DEMOCIÓN – FRONDA – ATRIBUCIÓN ECONÓMICA – INCONFORMIDAD

“Esas quejas hablaban de discriminación en promociones, de DEMOCIONES injustificadas y hasta de chantaje”.

Esta “democión” no aparece ni en los “centros diccionaristas”. Parece que pertenece a la tercera lengua, de la cual ni se enteran los millones de hablantes de la lengua española. La “tercera lengua” es la que nace entre dos lenguas, o se compone de dos de ellas y sirve a terceros para comunicarse. Por suerte, no hay que derramar lágrimas sobre este asunto. Sólo unos pocos producen aberraciones que satisfacen  su hibridismo encubierto.


El vocablo cuyo significado trata de establecerse no figura ni en el diccionario mayor, ni en los diccionarios de neologismos. Como todo apunta hacia la segunda lengua, hay que volverse a esa, y por el contexto tratar de localizar algún término en ésa (inglés), que desempeñe las funciones.

En inglés, el verbo en infinitivo es “to demote”, que significa “reducir a un grado o rango menor”. El sustantivo que corresponde al verbo es “demotion”, que es lo contrario de promoción. En épocas mejores llamaban a la reducción de rangos, “degradación”. Se usaba tanto en la milicia como en el sentido abstracto. Existe en español la “deposición” que es un grado superior, es la “privación o degradación de empleo o dignidad”.

Quien se orienta con respecto a la familia de palabras, notará enseguida que si existe en inglés es porque pertenece a la misma familia, es decir, procede de mover, empujar a un lado, echar a un lado. En latín era demouere, y el participio pasado en esa lengua era demotus, de donde llegó al inglés antiguo, hecho verbo como se escribió en el párrafo anterior.

Es una lástima que no esté asentado en el DRAE, porque sería de utilidad. Es más sencillo que el “degradar” del español que ha adquirido un contenido envilecido. Ya que existe el verbo promover, el nombre promoción y contamos con tantas palabras de la misma familia, solo la falta de uso ha impedido que se le acepte. No sería motivo de sorpresa si en el curso de este siglo esta palabra se incorpora a la lista consagrada por la Academia si su uso persiste y se impone.

A este grupo de términos pertenece también el español “remoción”, que es la acción y efecto de remover y que en su segunda acepción es “privación de cargo o empleo”.

FRONDA

“. . .y se comienzan a sentir los vientos de FRONDA de la gran depresión en. . .”

Aquí se podría repetir lo que se ha escrito en otras partes de estos análisis. El mejor conocimiento que puede tener una persona es el de sus limitaciones. Tan pronto como el escritor o periodista sabe cuales son sus debilidades puede recurrir al diccionario para verificar aquello sobre lo que no está seguro.

La palabra del título cuenta con dos entradas en el diccionario mayor de la lengua. En la primera tiene tres acepciones y todas ellas se refieren a hojas y plantas. La segunda “fronda” de la Academia tiene su origen en la lengua francesa y pertenece al ámbito de la medicina, es un vendaje. El nombre se lo debe a la forma de “honda” que tiene el lienzo de cuatro cabos.

No hay que perder la paciencia ante estos vientos. La expresión debería escribirse “vientos de Fronda, así con la F mayúscula, porque debe su origen al francés Fronde, que eran las peleas con hondas de los chicos de París entre ellos, incluso con las autoridades que intentaban reprimirlas. En la historia francesa hay varias Frondas famosas, la primera, la del Parlamento “Fronde parlementaire”, Fronda Parlamentaria, de 1648-49. Después de esa vino la “Fronde des princes”, Fronda de los Príncipes, 1649-53.

En español la expresión “aires de Fronda” se usa para indicar que soplan vientos o amenazas de revolución o motín. Las etimologías son un encanto para las personas que tienen tiempo para perseguirlas. La honda del español y la “fronde” del francés tienen el origen común, sólo que en francés se deformó, tomado del latín “funda”, por alteración de “fonde”, pues en la lengua popular adoptó la R. El partido de los descontentos se llamó también el Partido de la Fronde.

Es tal la relación de la fronda del español con las hojas que se mencionaron antes, que de allí nace “frondoso, frondosidad”. En francés las hojas son “feuilles”. De la misma “rama” desciende el “follaje”. El último vocablo procede del latín “fronde”.

En portugués se emplea la palabra con la misma ortografía que en francés y latín “fronde”, pero con una significación ligeramente diferente, sólo relativa a las hojas, a las plantas. El portugués ha conservado muchas palabras más que el español de la misma “raíz”; en esta lengua se localizan catorce sin gran esfuerzo.

Las “hondas” de los descontentos franceses son los predecesores de los “tirapiedras y tirachinas” de nuestra América. En algunos países de nuestra América todavía hay quien sabe usar muy bien los dos instrumentos, el “tirapiedras” y la honda.

ATRIBUCIÓN ECONÓMICA 

“. . .alude al caso de un padre que se negaba a pasar a su ex esposa la ATRIBUCIÓN ECONÓMICA mensual por el hijo. . .”

¡Pobre lector! Enfrentado a compuestos de este género imagino que tendrá que echar mano de la “bola adivinadora” para poder entender de qué se trata. El problema tiene su origen en la palabra “atribución”. Enseguida se pasa al examen.

El verbo “atribuir” es “aplicar, a veces sin conocimiento seguro, hechos o cualidades a alguien o algo”. También es “señalar o asignar algo a alguien como de su competencia”. La “atribución” del título es la acción de atribuir, con lo que se reduce el asunto a aplicar, señalar o asignar. El “lexicón completo” define la acción así: “cada una de las facultades o poderes que corresponden a cada parte de una organización pública o privada según las normas que las ordenen”. Las cursivas son mías, R.G.

La atribución es la facultad que tiene una persona con relación al cargo que ostenta. En sentido figurado es el derecho o autorización que tiene esa persona para hacer algo. En sentido más elevado equivale a dignidad, prerrogativa. En este punto hay que detenerse y tratar de colocar el término examinado en su lugar.

Los matices, en el seno de la lengua, permiten que en el caso del texto se use la palabra “asignación”, para lo que trató de expresar el periodista. Ese concepto lo define la autoridad de la lengua de este modo: “Cantidad señalada por sueldo o por otro concepto”. El vocablo clave aquí es “cantidad”, y la alusión a sueldo. El verbo asignar es “señalar lo que le corresponde a alguien”. El uso propio y adecuado de la terminología correspondiente a cada caso es lo que distingue al experto en la lengua del simple aficionado, al profesional del aprendiz.

INCONFORMIDAD

“. . .con el paso de los años la acidez estomacal le provocaba gran INCONFORMIDAD”.

Se impone comenzar deslindando los campos de acción de la palabra que se trata de estudiar. La “inconformidad” es la “cualidad o condición de inconforme”. Esta definición obliga a consultar el significado de “inconforme”.

El adjetivo inconforme es el que se aplica  al sujeto que es “hostil a lo establecido en el orden político, social, moral, estético, etc.” El término también es posible usarlo como sustantivo al igual que “disconformidad”.

El descubrimiento que hizo el médico, o en su defecto la periodista, de que la acidez estomacal produce con el paso de los años “inconformidad” es motivo suficiente para que se proponga el otorgamiento de algún tipo de reconocimiento por su descubrimiento científico. Si uno se detiene a pensar lo que sucedió. . . se cometió aquí una ligereza. Se empleó el vocablo examinado en un sentido que no posee, pero que se ha escuchado en conversaciones informales.

Hasta el momento en que se leyó este artículo, lo que siempre se había escuchado es que la acidez estomacal provocaba molestias, dolores ocasionales, malestares, y otros síntomas conexos que son la consecuencia directa o indirecta del mal. Hace unos años se aseguraba que las personas malhumoradas tenían propensión a la acidez. Quien sabe. . . quizás es lo contrario. Tal vez lo mencionado en la oración precedente es lo que quiso expresar la autora del artículo. ¡Qué Dios se apiade de los lectores!

LIBRE DE 

“. . .que vienen en dosis diarias individuales y son LIBRES DE preservativos”.

Los preservativos a los que se refiere el texto son las sustancias añadidas a otras para evitar algunos procesos químicos. Lo que se critica es la expresión “libre de” en este caso.

Siempre que se trae a colación esta expresión viene a la memoria la famosa, “quien se sienta libre de pecado, que lance la primera piedra”. Las palabras del evangelio están lejos de estar contaminadas con calcos del inglés. Claro, en este caso está empleado con toda propiedad.

En español, lengua que tanto criticamos por sus largas expresiones y circunloquios para transmitir las ideas, existe una forma más corta para decir o expresar lo mismo, “sin”. Una sílaba resuelve el asunto.

En las traducciones de textos técnicos y científicos, sucede con mucha frecuencia que cuando el traductor encuentra “free of”, para no perder ninguna palabra al trasladar el texto al español se excede en el celo y lo hace como se encontró en el texto comentado. Claro, el traductor está en el deber y la obligación de decir todo lo que está en el original, no decir nada que el original no diga, pero también decirlo (escribirlo) todo con la corrección y naturalidad que permita la lengua a la cual se traduce.

Son descuidados quienes al ver un letrero en inglés que reza, “free admission”, traducen por “entrada libre”, cuando en realidad a lo que se refiere el letrero es que no se cobra para entrar. Esto en buen español es “entrada gratis”. No le quepa duda a nadie, que por muy “free admission” que diga, pobre de aquel que se presente haciendo galas de mala conducta o vociferando improperios.

Se echa de menos el tiempo aquel en que los escritores, en su empeño por ser correctos e instruir al tiempo que escribían, expresaban ideas como las del texto del modo siguiente, “exentos de preservantes”. ¡Qué tiempos aquellos!

*IGUALIZACIÓN 

“El estado impuso el llamado impuesto de IGUALIZACIÓN -alrededor de 3 centavos por. . .”

Hay que admitir que la lengua se está democratizando, sin embargo, no es para tanto como para que se la ultraje. Como consecuencia de esos fenómenos de la lengua, el verbo “democratizar” acepta que se incluya ese infijo en el infinitivo, que luego pasa a designar en el sustantivo la acción que resulta, o el proceso, la “democratización”. Mas esto no es aceptable en el vocablo del título.

Como ha de entenderse, este sustantivo no se conoce en las páginas de los diccionarios que se preocupan por la salud de la lengua. No se le admite tampoco en los libros que se preocupan por la comunicación efectiva a través de la lengua española.
Lo que aparece en el DRAE es la “igualación”, que es la “acción y efecto de igualar”. En su segunda acepción es “ajuste, convenio o concordia”. El término “igualamiento” también existe con el valor de igualación.

UBICAR 

“El ejército UBICÓ un campamento desocupado de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. . .”

Uno de los propósitos principales de estos comentarios, estudios y análisis acerca de la lengua es mantenerse al tanto de los últimos cambios que ocurren en la lengua.

Con respecto al verbo “ubicar”, se ha operado un cambio en la redacción de las acepciones asentadas en el catálogo mayor de la Academia.

En la edición de 1992, el DRAE sólo traía dos acepciones, que eran las del verbo intransitivo, en el sentido de “estar en determinado espacio o lugar”, y la acepción americana con el valor de “situar o instalar en determinado espacio o lugar”.

En la última edición correspondiente a 2001, el DRAE consigna siete acepciones. De ellas, cuatro corresponden a significados americanos.

En Argentina, Cuba, Honduras y Uruguay, el verbo significa colocar, mas en el sentido de “acomodar a alguien en un empleo”. Tiene usos pronominales también. La tercera acepción actual se atribuye a Argentina, Cuba, Honduras y Uruguay, y es “traer a la memoria de algo o alguien”. La cuarta acepción, añadida también recientemente, es la que se usa en el texto, es “hallar (dar con lo que se busca)”. Así se emplea la palabra en el texto comentado. De nuevo, la Academia entiende que este uso procede de Argentina, México y Uruguay. En México también se conoce el verbo con la función de “buscar (hacer algo para hallar)”. La séptima y última acepción indica “obtener un buen puesto en un concurso”, cuando se le usa como verbo pronominal. Ésta tiene su origen o uso en Uruguay; al menos así lo señala la Academia.

Los cambios son tan severos que la segunda acepción pasó a ocupar el sexto lugar. De las siete acepciones, cinco nacieron en América. Si bien es cierto que en el pasado se podía criticar a la autoridad madrileña por su empeño en conservar lo ibérico, no es menos cierto que en esta ocasión ha dado muestras de enmienda.

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