Préstamos chivatos

Existe entre los hablantes conscientes la inquietud por la abundancia de palabras procedentes de otros idiomas que se introducen en el nuestro. Los préstamos léxicos entre lenguas han existido siempre. Muchos de ellos son tan antiguos, y los tenemos tan asumidos como propios, que difícilmente notamos que, en su origen, fueron extranjerismos. El español recibió cultismos del latín, acogió indigenismos de las lenguas precolombinas y, en los últimos tiempos, ha adoptado muchos anglicismos. El verdadero peligro lo representa el préstamo innecesario, que se produce cuando los hablantes desconocen que en español ya existe una palabra para designar la realidad que se quiere nombrar. El extranjerismo desbanca a la palabra patrimonial y ésta llega incluso a perderse.

Si analizamos los préstamos detenidamente, nos dan pistas interesantes sobre nuestra realidad social y cultural. Cuando estas palabras se importan junto con la realidad a la que designan, nos hablan de sociedades que están a la vanguardia en creación técnica o cultural y que nos imponen necesariamente sus productos y, con ellos, su cultura. Cuando las palabras se importan inne-cesariamente, nos obligan a un examen de nuestra incapacidad co-mo hablantes. En ambos casos estamos ante un reto: la lengua no es más que el reflejo de la sociedad a la que expresa. Si nos resignamos a ser meros receptores de lo foráneo, nuestra lengua se acomoda. Si, en cambio, producimos, inventamos, creamos, nuestra lengua nos expresará ante el mundo.

nvíe sus comentarios o preguntas a la Academia Dominicana de la Lengua en esta dirección: consultas@academia.org.do

© 2010 María José Rincón
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