REMISIÓN

“Tengo la capacidad legal de hacer la REMISIÓN de la pena de cárcel y la pena monetaria. . .”

El verbo remitir que se encuentra en el centro de la oración debajo del título tiene varias acepciones. En esta sección se centrará el esfuerzo sobre las acepciones jurídica y médica para hacer más propio el asunto a la realidad imperante. En lo tocante al aspecto médico se tocarán las diferencias entre los idiomas y las disparidades en cuanto a la noción.

En materia jurídica desde los tiempos del Derecho Romano existe la figura de la remisión. En los tiempos modernos en algunos países existen dos tipos diferentes de remisiones. Una de Derecho Civil y la otra de Derecho Penal.

La primera era o es la destinada a extinguir las obligaciones de tipo civil, como por ejemplo, las deudas. La segunda, la que se prevé en materia penal sirve para extinguir los efectos de una sentencia de ese tipo. Con lo señalado aquí no se agota el asunto relativo al derecho; solo se menciona.

Algunos tratadistas entienden que la remisión opera del modo en que lo hace la conmutación de la pena.  Es un tipo de perdón. Otros especialistas pretenden que es un tipo de amnistía.

En cuanto al concepto de la remisión en el ámbito de la medicina, existen algunas diferencias marcadas con respecto al alcance del concepto.

El concepto de la remisión en el campo de la medicina es reciente, por lo menos en el dominio público. Para explicar lo que se bosquejó en la frase anterior a esta hay que escribir que en el diccionario de la RAE en la edición correspondiente al año 1970 todavía no aparecía consignado.

En los diccionarios en inglés existe diferencia en cuanto a la redacción de la remisión en el ámbito médico. William S. Haubrich en su obra de 1984 Medical meanings consigna que es: “El período en el cual una enfermedad parece que disminuye. Esto implica cierta incertidumbre. La remisión puede conducir a la cura o a la recaída”. El Oxford companion to medicine de 1986 es más lacónico en su redacción que el precedente porque considera que es “una disminución temporal de las manifestaciones de una enfermedad”. Otros consideran que es “una reducción de la severidad de los síntomas o la desaparición temporal de estos en el curso de una enfermedad”. La última definición se tradujo (así como las otras citadas) del Urdang dictionary of current medical terms (1981). En resumen: es una moderación de los síntomas por un período de tiempo.

Los diccionarios generales de lengua española no hacen una mención especial acerca de la noción médica de la remisión. Para poder inferir algo hay que remitirse al infinitivo del verbo, es decir, remitir y allí encontrar en la cuarta acepción que es “ceder o perder parte de su intensidad”. La pena es que el DRAE antes de las palabras citadas entre comillas, escribe que es “dicho de una cosa”. La redacción se mantiene sin cambios desde por lo menos el año 1992.

Para cerrar esta sección hay que destacar la gran diferencia que existe para la misma palabra entre el derecho y la medicina. En derecho “extingue”, mientras que en medicina “disminuye”.

VELLONERA – BIDJONNEL

Los dominicanos y los puertorriqueños saben muy bien lo que es una vellonera. En otros países esta máquina recibe diferentes nombres. Las generaciones más jóvenes quizá no utilizan la palabra del título para llamar así a la máquina de música pregrabada que toca después de seleccionar y pagar con una moneda.

La definición del DAA es escueta y precisa: “Máquina tocadiscos de lugares públicos que funciona con monedas”. El nombre proviene de la palabra “vellón” que en Puerto Rico es la moneda de cinco centavos. El autor de estas notas acerca de la lengua recuerda cuando se pagaba cada disco con esa suma antes mencionada. Esa suma solo era suficiente para oír la música de un disco sencillo de 45. Era quizá parte de la diversión ver cuando el brazo mecánico se movía para elegir el disco y colocarlo bajo la aguja. ¡Esos eran otros tiempos!

Quien estas notas acerca de la lengua escribe siempre pensó que la palabra vellón y en consecuencia vellonera debían escribirse con B (be) y no con uve (V). Según parece el consenso es que se escriba con la V (uve) y no con la otra.

Esta vellonera la llaman también vitrola o gramola que es la misma máquina que mediante la introducción de una moneda hacía sonar un disco preseleccionado. No hay que ofenderse si las autoridades de Madrid no conocen los nombres de esta máquina que se usa en América. Además, lo de la V o la B no es problema porque en realidad ya los fonetistas están de acuerdo en que solo hay un sonido para ambas letras en el español moderno. No falta mucho para que algunas personas propugnen para que se uniformice la ortografía de todas las palabras que se escriben con esas consonantes ya mentadas.

Una vez terminado este asunto se puede pasar a escribir sobre la otra palabra del título. Es una palabra extraña a la lengua española; esa voz pertenece al haitiano. Se la encontró en el libro Mots créoles du Nord d´Haïtí de la autoría de Max Manigat, 2007.

En la obra recién citada con relación a la voz del idioma se lee mot d´origine inconnue, que traducido al español significa que se desconoce el origen del vocablo. Como ya puede sospechar el lector, la voz del haitiano tiene “mucho que ver” con el español dominicano.

La forma de escribirlo en haitiano es una transcripción del sonido que posee la voz en esa lengua. No cabe duda alguna sobre lo que se afirma aquí cuando el lingüista haitiano escribe que con ese vocablo se denomina un fonógrafo eléctrico que funciona con monedas.

Lo más interesante en este asunto es que la pronunciación del haitiano no se ha alejado mucho de la española. Puede decirse que es solo una pequeña deformación de la última. Esa pronunciación es la representación fonética de lo escuchado por el oído haitiano en el español dominicano. Esto no es fenómeno extraordinario pues se ha reproducido  a través de la historia de las lenguas.

Se escribió más arriba “del español dominicano” porque se asevera que la introducción del vocablo en haitiano procede del español hablado en República Dominicana. Esta palabra es otra que le meten los dominicanos a la lengua de los haitianos. Es muy posible que en la actualidad los dominicanos le estén pasando más “dominicano” al habla haitiana.

EN RISTRE

“. . .te lo dicen de manera exacta y contundente, con la mandarria EN RISTRE.”

La locución adjetiva “en ristre” durante largo tiempo indujo en error a quien escribe estas apostillas. Por esas circunstancias de la vida esta persona pensó que “en ristre” significaba que la lanza se llevaba levantada, en posición de atacar al adversario.

Quizá inducido por las descripciones de las novelas caballerescas leídas durante la juventud o como consecuencia de la mala digestión de esos textos, pensó que se llevaba la lanza alta para derribar así al jinete contrincante.

La deducción del novel lector era que la lanza tenía una posición de descanso, apuntando hacia abajo, y otra de ataque apuntando al pecho del jinete contrincante. Aquí se mezclaban las lecturas con la asistencia a las películas de caballería.

La realidad de los hechos es que “en ristre” solo quiere decir que cuando se trata de un objeto se lo tiene empuñado y, generalmente, dispuesto para ser utilizado.

Es una fortuna que una persona pueda acceder a las fuentes del español para alimentar sus conocimientos de la lengua. Esa labor de enriquecimiento no cesa durante la vida del sujeto. Si se relata aquí una experiencia personal es para que los lectores entiendan que no hay desaliento en la tarea del afinamiento sobre el idioma español. Se espera que los lectores estén de acuerdo en que no hay desaliento sino que muy al contrario este deber para con la lengua es un desafío que se asume con dignidad.

BRASILERO

“. . .los empresarios  BRASILEROS y los intelectuales de izquierda.”

En el español más auténtico durante largo tiempo muchos de los gentilicios como era normal en esa época se decían y se escribían con la eñe. De ahí que en América y en España a los habitantes de ciudades que tenían puertos se les llamara “porteños”.

Era natural que a los descendientes de portugueses que vivían o eran naturales de Brasil se les denominara con el nombre de brasileños. Eso no bastó para detener la erosión que se producía en el español hablado en los países hispanohablantes colindantes con Brasil como consecuencia del intercambio con ese país.

En lengua portuguesa o brasileña, si se quiere, los brasileños se llaman a sí mismos con el gentilicio de brasileiros. Esta denominación fue cobrando fuerza en el habla hispana de los países limítrofes y se hizo una adaptación a la lengua común más fácil de aceptar, de allí nació ese “brasilero” que se acepta en la actualidad con toda naturalidad en la lengua corriente. Hoy día es tan español el brasileño original como lo es el brasilero importado.

ALUNIZAR

“En mi familia, como en la mayoría de los hogares norteamericanos en esa época no nos perdimos un segundo del ALUNIZAJE.”

La lengua española anduvo a la zaga de los acontecimientos durante largo tiempo. Con los adelantos de la ciencia, sobre todo de la informática, la organización rectora de la lengua ha podido mantenerse al día con respecto a los adelantos científicos.

El verbo alunizar es una prueba más de que la Academia por antonomasia está vigente y tiene vocación para mantener el idioma español actualizado. No hace falta ahora que se recuerde, mas se recuerda, que se dudó mucho con relación al verbo amerizar en su momento.

Lo que resta es que se prepare la autoridad de la lengua para aceptar verbos como “desembarcar en Venus” o hacer contacto con la superficie en Marte. Al paso al que la aeronáutica se desenvuelve no hay nada que no pueda esperarse en un futuro previsible.

La mayoría de los vocablos pertinentes a esta actividad se han incorporado a la lengua hablada como consecuencia de las noticias internacionales escritas originalmente en lenguas extranjeras. Esta presión que ejerce el habla ha empujado a las Academias a poner al día el diccionario oficial de la lengua.

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