PLEGABLE

“. . .advierte al público en un PLEGABLE que acompaña la muestra que la exposición procura trascender la tradicional noción de autoría. . .”

Con la lectura de un español de este género es con el que hay que darle rienda suelta a las artes imaginativas para poder encontrar sentido a lo que trata de expresar la persona que escribe de este modo.

En buen español un plegable no es otra cosa que algo que es posible plegar, algo suficientemente flexible que puede plegarse sin que se rompa.

La idea del plegable la suelta la comentarista de arte sin mayores explicaciones. De ahí nace una parte de los inconvenientes que se confrontan para conferirle sentido a la palabra. No entrega una pista acerca de la materia con que está confeccionado el plegable.

Por el contexto de la oración se presume que en el plegable hay algo escrito que explica el carácter excepcional de la exposición a que refiere en su artículo. Por lo general estas explicaciones y el material más apropiado para escribir es el papel. De aquí se deduce que es algo plegado hecho con papel.

El plegable del título no logró su incorporación en el DAA de la Asociación de Academias. Se lo encontró en la obra Diccionario del español de Cuba de Haensch y Werner. Es una hoja de papel impresa, con alguna información o propaganda, diseñada para ser plegada dos o más veces hasta adquirir, generalmente, el tamaño de un sobre.

La reacción positiva ante un reto de este tipo es que se aprende una voz nueva aunque no sea de uso general. El problema lo afrontan los que no cuentan con las fuentes a mano.

READY MADE

“La obra de Orozco bebe de la fuente dadá, especialmente del READY MADE para crear absurdas estructuras inútiles cargadas de ironía y poesía.”

Los lectores de las crónicas de arte casi por fuerza tienen que ser aficionados a las manifestaciones artísticas. Si lo que les interesa es el arte pictórico, la escultura y otras manifestaciones tridimensionales de seguro que en su arsenal de vocabulario cuentan con buenos conocimientos de vocablos específicos y hasta en lenguas extranjeras.

Algunas voces del inglés, del francés y hasta del alemán han pasado al léxico artístico internacional. Unas veces esos vocablos permanecen en su lengua de origen porque quienes las repiten desconocen las traducciones adecuadas a su lengua materna.

En otras ocasiones los términos se repiten en lenguas extranjeras porque eso les otorga un sabor de exotismo a lo que se escribe o se lee. En la mayoría de los casos se contrae el asunto a una haraganería de los críticos de arte y responsables de publicaciones.

En el grupo de personas que repite los vocablos de arte extraños al español los hay que piensan y aseguran que esas voces, o la mayoría de entre ellas, no tienen traducción exacta. Hay que perdonar a estos incautos porque ellos no son profesionales del idioma o no son traductores profesionales con conocimientos suficientes para acuñar nuevos términos.

Después de este introito puede procederse a ofrecer la versión aceptada para el ready made de la cita y una reseña acerca de su origen. Lo del título significa sin duda alguna “ya hecho, confeccionado, manufacturado”.

Cada una de estas palabras se aplicará dependiendo de la naturaleza del objeto. Si se trata de una pieza de vestir debe preferirse “confeccionado” porque es el participio del verbo que se aviene mejor con el tipo de trabajo de elaboración de la pieza.

El “ya manufacturado” congenia mejor con los productos de producción masiva en los que la mano de obra es muy escasa porque es de producción masiva, industrial.

No hay lugar a sorpresa si se usa para todos el “ya hecho” porque el verbo hacer en las etiquetas de los productos producidos en países de habla hispana ha sustituido los demás verbos. Es una copia servil del genérico made del inglés.

Las voces del título fueron introducidas en el campo del arte por el francés Marcel Duchamp a partir del año 1910 para denominar objetos producidos previamente que existían ya y que él promovía a la categoría de elementos artísticos.

Desde el punto de vista de la contemplación artística lo que le otorgaba categoría de arte era el extraerlo de su sitio habitual y aislarlo de su medio ambiente común para erigirlo en objeto de goce, examen y disfrute.

Vale la pena que se mencione que algunas personas, sobre todo los franceses, escriben ready-made del modo que antecede, es decir, con una raya entre los dos elementos. Ellos sostienen que es la elevación de un objeto común sin ninguna elaboración a la categoría de obra de arte. Los surrealistas fueron quienes favorecieron más que los demás este tipo de traslado.

Como se mencionó más arriba fue Marcel Duchamp desde el 1915 quien ofreció al mundo del arte los objetos ya hechos como piezas de arte. La tendencia de los grupos que Duchamp animó en los Estados Unidos fue similar a la de la escuela Dadá de Zurich. Hay quienes sostienen que fue exactamente en 1913 cuando Duchamp acuñó o presentó los objetos como obras de arte.

Después de este paseo por el mundo del arte combinado con los accidentes de la lengua hay que concluir de la manera en que se hace de costumbre en estas reflexiones.

No renuncie a su lengua sin un motivo ineludible. En muy raros casos las cosas o lo que el humano hace con ellas se conoce mejor en otras lenguas que en la nuestra. La lengua materna de Duchamp no era el inglés. Esa denominación fue un acomodo adaptado a las circunstancias.

INSTALACIÓN

“Sus obras, especialmente sus INSTALACIONES, se caracterizan por la simbiosis de elementos exentos de ironía que anulan su funcionalidad originaria y desconcierta las expectativas del espectador.”

No se pierde nada de lo transcrito en el pasaje más arriba. Se vació entero aquí para tratar de caracterizar el tipo de instalación a la que se refiere la comentarista de arte.

La razón principal para incluir en estos comentarios esta instalación del título es porque corresponde a un campo del arte y escapa al entendimiento de muchas personas no versadas en esta materia.

Hasta hace poco las autoridades de la lengua no habían tenido la oportunidad de referirse directamente a esta instalación. Ya en la edición vigésima tercera del DRAE la cuarta acepción define lo que esta instalación es.

Los académicos caracterizan el asunto de esta manera: “Organización de un espacio o conjunto de objetos con fines artísticos”. Esa acepción se añade a las existentes con un ánimo indudable de llenar el vacío que existía.

El término instalación cobró vigencia en la década del 1970. Es un ambiente o conjunto construido en una galería específicamente para una exhibición particular de arte. La intención que persigue el artista que acude a este tipo de manifestación artística es para formar un todo con los objetos así reunidos, combinados.

Algo que sucede a veces es que cuando alguien que escribe para un periódico sobre temas especiales apela con demasiada frecuencia a términos de la especialidad, lo que logra es que los lectores que no están familiarizados con la jerga del tema terminen renunciando a la lectura. Se presume que eso no es lo que persigue un cronista o crítico de arte. Para que no se desalienten los legos hay que evitar los vocablos poco usuales y de esa manera alcanzar el mayor grupo de lectores. Así no se queda el asunto como patrimonio de una elite.

A  CUESTAS – *A CUESTA

“La rampa todavía era esplendorosamente cosmopolita, y los jóvenes de su generación llevaban A CUESTA la esperanza de la instauración de una revolución social.”

En otra sección de estos comentarios se examinó en detalle lo que significa y expresa “a cuesta”. En esta sección la intención es de limitarse a apuntar el desliz que se hace al añadirle a este “cuesta” una ese (S) al final.

La expresión “a cuestas” en su sentido concreto aplicado a cargas que la persona lleva sobre las espaldas, el lomo o las caderas o sobre los hombros o en el sentido figurado siempre lleva la S (ese) colocada sobre las costas, las espaldas y las caderas.

A cuesta vale para dar a entender que algo se lleva sobre los hombros o las espaldas. Esta locución adverbial equivale también a “a su cargo, sobre sí”.

Aunque parezca mentira, a veces este tipo de pequeño detalle es el maquillaje final que realza la belleza de la redacción de una persona. Es el toque final que destaca la calidad de lo escrito. Cuando se repara hasta en los más mínimos detalles quien sale ganando es el lector que tiene la oportunidad de leer una prosa límpida y tersa. Algo que puede servirle de modelo para su ventaja personal.

DONANTE – DONADOR

“También se convirtió en uno de los mayores DONADORES del comité. . .”

La lengua tiene recursos insospechados. Especializa palabras para asignarles funciones particulares. Los dos vocablos del título tienen relación con el verbo dar; sin embargo, cada uno ha tomado su rumbo en el habla para designar la persona que hace algo.

El adjetivo donador puede retenerse como el de sentido más general. Dice de aquel que hace donación. Es el que hace presente, don. El término puede usarse también como sustantivo.

El donante a su vez es la persona que dona un órgano para un trasplante o que da sangre. No solamente que hace don de algo de su cuerpo, sino que lo hace voluntariamente.

La Academia en su diccionario le añade un etcétera después de órgano y sangre para dejar abierta la posibilidad de que se pueda llamar donante a la persona que dona otra parte de su cuerpo.

PIED -A-TERRE

“En defensa de ese pied-à-terre en el Mediterráneo el gobierno ruso se olvida de los derechos humanos del pueblo sirio y se solidariza sin vergüenza con sus verdugos. . .”

En ocasiones anteriores a través de estos comentarios se ha instado a los analistas, críticos, comentaristas y periodistas a utilizar las palabras en español que conocen bien. Ese consejo se ofrece porque esos son los vocablos que exponen menos a quien escribe a incurrir en errores.

Si esa exhortación se hace con respecto de los términos de la lengua común, esto es, el español; con mayor razón se recomienda tener cuidado con las voces extranjeras. Muchas veces la persona que redacta y emplea una expresión o locución en lengua extraña a la suya está más expuesta a fallar.

No es raro que el redactor que acude a voces que le son extrañas ni siquiera conozca esa lengua cabalmente y, al actuar de ese modo lo hace por lo que ha recogido en textos en su idioma en las que se alude a esas locuciones.

El caso que se cita en esta sección es un ejemplo de lo que se ha expuesto más arriba. El pied-à-terre es un nombre masculino invariable que se conoce en lengua francesa desde el año 1732. Es un alojamiento que se ocupa de paso, ocasionalmente. Eso es de modo aproximado lo que consigna el diccionario Petit Robert en francés.

El Dictionary of foreign terms de Mario Pei y Salvatore Ramondino asienta que la combinación que se ventila aquí es una casa o apartamento mantenido por conveniencia, aparte de la residencia principal.

El uso que hace el analista de noticias internacionales no se ajusta al significado de lo examinado. Esto así porque el país que se menciona no sirve como un sitio de paso, de descanso cuando se traslada el propietario a otro lugar. No es una residencia secundaria más pequeña que la principal. Como se comprueba, faltan todos los elementos que forman el concepto. El estirón que se le ha dado la concepto es demasiado amplio y lo desnaturaliza, por lo tanto, no es posible que se acepte.

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