DESORDEN – TRASTORNO – *SENSACIONALIZAR

A. C., un médico de origen cubano libanés, en el Centro de Investigación de DESÓRDENES del Sueño, en Miami. . .”

Hace ya un buen tiempo que los hablantes y escribientes del español están causando un desorden en el seno del español. El desorden lo provoca el mal uso que hacen de esa palabra, en lugar de la otra que aparece en el título de esta sección


Todo nace de que en inglés la voz “disorder”, se utiliza en asuntos de la salud. La voz guarda o tiene algún parecido en su pronunciación con el vocablo “desorden” del español. En inglés un “disorder” de la salud es una condición anormal física o mental.

Lo que en inglés es un “disorder”, en español es un “desarreglo, un trastorno”. Es una anormalidad funcional. Es un estado patológico físico o psíquico. El “Diccionario de términos médicos inglés-español, español-.inglés” de Ruiz Torres, 1986, tiene ese concepto derecho.

Tiene ese diccionario ejemplos para ilustrar el uso, “desarreglo afectivo, trastorno del carácter, desarreglo de la conducta, trastorno de la personalidad”.

El “Diccionario médico español-inglés, inglés-español” de Herrera y Grabb (1996) no está tan claro en cuanto a este concepto. Menciona a desarreglo y trastorno como equivalentes, pero el primero que ofrece es desorden. En este punto no fue acertado.

En español el desorden es la confusión y alteración del orden. Se dice y escribe acerca de alguien que tiene “las facultades mentales alteradas”, no desordenadas.

En materia de orden y disciplina, el desorden es una perturbación en un grupo, en una reunión o en una comunidad de personas. Es un disturbio que altera la tranquilidad pública. Por último, es un exceso o abuso.

En cuanto a trastorno, es una “alteración leve de la salud”. Se habla de trastorno mental. Un trastorno de salud es un síntoma de enfermedad. Cuando una persona sufre un trastorno se le altera la normalidad de la vida. En el aspecto de la salud, si sufre un trastorno se le altera el estado físico o mental.

En la lengua común, el desorden es una confusión, un desconcierto, una falta de orden. Hay desarreglo, que fue una de las equivalencias sugeridas por Ruiz Torres, citado antes, cuando se produce una irregularidad en el género de vida.

*SENSACIONALIZAR

“Estos son los temas más fáciles de SENSACIONALIZAR, auguran una epidemia imposible de controlar que. . .”

Una sensación es el efecto producido en los sentidos por las cualidades físicas de las cosas. Lo que es sensacional, es impresionante, es lo que causa sensación muy fuerte. En la generalidad de los casos se aplica la palabra sensacional a lo que gusta de modo extraordinario a o a lo que es muy conveniente.

La sensación es la “huella que las cosas dejan en el interior o en el alma por medio de los sentidos”. Es, por otra parte, “la emoción producida en el ánimo por un suceso o noticia de importancia”. Estos conceptos se extrajeron del “Diccionario razonado de sinónimos y contrarios” de José Ma. Zainqui, 1973.

Si se trata de algo que causa sensación se usa el verbo “causar” para introducir el sentimiento que se experimenta. Se “produce” sensación en alguien cuando esa persona reacciona a lo que recibe como estímulo.

El verbo *sensacionalizar no se ha integrado al español común de los hablantes. Como se escribió antes, en lugar de eso se dice y escribe que algo “causa, produce” sensación. Del mismo modo puede decirse que algo “da, hace, ocasiona, trae, suscita” sensación.

QUICIO

La palabra quicio tiene su sentido propio que se le reconoce desde hace muchos años. En la República Dominicana el nombre masculino se usa también con otra significación.

Ser un quicio es ser un haragán, como muy bien lo define Carlos Esteban Deive en su “Diccionario de dominicanismos”, publicado en el año 2002.

Solía escucharse antes que se calificaba de quicio a la persona que no era muy dada a moverse con facilidad. A los lentos, los perezosos, a los enemigos del trabajo gratis o asalariado. Decían, “Ese tipo es un quicio”.

En esos años se oía también con frecuencia una expresión que se presume que es dominicana para referirse al holgazán. “Es más haragán que la quijá de arriba”. Por quijá debe entenderse la quijada, y en este caso el maxilar superior. La expresión tenía asidero muy fuerte, porque el maxilar superior no se mueve, el maxilar inferior es el que hace todo el trabajo.

Con el vocablo quicio sucede algo semejante a lo que ocurre con la quijada. El quicio es una parte que no se mueve. La función de esta parte de una puerta, por ejemplo, permanece fija. No debe moverse. Su función es permitir que las partes movibles de la puerta hagan su función.

Quicio es un término muy antiguo en el idioma español. Joan Corominas documenta su existencia en español desde el año 1405. Tiene una historia muy interesante en su aspecto etimológico. “Parece haberse sacado secundariamente de resquicio “abertura que hay entre el quicio y la puerta”. Los datos citados aquí figuran en el “Breve diccionario etimológico de la Lengua Castellana”, 1967.

*DISRUPCIÓN

“. . .el principal interés político de China en América Latina es preservar la estabilidad, cosa de que no haya DISRUPCIONES en sus suministros de materias primas.”

Esta “disrupción” es una nueva invención. O mejor, una nueva incorporación al idioma español. La Academia todavía no está al tanto de ello.

Como sucede en la mayoría de los casos, aquí también el origen de la palabra se encuentra en los predios del idioma inglés. En inglés tienen varias voces de esta familia.

Entre las voces del inglés están, “disrupt”, con funciones de verbo transitivo, que equivale a romper, separar, sembrar el desorden o interrumpir el curso normal de algo. El adjetivo correspondiente en esa lengua es “disruptive”. El sustantivo es “disruption”, con el adverbio “disruptively”.

De todas esas palabras del inglés, las que se cuelan con mayor facilidad son el sustantivo y el adjetivo. Ese fenómeno se produce porque la terminación de las voces inglesas se adapta con facilidad al español.

Los verbos que corresponden que se empleen en los casos en los que se cuela el del inglés son, “romper, desorganizar, interrumpir, desbaratar o afectar (planes), dar al traste con, trastornar”. Para el sustantivo conviene que se utilice “rompimiento, desorganización, interrupción, desbaratamiento, trastorno”. Para el adjetivo convienen, “destructivo, subversivo, perjudicial, perturbador”.

Con el análisis efectuado en los párrafos anteriores se pretende acabar con las dudas con respecto al vocablo estudiado, así como los demás de la misma familia.

FLUENTE

“. . .que acorta en un año el plazo para solicitar la ciudadanía estadounidense a aquellas personas que sean FLUENTES en el idioma inglés.”

El adjetivo correspondiente para el verbo fluir es fluyente, que no significa otra cosa sino “que fluye”. La forma fluente es “igualmente correcta, aunque mucho menos frecuente en el uso”, así se expresa el DPD.

Cuando se desea expresar que una persona tiene facilidad para expresarse en un idioma, se dice que esa persona tiene facundia. Eso indica que las palabras fluyen con facilidad de su boca.

En inglés se utiliza la voz “fluent” para la persona capaz en el habla. Para esa voz la traducción es fluido, corriente, y en el habla, elocuente, facundo, de lengua fácil. Si se desea decir que una persona habla una lengua extranjera con soltura y precisión, se dice que es “competente” en esa lengua. Domina esa lengua extranjera sin vacilaciones.

FRAGMENTO – FRACCIÓN

“. . .y los culpables pagan sólo un FRAGMENTO de la suma original.”

La fineza de la lengua se refleja cuando el hablante o el redactor emplean los términos que se avienen mejor a lo expresado. Una palabra puede ser parecida en su concepto a lo que se desea expresar; sin embargo, solo se acerca a lo exacto. Se aproxima al significado sin reflejar la realidad.

Los dos vocablos que se encuentran en el título de esta sección definen cosas que se parecen, pero no son idénticas. Cada una tiene su campo de acción delimitado por el concepto al que se acomodan.

Si lo que se desea es hacer de la lectura un ejercicio placentero, entonces hay que echar mano de las palabras que mejor definen lo que se trata de transmitir.

Un fragmento es “parte o porción pequeña de algunas cosas quebradas o partidas”. Se destaca de inmediato la parte final de esta definición. Se trata de cosas “quebradas o partidas”. Los dos verbos están en funciones perfectivas, es decir, que expresan “el estado presente del sujeto como resultado de una acción pasada”. Esta definición se toma del “Diccionario de términos filológicos” de Fernando Lázaro Carreter, 1962.

Con respecto a “fragmento” el diccionario de la RAE incluye más precisión, pero para los fines de esta argumentación basta con lo que se retiene. Para la voz fracción las autoridades de la lengua han retenido las nociones que cubren un campo mayor. No obstante eso, aquí se limitará el estudio a lo que atañe directamente al asunto tratado.

Una fracción es: “División de algo en partes. Cada una de las partes separadas de un todo consideradas como separadas”. En la opinión que se defiende aquí, la fracción es una división intencional, al tiempo que la fragmentación no es un hecho consumado con la intención de producir ese resultado.

Vaya, hay científicos que fragmentan pequeñísimos elementos de modo voluntario, ésos son casos muy aislados. En la generalidad de los casos la posición que se defiende aquí es sólida.

Casi siempre cuando se divide de manera intencional se divide en fracciones. Piénsese en el caso de la repartición de algo. Si se procede de esta manera se divide en fracciones, en partes. Los fragmentos resultan a veces hasta de hechos espontáneos y en la mayoría de los casos no producen partes de tamaños iguales.

Es más, en el habla común, para expresarse de modo derecho, en una situación como la de la cita dicen: “…y los culpables pagan solo una PARTE de la suma original.” Dicho sea de paso, hay una solución mejor para este “original” del texto.

CONGELAR

“Numerosas ambulancias se presentaron en la escena del accidente, que CONGELÓ una hora de máximo tráfico.”

En otras ocasiones se ha comentado el uso del verbo “congelar” que se utiliza también en otras circunstancias. Se ha combatido en esos casos por consistir en un estirón desmesurado de su significado primero.

Las autoridades han prestado un oído atento al uso de los hispanohablantes con respecto a este verbo. Hace años que la evolución va en progreso. El diccionario de las autoridades madrileñas de la lengua ha mostrado cambios acordes con los usos. En cada nueva edición del DRAE se notan nuevas incorporaciones y nueva redacción.

Si se examina la cita se verá que no va más lejos que los usos que han terminado por imponerse a las autoridades. No cabe duda, la lengua pertenece a los hablantes. Son ellos quienes configuran la misma. Parte de la labor de los hablantes es enriquecer el acervo lingüístico.

Como se mencionó más arriba, este verbo es un buen ejemplo de evolución. En el texto citado, el redactor cree que está empleando el verbo en uno de sus usos ya aceptados, pero como se pretende demostrar más abajo eso no es así.

En la edición del 2001 del diccionario de la RAE, aparece una redacción y una acepción nueva para el verbo congelar. Es una modificación de lo que había sido modificado ya antes en la edición del 1992.

En la acepción que ocupa el quinto lugar dice así: “Detener un proceso o una actividad POR TIEMPO INDEFINIDO.” Si se hila fino se nota enseguida que en la cita dice: “…que congeló UNA HORA de…”

Por el camino emprendido con relación a este verbo parece que se llegará muy lejos. No estaría mal si se decide ponerle fin a los estirones inconsiderados que se le dan constantemente al verbo congelar.

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