*INICIÁTICO – *DESCONFLAUTADO – *DENTRO DEL ORDEN DE – *MALAPRÁCTICA – *ATORÓN

“. . .enfrentar la obra como si ese encuentro tuviese el carácter de un acto INICIÁTICO”.

Se está frente a un caso en que el escritor no se conforma con lo que le ofrece la lengua reconocida y se lanza en brazos de la creación para gestar nuevos términos que le den satisfacción a su afán.

El afán es legítimo, si es verdadero. El acto de iniciación en una secta, en una sociedad secreta no es un acto *iniciático, sino de iniciación, como se escribió más arriba. Lo desafortunado del asunto es que una golondrina no hace verano. Un solo autor, no establece una regla, a menos que no sea muy famoso, muy respetado y muy testarudo. Lo de testarudo es lo más fácil de conseguir, pero lograr una legión de escritores detrás que lo sigan y una gran cantidad de hablantes que usen el término. . . es otra canción.

*DESCONFLAUTADO 

“. . .por culpa de su protuberante, algo DESCONFLAUTADA nariz”.

Casi no hace falta advertir que la palabra del título no ha logrado su cabida en el seno del Diccionario General de la Academia.

Si la memoria no falla, es la primera vea que se la encuentra usada en la lengua escrita. En un caso como este, no se sabe si calificar la inclusión de un vocablo como el del título en la lengua escrita como una audacia, o como un error. No faltará quien lo califique de atrevimiento o hasta de una desconsideración.

Como la palabra está formada obviamente por el prefijo DES- y la palabra “flautado”, se impone que se examinen los dos elementos, o más si los hubiere.

El prefijo mencionado posee varios valores, entre ellos: 1) inversión del significado de la palabra primitiva; 2) carencia o negación; 3) eliminación o privación; 4) en menos casos, equivale a “mal”.

Con respecto al otro elemento de la palabra, “conflautado”, tampoco tiene sentido. Lo que existe es flautado, que es semejante a la flauta en cuanto a la forma, o semejante al sonido del instrumento en su aspecto de sonido.

Si no se ofrece una definición certera acerca del término del título es porque hacía mucho que no se oía el uso del vocablo, y, el miedo al ridículo sujeta las riendas. Se le ha escuchado usado como “ridículo, en cuanto a la forma de algo”; también para algo que “no está en buenas condiciones de funcionamiento”; así como para las cosas que “se han deshecho, o que ya comenzaron a descomponerse en piezas”.

*DENTRO DEL ORDEN DE 

“. . .que podría representarle ingresos DENTRO del orden de los $20 millones”.

Como se nota al copiar el texto encontrado en la prensa, lo que no es acertado es usar “dentro” en esta expresión.

La expresión que conoce el uso y que consta en los diccionarios de uso del español es “del orden de” que “se aplica a la expresión de cantidades y significa que la cantidad de que se trata es aproximadamente la que se expresa”.

Se está presto a aceptar el uso de “dentro”, si se expresan dos cantidades entre las cuales se supone que debe fluctuar lo que se menciona. “Dentro del orden de los veinte a los treinta millones podrían estar los ingresos de ese señor”.

*MALAPRÁCTICA 

“Se hace por ello necesario establecer los límites adecuados a las demandas por MALAPRÁCTICA, para detener. . .”

El adefesio del título es una mala práctica que han tomado algunos malevolentes del idioma. Hasta esta práctica viciosa los lleva la semejanza engañosa que existe entre el español y el inglés.

En el origen de la barbaridad léxica se encuentra el inglés, lengua en la cual existe la palabra “malpractice”. En esa lengua, el vocablo citado es la falta o falla que se comete en el ejercicio de una profesión cuando no se usa el grado de habilidades profesionales que se espera de su ejercicio, y que de esto resulte un daño o lesión.

En español, en los casos en que un profesional no usa con propiedad los conocimientos que son de su especialidad, se le llama a eso “negligencia”, y el Catálogo completo de la Academia lo define como “descuido, omisión, falta de aplicación”. A lo que la Academia expone se le puede añadir la “falta de diligencia”. En algún diccionario profesional se encontrará que es “culpa profesional”. En el ámbito profesional es además una “falta de previsión o de precaución”.

Para seguir en  el camino de la Academia, se puede llamar este proceder como “negligencia profesional”. Otros han propuesto “descuido profesional”.

*ATORÓN 

“. . .dependerá más que todo de su habilidad para sacar a EU del ATORÓN económico”.

Aunque a uno le simpatice el vocablo, no hay más remedio que convenir en que no se aviene a las reglas de formación de las palabras, sobre todo, si ya existe otro vocablo semejante que expresa la idea. Lo único que logra un término como éste es darle mayor color al acto.

Según parece, el término en cuestión se relaciona con el verbo “atorar”, que significa “atascar, obstruir”, y en sus funciones pronominales, “atragantarse”. El nombre que corresponde al verbo ya citado es “atoramiento”, que es la “acción de atorarse o atragantarse”.

Este *atorón debe guardar parentesco con el “atracón”, que en lenguaje familiar expresa la “acción y efecto de atracar de comida”. De allí debe haber sacado la autora la terminación que le añadió al verbo, no se sabe si con el propósito de darle mayores proporciones, o con el de dotarle de valor de sustantivo.

De la misma familia que este *atorón es *atragantón que se ha escuchado en alguna parte de nuestra América Morena.

DELICADEZA 

“. . .un menú espectacular que incluye DELICADEZAS tales como un. . .”

Todavía en la edición del 2001, la Academia lo que hace es repetir lo que escribió ya en la anterior del 1992 para el término del epígrafe.

Sólo cuatro acepciones trae el lexicón completo de la lengua. Ninguna de ellas se refiere a las “exquisiteces culinarias”. Para las autoridades de la lengua una “delicadeza” es una finura, es “atención y exquisito miramiento con las personas o las cosas, en las obras o en las palabras”; es ternura, suavidad, escrupulosidad. Con lo transcrito anteriormente se agota lo que la Academia reconoce como significados para el término sometido a estudio.

Es bueno revisar lo que exquisito significa en nuestra lengua, para darle más valor  a lo que se propone como solución a la “delicadeza”. Exquisito es “de singular y extraordinaria calidad, primor o gusto en su especie; de donde “exquisitez” es la “calidad de exquisito”.

Como ya lo habrán adivinado los lectores, las “contorsiones del lenguaje” que hacen algunas personas, como en este caso, tienen en su origen la traducción de lo que se conoce en otras lenguas como “delicatessen” en inglés, del francés “délicatesse”, mientras que en alemán es “delikatessen”. La tienda que así se llama, es una tienda especializada en comestibles especiales. Muchos autores caen en la trampa de llamar “delicadeza” a estos artículos. Podría ser, “delicadezas gastronómicas” si se quiere, pero ya antes se explicó porqué no se puede usar sólo el vocablo.

De la delicadeza francesa es de donde el alemán arrancó para designar la tienda. De Alemania llegó a los Estados Unidos de la mano de los inmigrantes. De allí, Estados Unidos, es de donde por seguro lo habrán tomado los hispanohablantes, pues hay documentos que prueban que andaba de la mano de buenos escritores ya en el 1927 cuando Benavente lo puso en boca de uno de sus personajes a quien caracterizó “como un hombre de negocios a la norteamericana”.

El empleo de “delicadezas” es un calco semántico en el que se le confiere el significado de lo que no tiene. La única forma de salvar el asunto es colocándolo en buena compañía como se sugirió más arriba. Solo resta desearles que disfruten el consumo y la degustación de los “manjares” que se adquieren en las tiendas especializadas en “comestibles finos”. ¡Buen provecho!

CONVERSO 

“Los padres del joven habían descrito a su hijo como un CONVERSO al Islam que viajó. . .”

Algunas cosas parecen tanto a otras que casi son; sin embargo, no consiguen ser lo que la otra es por derecho propio. Así sucede con este participio pasado irregular del verbo convertir.

De acuerdo con lo que la Academia expresa en su Diccionario, se llama así al musulmán o al judío que se convierte al cristianismo. Además de ese significado posee el siguiente: “en algunas órdenes y congregaciones religiosas, lego, sin opción al sacerdocio”.

Según puede apreciarse a través de la definición primera del DRAE, el “converso” es sólo el que se convierte a la fe cristiana, ya sea procedente de la religión musulmana o judía.

No andan desorientados nuestros hablantes cuando usan la palabra “convertido”, para llamar así a las personas que pasan de la religión católica a una de las profesiones evangélicas. En el habla popular se dice “convertío”.

*DESVIADERO 

“. . .atraviesa iguales DESVIADEROS y desconexiones hasta arribar al encuentro. . .”

Este “desviadero” no aparece ni en los centros espiritistas, como diría un amigo.

El único término que se le ocurre al lector que puede reemplazar a este “desvarío” es el que indica la acción y efecto de desviar, “desvío”. Es legítimo que se use “desviación” en los casos en que se trata de una carretera que se aparta de la general.

De lo expuesto más arriba a llegar hasta el desatino del título, es mucha la distancia.

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