ODDFELLOW – *ORFELO

En esta sección se van a tratar dos voces que despiertan curiosidad en el público. Una de ellas -la primera en el título- procede del inglés. La segunda es una deformación dominicana de la primera. Lo que se acaba de esbozar en pocas palabras se va a explicar en detalle más abajo.
La voz del inglés constituye una rareza porque si se la analiza se encuentra en su interior que está formada por dos términos de esa lengua: odd y fellow. La rareza se trae a colación porque la primera de estas dos voces, odd significa en sí mismo sobrante, de más; suelto, sin pareja, desparejado; impar. Es también: raro, extraño, singular; misterioso; estrambótico. Con la enumeración anterior no se agota todo el caudal pues combinado el término odd con otras voces del inglés forma expresiones y locuciones que evocan otras significaciones.

El vocablo fellow es compañero, prójimo; pareja. Socio, miembro. Además es: tipo, sujeto; eso que en España llaman “tío”. La rareza que se mencionó antes cobra mayor fuerza cuando se entera el lector que no lo sabía de que la oración: He is an odd fellow se traduce al español de la manera siguiente: Él es un tipo raro.

Tomado como un todo la voz del título oddfellow es el socio o miembro de una sociedad de beneficencia, ayuda mutua o hermandad. De acuerdo con lo que consigna el Oxford English Dictionary esta denominación surgió en el siglo XVIII para nombrar a los miembros de sociedades inglesas que tenían propósitos sociales que incluían ritos de iniciación y que se reconocían por contraseñas, ceremonias secretas y estrecharse las manos de un modo particular. Las reuniones se celebraban en locales llamadas logias. Esto es un extracto de lo que consigna el mentado diccionario.

En ninguna de las obras acerca del español dominicano se ha encontrado estudiado la voz “orfelo” que es de uso en el registro coloquial. Es probable que sean muy pocos, solo los iniciados, los que saben que la voz del dominicano guarda relación con la voz del inglés analizada más arriba.

Lo más interesante con relación a todo lo anterior es desentrañar la formación en dominicano para la denominación del inglés. Los “dominicanohablantes” saben muy bien que en español no hay una sola palabra que comience por odf- ; por lo tanto no pueden aceptar llamar de ese modo a un miembro o socio de una confraternidad.

Lo que sí saben los dominicanos es que en español común existen muchas palabras que empiezan por orf-, tales como: orfanato, orfanatorio, orfandad, orfanidad, orfebre, orfebrería, orfelinato, orfeón y otras más.

Ahora bien, lo que hizo el hablante del dialecto dominicano del español es que moldeó un vocablo español a su manera (la española) para un concepto traído del extranjero y que en la mayoría de los casos esas afiliaciones eran celosamente guardadas.

No hay que sentir vergüenza alguna al reconocer que la voz “orfelo” pertenece al dialecto dominicano porque cuando se investiga su origen obedece a una reacción lógica de un hablante del español corriente.

LLAMAR LA ATENCIÓN (DE – A – POR)

El se ha quejado a los departamentos de construcción y zonificación. El LLAMÓ LA ATENCIÓN AL inspector general, el procurador general y el gobernador.”

No se va a prestar atención a la ausencia de las tildes sobre las vocales del pronombre personal de tercera persona del singular él, que aunque esté en mayúscula debe llevarla porque las computadoras están programadas para permitirlo. Quizá es más que un asunto de estilo que otra cosa.

El objeto de esta sección es centrar la atención sobre las preposiciones que acompañan a la frase “llamar la atención”. Se trata de hilar muy fino en esta sección. Además, no se espera conseguir un consenso sobre lo que se va a exponer aquí.

En general “llamar la atención” es hacer que una persona atienda o se fije en una cosa o asunto, ya sea llamándola o por medio de una expresión verbal o gesto que sea adecuado para estos fines. Esto cuando la persona que lama la atención es otra que la que ejerce la acción.

Cuando la persona que llama la atención es la que actúa de modo que logre que los demás se fijen en ella por algo estimable o censurable, lo que hace es que se distingue de los demás o sobresale con su conducta o acción. Llama la atención alguna cosa cuando atrae a las personas.

Llamar la atención “por” es reprender a alguien por una falta que se presume que ha cometido el objeto de la reprensión. Se llama la atención por algo que la persona reprendida ha hecho o ha dejado de hacer, una falta por acción u omisión.

Llamar la atención “de” es hacer que la persona a quien se dirige el gesto o las palabras centre su interés en lo que el sujeto actuante quiere. El algunos casos llamar la atención “a” es también regañar, reconvenir, increpar, censurar, enrostrar, escarmentar. En muchos de los casos en los que se llama la atención “a” no hace falta complemento alguno con respecto a la acción reprobada; solo se menciona la persona que se ha reconvenido.

Tal y como se enunció al principio de esta sección, no se espera que todos los lectores concuerden con quien escribe estos comentarios acerca de la lengua. Sobre todo en la época actual en que los preceptos van cediendo terreno ante lo acostumbrado. Entiéndase bien que no hay censura en la última frase que precede a esta, pues se es muy consciente de que la lengua es una realidad viviente que está en constante devenir. Se hace constar que los términos han sido  escogidos de propósito.

IMPONER

“Los sobre de Primer Día con ambas estampillas eran llevados a los correos donde les IMPONÍAN un matasellos confeccionado para la ocasión.”

La abuela decía: “tanto le arregló el ojo al hijo hasta que se lo saltó”. La moraleja de la frase de la abuela viene al caso porque en la frase de la abuela ella se refería a alguien que deseaba tanto embellecer el ojo de la persona hasta que le hizo perder la vista de este. De paso ha de notarse que el uso del verbo saltarse en la frase transcrita era propio de la época.

Si se trajo a colación la frase es porque se piensa que en la colocación del verbo imponer en la oración también obedece a un deseo de embellecer o engalanar la redacción. Al utilizar el verbo el periodista erró. Esta aseveración se sustentará en el cuerpo de esta sección.

El verbo imponer es poner una carga, una obligación u otra cosa. Téngase en cuenta que este “otra cosa” debe ser del mismo género que lo que consta antes en la redacción, “carga, obligación”.

Ese verbo imponer es instruir, enterar o enseñar algo a alguien. Es infundir respeto, miedo o asombro. Es poner dinero a rédito o en depósito. Además es “poner nombre”. En algunas ceremonias es colocar, poner encima algo a alguien. Se destacó con las negrillas el vocablo alguien para señalar que se trata de persona; de allí que los ejemplos que provee el DRAE para ilustrar el uso sean muy claros a este respecto. Los demás usos del verbo son en funciones de verbo pronominal y por eso se dejan fuera de esta enumeración.

En la oración copiada al principio de esta sección lo que procedía que se colocase era un pedestre verbo “poner” que en la frase correspondería a causar lo significado por el nombre que sigue que aquí es “un matasellos”.

Por suerte el redactor no introdujo en su oración un verbo que se ha escuchado en las conversaciones de manera ocasional, “matasellar”, para la acción a que se refiere él aquí. Se espera que la lectura de una lindeza de este tipo no le “salte el ojo” al lector.

GRADUARSE

“. . .SE GRADUÓ COMO ingeniero en la Universidad de Carabobo, Venezuela, en 1973, y se fue a Estados Unidos poco después para realizar un doctorado. . .”

Hace tiempo largo ya que se oye por todas partes este “como” colocado después del verbo graduarse para introducir el complemento. No es un asunto para rasgarse las vestiduras; no obstante lo anterior, en manos profesionales el verbo debiera usarse con toda propiedad. Lo que se perdona en las conversaciones entre legos no se permite o tolera que brote de las meninges de un experto analista de noticias internacionales.

El Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española de D. Manuel Seco quien es miembro de la Real Academia de la Lengua Española desde 1980, sostiene que el verbo graduarse se construye con las preposiciones siguientes, con DE para el título y con EN para la materia.

El Diccionario panhispánico de dudas de la Real Academia Española y de la Asociación de  Academias de la Lengua Española, el DPD, pauta del mismo modo. El complemento es introducido por EN cuando se refiere a la disciplina estudiada o por DE si se menciona la profesión para la que faculta el título obtenido. No se piensa que haya necesidad de poner ejemplos en estos casos porque el punto es obvio.

PUÑALADA TRAPERA

“En política, y no estamos hablando de religión sino de política, las PUÑALADAS TRAPERAS por la espalda deben recibirse con urbanidad y elegancia.”

El autor de estas reflexiones acerca de la lengua siempre pensó que las “puñaladas traperas” implicaban que se inferían  por la espalda de la víctima. Es decir, que no hacía falta añadir que era por la espalda que se apuñalaba a la persona si la acción de apuñalar se tildaba de trapera.

Con la intención de aprender a la vez que con el interés de divulgar información, este curioso de la lengua común se puso a investigar a este respecto para poder sustentar una tesis válida en lo concerniente a este punto. Léase a seguidas el fruto de la búsqueda.

La puñalada trapera es la herida, lesión o desgarrón, hechos con un puñal, con cuchillo, o algo semejante. Es una traición, jugarreta, mala pasada. Sin que haya que decirlo o escribirlo la última acepción es de tipo abstracto y no material.

De la lectura de lo anterior se desprende que no hay mención a la espalda aunque sí a la traición y este concepto es claro al definir que es una falta cometida quebrantando la fidelidad o lealtad que se debe tener o guardar.

Siempre se aprende si se está en buena disposición para hacerlo. Lo que se hizo en este caso es lo adecuado. Ir a las fuentes de la lengua para verificar los conceptos y dejar las nociones bien claras.

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