LETREROS INTELIGENTES – LIQUIDAR – *FRUÑIR – BLOQUE – *A PAGAR – QUE HAY QUE PAGAR
Si le presentan un texto como este a alguien para que defina lo que entiende por las palabras en mayúsculas, es probable que se quede en el espacio sideral, sin comprender lo que es un letrero de este tipo o género.
El enredo proviene de la traducción de lo que en inglés es un smart sign. Los angloamericanos no tienen problema para hacerse una idea de lo que esto significa en su lengua porque viven en un país en el cual se usa este tipo de letrero o pizarra. Si no las han visto han podido leer reportajes en los que se les informa acerca del funcionamiento de los famosos letreros, que algunos “apresurados” se han empeñado en bautizar con este nombre que no significa nada en la lengua nuestra.
Como punto de referencia para hacerse una idea de algo que funciona de modo similar, se pueden comparar estos “letreros” con las pizarras electrónicas que funcionan en los aeropuertos e informan acerca de las llegadas y salidas de los vuelos. En las estaciones de trenes hay algo similar que rinde su servicio, aunque no sea igual, es parecido.
Para poder llegar a una solución satisfactoria, lo que conviene es alejarse de las palabras del inglés, y después de tomar distancia pensar que no son simples “letreros”, sino “pizarras”. Quizás con la premisa de que no hay que llamarlas letreros, las pizarras pueden continuar su viaje en busca de un apellido, como por ejemplo, “electrónicas”. Con este apellido se insiste en la característica de su funcionamiento.
Si se piensa que una de las cualidades sobresalientes de estas pizarras es que ofrecen informaciones a los conductores, y que esas informaciones cambian para actualizarse, entonces se puede convenir en llamarlas “pizarras informativas”; o mejor aun, aunque más largo, “pizarra de información actualizada”, o en su defecto, “pizarras actualizadas”.
Otra de las características de los mal llamados letreros es que están sincronizados con otros para mantener a los conductores informados al instante acerca del flujo del tránsito. Así se llega a la otra posibilidad, “pizarras sincronizadas”. Si con la última opción no se informó mucho con respecto a la función de las pizarras es porque en realidad eso es quizás lo que sucede en las carreteras y vías rápidas de circulación vehicular.
Si en cambio se desea destacar la rapidez con que las informaciones cambian, podría llamárselas “pizarras automáticas”, sin insistir en el tipo de función que hacen. Si se es testarudo y se desea insistir con el uso de “letrero”, entonces se puede dejar que sea “letrero automático”.
Al final, lo que hace falta es que cualquiera de las soluciones propuestas logre hacerse de uso consuetudinario para que el empleo constante la imponga.
LIQUIDAR
“Gerentes de empresas salían de sus oficinas con sus manos esposadas mientras millones de pequeños inversores veían sus ahorros LIQUIDADOS por fraudes contables…”
Cuando el lector se “topa” con una redacción de este tipo “no se la ponen fácil”. Hay que desentrañar el mensaje que viene complicado por el uso del verbo liquidar. La cita se extrajo de una noticia servida por una agencia internacional de noticias muy reconocida en el plano internacional. Por el carácter internacional de la noticia se infiere que la noticia, con la palabra a cuestas, le dará la vuelta al mundo, causándole dolor de cabeza a más de un nacional de diferentes países. Después de este introito se puede proceder a desglosar el asunto.
Una consulta al diccionario autorizado de la lengua española lo que hace es confirmar el uso desafortunado del verbo. La lengua común y las autoridades en materia de comercio y de economía al conjugar el verbo entienden varios conceptos que se desmenuzan enseguida.
Liquidar es “hacer el ajuste formal de una cuenta”. También significa “gastar totalmente algo, especialmente dinero, en poco tiempo”. Además de lo anterior es “desistir de un negocio o de un empeño”. Por otra parte vale para expresar “hacer ajuste final de cuentas para cesar en el negocio”. Es “saldar, pagar enteramente una cuenta”. Para no abusar del tiempo y del espacio no se mencionarán las acepciones vulgares.
Fíjese que se ha tratado de circunscribir el asunto al ámbito económico y mercantil. Con las herramientas en la mano, proceda a entender lo escrito en el texto citado al principio de la sección. Como no resulta inteligible, eso demuestra que la elección de este verbo en este contexto es desacertada.
Para explicar el desacierto, se puede tratar de hacerlo como una traslación al nivel de la lengua escrita, de uno de los sentidos vulgares del verbo en la lengua española. Corresponde a este nivel la significación “acabar con alguien, suprimirlo o hacerlo desaparecer”. Está claro, lo que trató de expresar el descarriado redactor es que los ahorros desaparecieron, pero no tuvo en cuenta que la acepción como consta en los diccionarios es para referirse exclusivamente a personas. Se puede constatar eso al leer en la última definición copiada que consta el vocablo “alguien” que sirve para referirse a personas con exclusión de cosas.
Ojalá y pudiera circunscribirse este error a una sola vez y que no sea un ejemplo de uso continuo en algún país o región de nuestro universo de hablantes españoles.
*FRUÑIR
“…al fin se puede entrar en un café y ordenar una latte sin que te FRUÑAN el entrecejo.”
El título trata de reproducir lo que debería ser el infinitivo de este verbo que no existe. El extracto de literatura procede de una agencia internacional de noticias, y ésta –la noticia- se produjo en Austria. Quizás la traducción la elaboró un periodista en un despacho en otra parte del mundo. Lo serio del asunto es que este tipo de escrito tiene proyección internacional y puede contaminar a muchos lectores.
Del contexto se puede deducir que se trata de una equivocación y que trató de utilizar el verbo “fruncir” que es –en su más conocido sentido- “arrugar la frente y las cejas en señal de desabrimiento o de ira”.
Este tipo de error es común. Sí, lo que es común es que no se sepa como conjugar verbos que por lo general no se conjugan, como éste. En casos como este lo sano es evitar el verbo –en caso de duda acerca de su conjugación- y en su lugar usar uno que se conozca. Aquí cabe que se emplee el verbo “arrugar”, porque eso es lo que se hace con la piel del entrecejo, de la frente, o de cualquier otra parte de la cara que se frunce, se arruga. Con esta sugerencia lo que se propone es hacer fácil la solución del problema, en lugar de enredarle la madeja al redactor.
Como consecuencia de la dificultad señalada con respecto al verbo estudiado, nuestros hablantes en la mayoría de los casos dirán que el sujeto “engurruñó” la frente o que “encogió” el entrecejo.
BLOQUE
“…es decir, compañías que compran grandes BLOQUES de minutos de larga distancia de un suministrador importante como…”
Este “bloque” no es de conocimiento general en la lengua española, pero sin duda su empleo se ha propagado últimamente en el español, sobre todo en el hablado en los Estados Unidos de América del Norte. El uso anotado aumenta con el influjo que el inglés ejerce sobre los hispanohablantes en ese país.
A pesar de que ha aumentado el caudal de la palabra “bloque” en el español legítimo, en el de uso y en el autorizado, todavía su alcance no se puede comparar con el de la lengua inglesa.
En el inglés americano significa el “block”, “cantidad, número o grupo de cosas”. Con este valor se le ha empleado en el texto reproducido al principio de esta sección.
Para darle solución al problema que se plantea con el uso ilegítimo del “bloque” con el significado del inglés, una de las opciones en un caso como el del texto es decir o escribir, “porción, lote”. Si no le agrada una de éstas, puede recurrir a “grandes cantidades” y la idea quedará servida.
Como dato curioso se puede aportar que en español apareció primero el verbo y su consiguiente nombre, es decir, bloquear y luego bloqueo. Servía para el “corte de comunicaciones” y luego, casi doscientos años más tarde apareció el vocablo “bloque”, que llegó a través del francés procedente del neerlandés. En un principio su significado se limitaba a “tronco de árbol”.
No hay que lanzarle piedras a quien emplee el “bloque” de la forma criticada porque en la definición de la primera acepción se encuentra lo que se presta a confusión, que es esto, “”trozo grande”. Lo que no permite el abuso del término es que inmediatamente después de esto se lee, “de un material compacto, especialmente de piedra sin labrar. Otra palabra que mueve a confusión es que en la definición del conglomerado de personas la Academia utiliza “conjunto”, que puede interpretarse también como sinónimo mayor que la unidad, y por lo tanto, es grande.
*A PAGAR – QUE HAY QUE PAGAR
“Desde periódicos, libros y cuentas A PAGAR hasta mensajes telefónicos y anuncios de nacimientos, matrimonios o decesos…”
Cada vez con mayor frecuencia se encuentra la preposición criticada –A- delante del verbo “pagar” con el significado de “que hay que pagar”.
Esta forma no aparece asentada en el DRAE. La creciente frecuencia en el uso procede de la influencia de las lenguas extranjeras que influyen más en el español. Tanto en francés como en inglés se admite el empleo de las preposiciones que al traducirlas directamente corresponden con la “a” del español.
Hay una lista muy extensa de expresiones formadas con el auxilio de la preposición “a” que no figuran en el diccionario de las autoridades. La ausencia que se menciona no arredra a los hablantes y escribientes que continúan sirviéndose de modo consuetudinario de las expresiones. Si el uso se impone, como se piensa que sucederá, es probable que al colegio madrileño de la lengua no le quede otra opción que consagrar las expresiones, aceptándolas en el seno de la lengua. Porque no están expresamente condenadas por los académicos, se está a un corto trecho de su admisión.
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