INMENSURABLE – INCONMENSURABLE – INCAPAZ *EN – INCAPAZ DE

“A. F. los hubiera ampliado cuatro veces más para regodearnos en sus INMENSURABLES perspectivas”.

Cada uno de los términos del título tiene su acepción y uso propio en la lengua común. Hay que retener el significado que es característico de cada uno de ellos para no incurrir en errores.

Lo que es “inmensurable”, adjetivo,  es lo que “no puede medirse”. O lo que es “de muy difícil medida”. De esta manera es como debe usarse el adjetivo.

El adjetivo “inconmensurable”, como su formación delata es lo que “no se puede conmensurar”. Así se dice o escribe de algo que es “enorme, que por su gran magnitud no puede medirse”.

Hay que detenerse en los rasgos que caracterizan a los dos vocablos, sobre todo sobre aquello que los diferencia. En “inmensurable”, lo que se destaca es la dificultad para medir lo que se describe o califica con el adjetivo. En “inconmensurable”, lo que dificulta la medición es la enormidad o gran magnitud de lo que se describe de este modo. Por sutilezas como éstas es menester hablar y escribir con mesura la lengua española, pues de ese modo no se estropea el medio que nos sirve de comunicación entre los hispanohablantes.

Antes de cerrar esta sección debe subrayarse que no se emite juicio valorativo en cuanto al empleo que se hace del vocablo en el texto. Muy probablemente la autora hace uso propio del término.

INCAPAZ *EN – INCAPAZ DE 

“. . .se han mostrado INCAPACES EN imponer una suspensión de las hostilidades”.

Cuando se usa “capaz” para significar que alguien o algo tiene suficientes aptitudes, se le puede hacer seguir de varias preposiciones, pero ninguna es “en”. De igual forma cuando se trata de “incapaz”, se le hace acompañar de “para”, y “de”. Si lo que continúa después del empleo de “incapaz” es un infinitivo de verbo, la preposición que debe usarse es “de”.

En el texto debió ser “. . . incapaces DE imponer una suspensión de las hostilidades”. En la lengua coloquial de nuestra América morena se utiliza el capaz que se encuentra en la raíz del incapaz del título, para dar a entender que algo es posible que suceda. Así alguien puede expresarse diciendo: “Con el cielo como está, es capaz que llueva esta tarde”.

La preposición DE se usa sobre todo cuando se refiere a la capacidad de una persona de hacer algo. Cuando se trata de cosas, y se refiere a la capacidad de esa cosa, se usa la otra preposición, “para”. Si a la persona le falta aptitud para determinada cosa, entonces no hay que dudar que se debe usar “para”, así se dirá o se escribirá: “Es incapaz para la política”. Cuando incapaz se utiliza sin complemento significa “falto de talento”.

Las preposiciones continúan haciendo de las suyas. Se les esconden a algunos profesionales de la palabra o de la pluma, hoy convertida en computadora, es decir, de la palabra escrita. Les juegan malas pasadas a personas que deberían conocer muy bien el régimen de las mismas en la lengua común.

*AUDICIONAR

“. . .ganó un concurso en Canadá, donde los estudios Disney estaban AUDICIONANDO chicos para el programa. . .”

Este verbo no existe. No consta en el catálogo mayor de la lengua. No se le ha usado de modo continuo en la lengua hablada, ni menos en la escrita de manera consuetudinaria.

Una audición es un “concierto, recital o lectura en público”. También es la “prueba que se hace a un actor, cantante, músico, etc., ante el empresario o director de un espectáculo”. Como nombre significa lo que el crítico de cine deseaba, pero no existe un verbo en nuestra lengua que indique la acción.

En español cuando se desea expresar que a alguien se le escucha, o se le prueba como artista, lo que se hace es que se recurre a un giro, “se le hace una audición, se le concede una audición, se le escucha en una audición, se le da una audición”. No hay que discutir el asunto mucho; en nuestra lengua resulta más largo que en inglés, lengua en la cual sí existe el verbo para la acción de lo que se conoce en ambos idiomas.

Como la lengua evoluciona, si persiste en uso y lo adoptan los escritores famosos de nuestra literatura, podría ser reconocido por la Academia. Por el momento no se piensa que la frecuencia del uso vaya a imponer el verbo.

LITCHIS 

“Los mangos, lo mismo que otros productos tropicales como los LITCHIS y los aguacates. . .”

Hay que afinar la puntería para descifrar qué fruta es esa que llaman “litchis” en este párrafo.

Los lectores que no tengan ningún contacto con el inglés en muy probable que no entiendan que clase de fruta es esta. Si se lee detenidamente el vocablo que se usa para denominar la fruta, se nota enseguida que con esa “T” metida en medio no la salva ni el fútbol.

Las frutas, las plantas y las flores son las cosas que tienen los nombres más disímiles en nuestra América. No siempre coinciden y hay casos en los cuales a veces la misma palabra se usa para diferentes frutas o árboles.

El “litchi chinensis”, nombre científico, es lo que se conoce como mamoncillo chino, lichi o lechia, que los americanos conocen con el nombre “lychee”. Como algunos lectores no saben lo que es el mamoncillo que registra la Academia como usado en Cuba, vale la pena señalar que es el “limoncillo” de los dominicanos, que los franceses conocen llamándolo “kenette o quenetté”. Con ese nombre pronunciado “kenep” lo conocen los haitianos, al punto que en el suroeste de la República Dominicana, en la región próxima a la frontera con Haití, la fruta se conoce con el nombre de “quenepa”. Así, con el último nombre se le llama en Puerto Rico.

Como se echa de ver inmediatamente, los dominicanos llaman “limoncillo” al fruto que por su forma se parece al limón, mientras que por dentro es diferente y de sabor diferente también. Los cubanos utilizan para llamarlo un nombre que evoca la forma de comer el fruto que es “mamoncillo”, pues se come sólo la parte que se encuentra debajo de la cáscara, por encima de la semilla. Según las noticias que se tienen en algunos otros países se le llama “genipe”. A este fruto sin el apellido “chino”; los italianos lo llaman “meliocca”, de donde algunos hablantes de francés lo conocen como “melicocca”. Si no se anda errado, en alemán lo llaman “Honigbeere, Melicocca”.

La “genipa americana” es el “genip o marmaladebox” de los americanos, que es la misma cosa, pero no china. Ése es el mamoncillo sin apellido, también conocido por el nombre “genipap, genipa”, la última es voz tupí,  y en algunos países hasta “jagua” le llaman.

Al final hay que ponerse de acuerdo para conocer los frutos por sus nombres en español, aunque sea por el que se le conoce en el país del hablante. Eso de copiar los nombres del inglés no resuelve nada, sino por el contrario, dificulta la identificación de lo mencionado.

ADVERTIR QUE – ADVERTIR DE 

“El primer ministro. . . ADVIRTIÓ DE QUE ocupará de nuevo las zonas palestinas mientras. . .”

Hay que establecer de una vez y por todas, la forma que debe prevalecer cuando se usa el verbo advertir. Lo que es seguro es que no es posible colocar “de que” como se destacó en el texto que se copió al principio de esta sección. Los verbos transitivos no precisan de la preposición “de”, para comenzar.

Lo principal es determinar que es correcto usar “advertir que” si le sigue una oración con verbo. Por otra parte, se escribirá “advertir de”, si le sigue una palabra o una oración sin verbo.

En el caso del texto, lo acertado era que se escribiese con “que”, porque hay un verbo en la oración que continúa. Para despejar dudas con respecto al otro concepto, es decir, cuando se debe colocar “de”, aquí va un ejemplo: “Las autoridades advirtieron DEL peligro del alcohol.”

Ahora hay que aclarar los casos en los cuales es posible y certero utilizar “de que”. Para despejar algo, un complemento directo jamás lleva la preposición “de”, de esta suerte se dice y escribe, “te aconsejo que vuelvas pronto” y “te recuerdo que me debes dinero.”

En los casos en que se usa un verbo pronominal, es decir, que lleva el pronombre “se” incorporado, se puede recurrir a “de que”, como en este ejemplo: “Me acuerdo de que me debes dinero.” La presencia de la preposición DE es para facilitar la transición hacia el complemento, que en este caso no es directo. Hay que recordar que el verbo NO es acordar, sino acordarse. El mismo fenómeno ocurre con el verbo olvidarse y otros más.

Muy a pesar de lo antes expuesto, hay autores que insisten en que el uso de “de que” es posible si con ello se enfatiza, subraya o destaca algún asunto, para destacar de este modo uno o más elementos de la oración. Vaya lío que le arman al escritor. Es más, dependiendo de quien haya preparado el corrector de estilo de su computador, se verá en la situación en que este método de corrección automática le señale que algo anda mal cuando usa ciertos giros si éstos no son los sugeridos por su corrector.

DE PRÓXIMA GENERACIÓN 

“Los servicios multimedios y los teléfonos DE PRÓXIMA GENERACIÓN ya están siendo utilizados en Europa y Japón”. “. . .para la PRÓXIMA GENERACIÓN de servicios inalámbricos.”

Con respecto a “multimedia”, que es un término de inclusión reciente en la última edición del Diccionario de la Academia, es pertinente copiar lo que se consigna allí. Adjetivo, “que utiliza conjunta y simultáneamente diversos medios, como imágenes, sonidos y texto, en la transmisión de una información.” La Academia reconoce la deuda para con la lengua inglesa.

Si usted no sabe qué rayos es eso de “próxima generación”, no se preocupe, que usted no está solo, anda en buena compañía. No pierda su tiempo preguntando a su alrededor ni cometa un harakiri empujado por el desconocimiento.

Si se indaga en torno al concepto de la “próxima generación”, habrá que convenir que es un préstamo tomado del inglés, lengua en la cual nacen con frecuencia los conceptos de este tipo. Ya no se conforman con utilizar el calificativo “nuevo”, ni “último” modelo, sino generación. Se impone que se revise la noción “generación” en este caso.

En tecnología, la generación es la “fase que marca un cambio decisivo o importante en el desarrollo de una técnica y conjunto de aparatos o máquinas que surge en cada una de estas fases.” La definición se ha tomado de un diccionario de neologismos, porque el DRAE no trae ninguna acepción que se adapte al contenido moderno de la palabra, del modo en que lo usan en el texto.

Como en la lengua de Cervantes no hay una acepción de generación que permita el empleo que de la palabra se hace, lo más acertado es recurrir a los sinónimos de generación en este caso, entre ellos figuran, “tipo, clase, modelo”, y cualquier otro que se desee utilizar. Lo que sucede en un caso como este es que además de introducir un aparato nuevo, de diseño moderno, tiene más alcance si también se acuña de paso un vocablo. Más que un concepto es un modo de venta. Se le ofrece en venta un producto tan, pero tan nuevo, que es de la próxima generación, es un adelanto de una generación al genio creador del hombre.

En lo relativo al término “próximo”, se adivina que debe interpretársele como “siguiente, posterior”, es un adelanto tecnológico desarrollado tomando como base un modelo precedente.

Lo que resta por desear es buena suerte en las artes adivinatorias, para poder desentrañar los secretos que subyacen en este envoltorio de terminología de “próxima generación”.

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