendo difícil REVERSAR el proceso o remediar el daño que ya se ha presentado”.
El dichoso verbo marcado en el título no ha recibido el espaldarazo del uso. Como consecuencia de lo anterior, no aparece en los diccionarios que se compulsan para desentrañar significados.
El verbo que sí existe es reversar, pero en inglés. En esa y, solo en esa lengua es hacer que algo vuelva atrás, ya sea dándole vuelta para colocar la cosa en dirección opuesta o en posición opuesta a la que tenía antes de la acción. Tiene semejanza este verbo con el verbo invertir. En el campo jurídico americano es anular una decisión legal.
Si se razona el sentido de lo escrito se dará cuenta el lector cuidadoso de que lo que deseó escribir la redactora habría cobrado sentido al ella escribir la otra palabra que se encuentra en el título de esta sección: el verbo revertir.
El verbo revertir sirve para poner en conocimiento de los demás que una cosa se vuelve al estado que tenía antes, a la condición anterior.
Este tipo de error se produce entre los hablantes de español que leen también noticias y textos en inglés. Es un fenómeno que puede suscitarse por distracción porque en el subconsciente subyacen a veces términos que guardan cierto parecido con los de otras lenguas y se cuelan al menor descuido.
RASTAFARI
“…quien es además poeta y ensayista y lleva trenzas a lo RASTAFARI, había sido destituido…”
La noticia que se celebra con esta sección en estos comentarios es que la RAE, la de la Lengua Española, le ha hecho un espacio a la palabra del título en su muy famoso DRAE. En la próxima edición, la vigésima tercera, el diccionario académico traerá una acepción para la voz rastafari.
La redacción de la acepción que consta de dos entradas, para la primera es como sigue: “Seguidor de movimiento religioso, social y cultural de origen jamaicano que se caracteriza por transmitir sus creencias a través de la música, defender el consumo de marihuana y el uso de una indumentaria y un peinado característicos”.
La segunda acepción es: Perteneciente o relativo a ese movimiento o a sus partidarios”.
No hace falta ir muy lejos para encontrar en esa definición acerca de lo que rastafari es para encontrar que la redacción de la acepción puede dar motivo a discusiones apasionadas. De la definición se infiere que los rasgos que definen el movimiento religioso son, primero, el origen jamaiquino; segundo, que se transmite por medio de la música; tercero: que defiende el consumo de marihuana; por último, queviste indumentarias y lleva peinado característicos.
En cuanto al origen no hay discusión. En lo concerniente a lo que busca ese movimiento religioso hay algo que puede argumentarse: busca sentir el amor que es un sentimiento que constituye un privilegio de los seres humanos. Ese sentimiento debe guiar al humano por un sendero recto y verdadero, preñado de bondad, hermandad y, verdad.
A pesar de la fundamentación religiosa que ha marcado el movimiento, no puede negarse que la defensa del consumo de marihuana en comparación con otras drogas es un mal menor; ése es un rasgo que caracteriza el movimiento que pretende que esa hierba no es una droga. El consumo de la marihuana lo que hace es que revela la presencia divina que vive dentro de cada persona.
No puede criticarse la redacción de la RAE porque en sus rasgos generales coincide con lo que las demás lenguas modernas entienden que es un rastafari.
La inclusión de la voz en el diccionario oficial de la lengua común es un paso de avance en el reconocimiento que otorgan las autoridades de la lengua normada a las nuevas voces que son de uso en el español corriente.
ARRECIFE – *RECIFE
. . .casi sobre el mar en la pista del Gran Roque, puerta de entrada y de servicios de 44 islotes o cayos y 250 bancos de arena y RECIFES coralinos”.
De la misma manera en que se procede de costumbre en estos comentarios, se hace en esta ocasión. En el título se presenta primero el vocablo aceptado en el español general para después colocar la voz que de un modo u otro se censura en estas apostillas.
La voz recif se localiza en francés; en portugués se encontró recife en tanto que variante de arrecife. La caracterización que traen los diccionarios Petit Robert y el Novo dicionário Aurelio son muy parecidas en esas dos lenguas.
El diccionario francés especifica que hay distintos tipos de recifs, algunos de entre estos son los formados de coral. Otros se distinguen entre los de su género por el sitio que ocupan en el mar o por la forma o distancia en que se encuentran con relación a la costa y, en otros casos por la posibilidad de estar o no ligados a la costa.
De modo parecido al diccionario francés desarrolla el diccionario del portugués brasileño el concepto correspondiente a lo que constituye un arrecife.
No hay lugar a duda. El escritor en funciones de turista itinerante incurrió en un error al escribir en español una voz que no ha encontrado sitio en la lengua común. Hay que dar muestras de benignidad en un caso parecido teniendo en cuenta las virtudes que adornan la pluma del escritor que hace el relato de sus viajes.
TUNDRA
“Roberto, un padre frustrado que salió de Cuba con su esposa y su hija una década antes, pensando que volvería pronto, se encontraría en una TUNDRA de nieve y preocupaciones en Nueva York. . .”
En muchas ocasiones los periodistas, redactores, columnistas y otras personas que escriben en los medios de comunicación masiva exageran algunos términos. Parece que ese es el problema que se enfrenta en la cita que se colocó debajo del título.
Eso de la “tundra” en un contexto como el de Nueva York reviste los caracteres de una exageración hecha con todo el propósito de atraer más la atención del lector. En casos como el de la cita tal parece que la autora tratara de golpear la atención de lector para que no pierda contacto con el texto.
Se empleó antes la calificación de “exageración” con respecto del recurso usado por la escritora porque la noción de “tundra” es muy específica y, hasta si se quiere, es estrecha en su interpretación.
Conforme con el diccionario una tundra es una llanura muy extensa y yerma. Lo que ayuda a interpretar en su sentido abstracto el concepto de tundra es que no se limita en el texto a la nieve, sino que se extiende a las “preocupaciones”.
Como es natural, no hay tundra alguna que sea acerca de pensamientos. Este es un recurso literario que le permite lanzar a la escritora un manto de blancura sobre las tribulaciones del inmigrante frustrado.
Lo que procede que se haga en un caso como el que se examina en esta sección es que se coloque a un lado el sentido exacto del vocablo y se permita que la ficción de la escritora tome el control del teclado para que ella estremezca los resortes más sensibles del sentimiento humano.
El fenómeno con que se tropieza aquí no es extraño en la redacción moderna. Una autora de obras de narrativa también oficia como periodista. En esta condición ella redacta sin desprenderse de su ímpetu creativo y por ello cae en un estilo de redacción que no obedece a la exactitud del ejercicio del periodismo.
Un texto de este tipo tiene lo que en la actualidad se llama “dos lecturas”. Una de ellas es la de la interpretación estrecha de los términos, y, la otra es la de la apertura al sentimiento literario de la escritura para interpretar las palabras de acuerdo con el sentimiento que despiertan en el lector.
No hay censura con respecto al recurso literario siempre que se respeten los límites o fronteras que existen entre las actividades de la ficción y la de los redactores de hechos de todos los días.
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