Género no es lo mismo que sexo
Desde los años noventa, se ha hecho común en todo el mundo hispanohablante usar indebidamente la palabra «género» en lugar de «sexo» para referirse a las particularidades que distinguen el macho y la hembra en la especie humana. Así, para tomar ejemplos sólo de la República Dominicana, encontramos en los medios de comunicaciones titulares recientes como estos:
- «Donde hay inequidad de género, ahí está la Secretaría de la Mujer» (Periódico Hoy, 4 de agosto de 2008).
- «Fija audiencia por violencia de género» (Diario Libre, 27 de agosto de 2008).
- «La violencia de género crece El informe realizado por el Departamento de Estadísticas de la Fiscalía del Distrito Nacional, destaca que la violencia de género aumentó con relación al 2006, en más de 1000 casos.” (Clave Digital, 28 de junio de 2008).
- «Suprema Corte de Justicia designa la Comisión para dar cumplimiento a la del Política de Igualdad de Género del Poder Judicial Dominicano» (Ciberpágina de la Suprema Corte de Justicia).
El legislador dominicano estrenó el uso de «género» como sinónimo de «sexo» en el año 1997, cuando mediante la Ley 24-97 modificó el Artículo 309 del Código Penal en estos términos: «Constituye violencia contra la mujer toda acción o conducta, pública o privada, en razón de su género, que causa daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, mediante el empleo de fuerza física o violencia psicológica, verbal, intimación o persecución.»
Desde entonces el empleo de «género» en el ámbito jurídico ha sido constante y habitual, tanto así que está a punto de alcanzar consagración constitucional. En efecto, el artículo 29 del proyecto de reforma constitucional, recientemente depositada en el Congreso Nacional, dispone que: «Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la misma protección y trato de las autoridades y gozarán de los mismos derechos, libertades y oportunidades sin ninguna discriminación por razones de género, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica, condición social o personal.»
El uso de «género» se originó por calco semántico del inglés «gender», vocablo que en ese idioma sí se entiende como sinónimo de «sexo» («sex»), o como apunta el Diccionario panhispánico de dudas, ha adquirido un sentido técnico específico, resultado del movimiento feminista, que alude a diferencias entre el hombre y la mujer de índole social, económica, política, laboral, etc.
En español, sin embargo, la situación es bien diferente, tal y como lo señala, en una de sus recomendaciones, la Fundación del Español Urgente (Fundéu):
Se precisa que los términos «género y «sexo»designan realidades distintas, pues el primero se refiere a la «categoría gramatical de las palabras» y el segundo hace alusión a la «condición de los seres vivos por la que se distingue el macho de la hembra». En castellano, una cosa es «sexo» y otra es «género»: «sexo», para los hispanohablantes, tienen las personas, los animales y algunas plantas, mientras que «género» sólo lo tienen las palabras, y no todas. De modo que podemos decir que una persona es de «sexo» masculino o femenino, pero no que es de uno u otro «género». Asimismo, podemos decir que un sustantivo es de «género masculino o femenino», pero no de uno u otro «sexo» El «sexo» es una categoría biológica, el «género» una categoría gramatical. En castellano hay tres «formas de género»: masculino, femenino y neutro, y el adjetivo concuerda en «género y número» con el sustantivo al que acompaña. En consecuencia, se recuerda que el «género» se refiere a las palabras y el «sexo» a las personas, animales y plantas, por lo cual es incorrecto utilizar estos términos indistintamente.
Luego de emitida esta recomendación de la Fundéu, la Real Academia Española ha agregado, en ocasión de la presentación ante el Congreso de los Diputados de España de un proyecto de ley sobre la «violencia de género», que «en la tradición cultural y lingüística española el significado de la palabra sexo no se limita al aspecto sexual sino que abarca también los atributos que la naturaleza, la sociedad y la cultura confieren a hombres y mujeres», por lo que no recomendaba el empleo de la expresión «violencia de género».
En conclusión, debemos evitar el empleo de la expresión «violencia de género», la cual no es más que una traducción literal de la frase inglesa «gender violence», por incorrecta, innecesaria y hasta por eufemística. Hay muchas otras expresiones que en buen español expresan la misma idea y de forma más directa y fuerte, por ejemplo: «violencia machista», «violencia sexista», «violencia contra la mujer», «violencia de pareja», «violencia doméstica», «violencia intrafamiliar». Por igual, el término «discriminación de género» debe sustituirse con frases como «discriminación por razón de sexo», «discriminación sexista» o «discriminación machista»; y la expresión en el proyecto constitucional «por razones de género» debe cambiarse a «por razones de sexo». Como sentenció nuestra Academia Dominicana de la Lengua hace ya casi setenta años, no hay «necesidad de buscar en huerto ajeno lo que en el propio se consigue mejor» .
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