SONROJAR – MECENAS – CONCIERGE

“Otros SONROJADOS de alegría son los galeristas locales, quienes presentan exhibiciones especiales por doquier con miras a incrementar sus ventas. . .”

Tan pronto como el lector pasa sus ojos sobre una frase como la transcrita más arriba tiende a volver atrás porque hay un verbo en ella que llama la atención. El sexto sentido de la lengua siente un jalón que llama a revisar el verbo sonrojar porque hay algo cojo en el modo de empleo de éste en la frase.

El verbo sonrojar es transitivo y enuncia lo siguiente: “hacer salir los colores al rostro diciendo o haciendo algo que cause empacho o vergüenza”.

En la definición copiada del diccionario de la Academia hay que reparar de inmediato en las dos últimas palabras, “empacho o vergüenza”. El significado del verbo está limitado a esos dos sentimientos.

La alegría por su parte haría que las personas enrojezcan que es del verbo enrojecer que dicho del rostro es encenderse.

Se hace necesario insistir sobre algo que se ha expresado antes y es mencionar que la mesura, la calma, el cuidado y esmero que deben observarse cuando se escribe son mayores que los que se siguen cuando se habla.

Aun cuando algunos necios pretenden que el lector asimila el mensaje, que no hay que preocuparse por los detalles; no hay nada que produzca mayor satisfacción durante la lectura que encontrar los términos empleados de manera adecuada. Que la lectura no tenga accidentes durante su proceso, que se convierta en goce y disfrute es una de las metas de todo escritor, columnista, periodista o redactor.

Lo simpático del asunto es que las mismas características tiene el verbo tratado aquí en inglés que en español. En esa lengua es un enrojecimiento del rostro, especialmente de vergüenza, modestia o confusión. Es equivalente de avergonzarse o sentir vergüenza.

En francés son más amplios en su acepción para sonrojar, es tornarse rojo con el efecto de una emoción, de un sentimiento que provoca un flujo de sangre al rostro. En esa lengua se sonrojan también por vergüenza. La alegría puede ser una expresión de un sentimiento, por lo tanto no está lejos de lo que el periodista expresó en su reseña.

MECENAS  

“. . .una MECENAS de las artes.”

La palabra mecenas es reconocida por la mayoría de los hablantes del idioma español sin gran contratiempo. Algunos no entienden porqué cuando se refiere a una sola persona este vocablo lleva una ese (S).

El diccionario de la lengua española ayuda a despejar la duda con respecto a la ese (S) del nombre. Es un nombre de persona que se convirtió en sinónimo de patrocinador de las letras o las artes. Es una persona que ampara, protege y favorece las letras o las artes.

El motivo para incluir aquí este nombre es por las dudas que pueden surgir en cuanto al género del mismo. La Academia de la Lengua Española en su diccionario explica que es un nombre masculino.

En la cita utilizan el artículo indefinido una para la señora que se menciona y la califican de Mecenas de las artes. El asunto está en saber si hay error en ello.

El uso ha evolucionado en el sentido de reconocer los dos géneros a Mecenas. En la actualidad mecenas es masculino y femenino, aunque la Academia no lo consigne así en su diccionario, donde solo figura una “m”. (eme) para referirse al género.

El diccionario Moliner trae los dos géneros para el nombre y lo define de un modo muy fino: “persona rica o poderosa que protege, en general, a los artistas o a las personas que realizan otros trabajos intelectuales”.

CONCIERGE  

“. . .atención personalizada de un experto CONCIERGE, y papel de carta personalizado.”

Las personas cultas de habla hispana saben que esta voz del francés corresponde al español conserje. Saben además que el conserje es la persona que tiene a su cuidado la custodia, limpieza y llaves de un edificio o establecimiento público.

Como la palabra es de origen francés es de prudentes volver la mirada a lo que significa en esa lengua la dichosa voz. El “concierge” es la persona que tiene la guarda de un inmueble o de una casa importante.

Conforme con la experiencia del autor de estos comentarios, una característica de los “concierges” franceses es el mal carácter que en ellos/as es una constante. Son conocidos, por otra parte, por lo pendientes que están de la vida ajena, por lo pendencieros que son.

Ahora bien, si lo que se escribe más arriba es de conocimiento de una gran cantidad de lectores, a qué viene que se dispense atención especial a esta voz del francés. Más abajo se explica.

En los Estados Unidos utilizan la voz del francés en el campo de la hotelería. De manera personal se experimentó una sorpresa cuando se encontró en el vestíbulo de un hotel una persona sentada detrás de un escritorio que decía “concierge”.

Para los angloamericanos, el concierge en los hoteles es un empleado multilingüe que se ocupa del equipaje y el correo; que hace reservaciones y arreglos de excursiones.

Salta a la vista que los conceptos del conserje-concierge son distintos en las diferentes culturas. Para los franceses y los españoles desempeña una función limitada a los edificios y casas importantes. Para los angloamericanos en hotelería tiene otras funciones. Como se puede comprobar, cambiaron las funciones en los Estados Unidos al conserje español y al francés.
*SUPERAVITARIA  

“Es más, la Argentina es actualmente SUPERAVITARIA tanto en la cuenta corriente como en el comercio exterior.”

La Economía es una de las ciencias que más términos nuevos le mete al español (ése era el verbo que usaba Unamuno en estas circunstancias) y ha venido haciéndolo desde hace largo tiempo.

Según parece los nuevos enfoques de fenómenos viejos, o el surgimiento de nuevas situaciones en la economía mundial o de ciertos países tiene como consecuencia la creación o adopción de nuevas palabras de parte de los economistas.

Este “superavitaria” es una creación que llega desde los predios de la economía. Si se examinan los componentes del vocablo en cuestión, es fácil encontrar en su seno la palabra superávit que llegó procedente del latín.

Al superávit de conocimiento general le han agregado la terminación –ARIA a modo de sufijo. Esta terminación en español se usa tanto para formar adjetivos como nombres. Para los nombres y adjetivos masculinos se sustituye la A final por una O como es de rigor en español.

El sufijo antes mencionado lo que hace es modificar la palabra de la raíz para que signifique “como, semejante, parecido, relacionado con, o persona o cosa que es”.

La voz inventada aquí hay que retenerla con el significado de “que es”, es decir, en este caso, “que tiene”. Así termina del modo siguiente: “. . .la Argentina tiene superávit tanto en la cuenta corriente como en el comercio exterior”.

El cambio que se operó en el nuevo término es que se trata de una cualidad que el sujeto tiene en lugar de ser parte integrante de la condición del mismo.

Aquí el ejercicio para comprender el significado que se le asigna a la nueva palabra no resultó extenuante; sin embargo, no debe abusarse del método y de la licencia.

GANDULES

“Los puertorriqueños comerán GANDULES y bailarán al ritmo de las parrandas. . .”

No hay secreto con respecto a la palabra del título. Hoy en día todos, o casi todos los dominicanos saben que el gandul del puertorriqueño es el “guandul” del dominicano. No hay secreto en esto. Con respecto al modo de escribirlo y decirlo, no hay uno que esté equivocado ni otro que renga razón o esté en lo cierto.

El fenómeno que se observa con relación a esta palabra hace mucho que se repite en todas las lenguas. Es algo natural en la naturaleza de las lenguas. Algunas palabras se pronuncian de un modo en un país y de otra manera en país diferente.

Como consecuencia de la manera distinta de decir el vocablo se produce una manera diferente de escribirla para traducir en grafía lo que el hablante produce como sonido.

Los nombres de las plantas y de los frutos son los que presentan mayor disimilitud en América. Hay frutos que se oyen mencionar y se piensa que no se conocen. Una vez que se identifica con la vista el fruto o la planta mencionada se despeja la incógnita.

En otras ocasiones dos frutos diferentes pueden tener el mismo nombre en diferentes países. Esto causa mayor confusión que lo anteriormente enunciado.

Desde el año 1924, Fernando Ortiz en su “Glosario de afronegrismos” le cede la pluma a Esteban Pichardo quien escribió el “Diccionario provincial casi razonado de voces cubanas” en 1862 para ilustrar acerca del guandú que es el guandul dominicano.

Téngase en cuenta que desde aquellos tiempos ya existía el guandul, así escrito y pronunciado por los dominicanos. La voz guandú, según Ortiz, es conga, a pesar de que algunos autores la habían catalogado como voz indo-antillana. Santamaría en el DGA inserta la voz guandú sin reconocer la otra voz, guandul.

El vocablo gandul no aparecía aún en la edición del DRAE del 1970. Luego se la incluyó con una remisión a la palabra guandú. Durante años el gandul que conocieron los españoles fue el indio de pelea en toda América.

El guandul es una “planta de origen africano que enlaza con el vocablo kikongo “wandu”, que significa cierto guisante”. Así consta en el “Diccionario de cultura y folklore dominicano” de Paulino y Castro, 2005. La referencia sobre el origen la tomaron de C. E. Deive.

“En el habla popular dominicana se oye decir con frecuencia “guandul” y “guandules”. Posiblemente sea ello una importación lingüística llegada de la isla de Cuba”. Así se expresó Max Uribe al tratar el asunto y así se encuentra en el “Diccionario de dominicanismos y americanismos”, 2008.

Cuando Patín Maceo se ocupó de la palabra en la obra “Dominicanismos” (1940), como era de esperarse en un libro de este género, solo recogió el equivalente o sinónimo conocido en lengua española, cítiso, el cual en la actualidad la Academia cataloga remitiendo al vocablo codeso.

El guandul es el fruto del guandú, esa es la solución que le da el “Diccionario de hispanoamericanismos” coordinado por Renaud Richard. Se agrega en ese diccionario que es de uso en Colombia y República Dominicana. Trae una cita bibliográfica del uso que hace el escritor Carlos E. Deive, quien usa la palabra en su obra “En el pueblo hay guerrilleros”.

Resulta entretenido saber que el término cítiso deriva del latín “Cytisus” que es una de las catalogaciones que se ha hecho del árbol y la fruta “Cytisus cajan”.

Este grano se conoce con diferentes nombres, en Haití es “pois congo”, ahora escrito en criollo haitiano “pwa kongo”; en los países de lengua francesa se le conoce por diferentes nombres: “pois cajan, Cystise des indes, pois des pigeons”. En las Antillas francesas recibe los nombres: ”Pois d´ Angole, pois de bois, pois de lisière”. En lengua inglesa lo conocen por “congo pea, pigeon pea, cajan”. Datos estos tomados de “Nomenclature polyglotte des plantes haïtiennes et tropicales » , de Arsène V. Pierre-Noël, 1971.

Basta con este recorrido para divertirse con el guandul dominicano. El modo en que se le prepara en República Dominicano no tiene comparación, sobre todo cuando se recoge el fruto cuando todavía está verde. ¡A gozar del guandul aunque no recuerden lo escrito más arriba!

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