Pelota en español (II)

La semana pasada nos quedó pendiente dedicarles un poco de atención a esos préstamos extranjeros que han demostrado una gran capacidad para aplatanarse. Estas palabras, a pesar de tener equivalentes en español, se han ido arraigando en nuestra expresión diaria hasta el punto de integrarse en su escritura y su pronunciación.

Algunas han modificado la grafía que tenían en su lengua de origen para que su escritura refleje la forma en que las pronunciamos en español. Las denominaciones de tres de los protagonistas indiscutibles de un juego de pelota son buen ejemplo de esto. Los anglicismos originales (pitcher, catcher, umpire), a pesar de tener sus equivalentes en español (lanzador, receptor, árbitro), han arraigado entre nosotros después de atravesar un proceso de “aplatanamiento” léxico: pícher, cácher (o quécher) y ampaya. Su aplatanamiento ha llegado hasta el punto de ayudarlas a formar derivados: pichar, cachar (o quechar) y ampayar.

Para adaptar las grafías inglesas a las propias de la lengua española la ortografía académica propone unas reglas concretas para cada caso. Las consonantes dobles (bullpen, inning) se adaptan al español reduciéndose a una (bulpén, inin). La h aspirada (home run) se asimila a veces al sonido de la jota (jonrón). Los grupos consonánticos situados al final de la palabra, como el inglés –ing (rolling), suelen adaptarse elimando una de las consonantes (rolin). En algunos casos el esfuerzo de adaptación es mínimo (sinker): solo requiere que coloquemos la tilde según los reglas ortógraficas del español (sínker).

Seguro que para algo tan nuestro como la pelota siempre podemos encontrar un equivalente en nuestra lengua (montículo, entrada, cuadrangular, etc.). Si, a pesar de todo, nos decantamos por el extranjerismo, no lo olvidemos, siempre será más nuestro si se aplatana.

 

a los veintiún (21) días del mes de noviembre del año dos mil trece (2013).

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