Conchar – molestia – agarradera (empuñadura) – pedofilia (pederastia) – sotto voce – *urbanitas

CONCHAR

Este verbo deriva de la voz dominicana concho que denomina el “servicio de transporte colectivo urbano de pasajeros en coches y motocicletas”. Esa es la acepción que aparece en el Diccionario del español dominicano (2013). Como muy bien asienta ese diccionario concho es también el carro dedicado a ese transporte. No ha de hacérsele reparo al “coche” peninsular.

Puede recordarse que para las motocicletas hay un  vocablo compuesto de concho que es “motoconcho”. El verbo correspondiente es “motoconchar”. Si no se oye con frecuencia este verbo es porque es muy largo y desanima la utilización de parte de los hablantes.

Concho se oye en las conversaciones entre dominicanos con la función de interjección, de modo exclamativo, para expresar sorpresa, admiración. Hay que reconocer que en muchos casos funciona como un sustituto de otra palabra menos publicable de cuatro letras, que comienza con la letra ce /c/ y con una eñe entre dos oes /o/.

El verbo conchar es “trabajar como chofer de carro público o de motoconcho” (DED) Este verbo tiene una acepción por extensión, eufemística, relacionada con la que le es propia. Referido a una mujer conchar significa que es “de servicio colectivo”. Se dice de una mujer que está conchando cuando ella entrega sus servicios sexuales a cambio de dinero.

No se debe mostrar extrañeza que se trate aquí un verbo de este tipo que se considera de mal gusto porque se relaciona con una actividad censurada por las buenas costumbres sociales. Se menciona el verbo porque al igual que la actividad a la que se refiere forman parte de la realidad cotidiana dominicana.

MOLESTIA

“. . .fue capturado el lunes y enfrenta cuatro cargos por asalto sexual contra la pequeña y otros tres cargos por MOLESTIAS lascivas contra esta”.

En algunas ocasiones lo que se lee en los periódicos en español son traducciones o adaptaciones de noticias que reseñan acontecimientos que tuvieron lugar en países de habla extranjera. Al hacer estas labores algunos desprevenidos traducen o adaptan sin observar el debido cuidado. Esta sección se ocupará de demostrar que en el caso de la cita existe una traducción más adecuada que la del periodista.

El verbo del inglés to molest se ha degradado. Su significado conlleva connotaciones sexuales negativas, tales como: faltar el respeto, ofender, meterse con alguien. Es en inglés hacer indecentes insinuaciones sexuales; acosar sexualmente. No son por tanto molestias, sino insinuaciones.

En el campo jurídico to molest debe traducirse por agredir o agraviar sexualmente a una persona. Incurrir en abusos deshonestos. Esto aparte de la vertiente en cuanto a invasión de privacidad, intimidad o tranquilidad personales.

En español la molestia es la sensación de fastidio o enojo. Es una falta de comodidad. Es una perturbación o trastorno del bienestar o la tranquilidad de alguien; es un enfado, desazón o inquietud del ánimo.

Algo parecido a lo que sucede entre el español y el inglés acontece entre el español y el portugués con el verbo molestar y el sustantivo molestia. En portugués molestar es ‘causar daños o perjuicios; afectar, atacar’. La molestia en esa lengua es una dolencia, enfermedad, un achaque. En portugués una moléstia profissional es una enfermedad laboral, profesional o de trabajo que se contrae o se desarrolla como consecuencia del trabajo que se ejerce.

Estos enumerados más arriba son ejemplos de los famosos falsos amigos que pueden acarrear consecuencias costosas en materia de traducciones legales, o médicas. Hay que evitar esos enojosos resultados que terminan en pagos por reparación o indemnización como consecuencia de los daños y perjuicios que causan.

AGARRADERA – EMPUÑADURA

“Sin embargo, el agente regresó con una multa y vio la AGARRADERA de una pistola entre las rodillas del hombre”.

Desde el principio hay que anunciar que se aprovechará el encuentro que se ha tenido con la palabra agarradera para sugerir un mejor vocablo en el caso de la cita. Pero ahí no acaba la historia, los dominicanos tenemos una agarradera que no está documentada en los diccionarios de dominicanismos. Se repasarán aquí casi todas las acepciones de “agarradera” para deleite personal y de terceros.

Con respecto al uso del vocablo agarradera en el texto copiado, hay que señalar que no es la mejor selección. Es un término muy genérico. Es la parte arqueada y sobresaliente de un objeto, sí la parte de un objeto para cogerlo por él, el asa.

La empuñadura lleva en su seno la palabra puño que es la mano cerrada, la que sujeta el objeto abarcándolo. La empuñadura es la guarnición o puño de las armas. Aquí debió usarse empuñadura y no agarradera.

Ahora a entrar en materia con respecto a la voz agarradera. Agarradera es una voz que en dominicano significa acción reiterada de agarrar o agarrarse. Esa terminación añadida a un verbo -agarrar en este caso- para una acción repetida es una solución muy propia del español americano.

En otras acepciones agarradera es el paño acolchado para asir objetos calientes. En algunos países son los senos de las mujeres. En otros son las nalgas. En algunos países americanos es una riña entre dos o más personas. En otros más es un forcejeo durante un juego.

Ahora la agarradera dominicana. Es la ocasión, momento, en que las personas -sobre todo jóvenes- de alguna forma se las ingenian para “agarrarse” de modo sensual. Generalmente eso se producía durante una fiestecita. En otros momentos, hace más de 50 años, algunas de esas fiestecitas celebradas en casas particulares se llamaban CNF, que era la sigla de “coge-nalga-familiar”.

Hay que hacer constar aquí que esa “agarradera” y ese CNF no figuran en diccionario alguno de dominicanismos. Lo del CNF quizá fue una voz (ceeneefe) que no alcanzó a penetrar durante largo tiempo los filtros del habla de modo tal que merezca asiento junto con otras voces como “agarradera”, que incluso figura en un merengue que fue muy popular años ha. Hay que poner al día las obras del tema para que reflejen con exactitud y de modo íntegro las voces del español dominicano.

PEDOFILIA – PEDERASTIA

“. . . deberán renovar su constitución tras los escándalos de PEDOFILIA que desde hace años azotan a la entidad”.

Las dos palabras del título hace largo rato que ocupan de modo continuado los titulares de los periódicos en toda la aldea global. Se hace necesario adentrarse en el estudio de ellas porque en más ocasiones de las que pueden tolerarse los redactores incurren en errores. Colocan un término por otro o, piensan que los dos tienen igual significación.

La pedofilia es una perversa atracción erótica o sexual que experimenta un adulto hacia los niños o los adolescentes de ambos sexos. No es abuso de menores.

La pederastia es el abuso sexual cometido con niños; es la práctica del pederasta que comete abusos deshonestos con niños. La pederastia es también la práctica del coito anal. La Real Academia de la Lengua Española ha enmendado este artículo e incluye en la nueva redacción que es también la: “Inclinación erótica hacia los niños”.

Las personas que sienten atracción erótica hacia los niños pueden ser llamados pedófilos o pederastas; pero no sucede lo mismo al contrario.

De nuevo, los dos vocablos no son equivalentes. Nótese bien la diferencia para no incurrir en errores. Este tipo de error en un medio de comunicación puede tener consecuencias funestas.

SOTTO VOCE

“¿Qué secreto gobierna el control de la ultraderecha sobre el Partido Republicano? Es el SOTTO IL VOCE, secreto a voces que siembra, alienta y utiliza el resentimiento de la clase media. . .”

Algunas personas pueden pensar que sottovoce o sotto voce forma parte de los latinismos, pero no es así. Es un italianismo que se utiliza en español desde hace siglos.

Este italianismo se ha integrado de tal forma a la escritura del español culto que la Real Academia de la Lengua Española ha decidido incorporarlo a la vigésima tercera edición de su lexicón mayor.

Incluye esa docta Academia esa voz como un artículo nuevo y asienta que es una voz italiana que significa: “En voz baja, en secreto”. Ha de tenerse en cuenta que puede escribirse como una sola palabra o bien dividida, como se las ha presentado más arriba.

Lo que no es posible hacer es incluir il entre las dos voces, por lo menos en el adverbio adoptado por los hispanohablantes.

Con esto de las palabras adoptadas como un todo en español y que proceden de lenguas extranjeras siempre hay que andar con cuidado para no incurrir en errores. Se precisa verificar la ortografía cada vez. Son muchos los errores comunes; sobre todo con las que proceden del latín.

*URBANITAS

“Le vende cafés sofisticados a los URBANITAS que están dispuestos a pagar un precio Premium por el oscuro néctar”.

El lector común, el que en la actualidad no ha llegado a aprobar su examen de bachillerato, para el cual se escribe en los periódicos, es muy probable que no logre descifrar lo que este *urbanitas significa.

La culpa no es del lector; es del redactor que piensa que puede adaptar todo tipo de voces de otras lenguas al español con solo cambiar algunas letras. Eso que se critica en la oración anterior es lo que ha sucedido en el caso de la cita.

Como en español no se cuenta con una palabra derivada de urbe que sirva para mencionar a la persona que vive en una concentración grande de personas en una ciudad, se toma del último vocablo cita para formar un vocablo que sustituya al inglés urbanite que en esa lengua expresa: persona que vive en una ciudad.

En español americano se creó “citadino”, que no aparece en el DRAE. Es una voz corriente en el español americano de doce países en el registro culto, en tanto que adjetivo para dar a entender que es “relativo a la ciudad”. En doce países hispanoamericanos citadino funciona como adjetivo y sustantivo para mencionar a la “persona que vive en la ciudad y le agrada estar en ella”. Las dos acepciones copiadas se extraen del DAA.

Vale la pena que se mencione que no hay diccionario publicado en España del español peninsular o “de uso” que miente el vocablo hispanoamericano.

El DED, 2013, asienta el término citadino, na con las funciones de adjetivo y sustantivo y le asigna una muy bien redactada acepción: Referido a persona ‘que vive en la ciudad y gusta de la vida en ella’. En funciones adjetivas corresponde, conforme a ese diccionario, a “perteneciente o relativo a la ciudad”. Consigna esa obra que pertenece al registro culto del habla.

El Diccionario del español usual en México simplifica el asunto al asentar en sus páginas el vocablo citadino, adjetivo y sustantivo: “que vive en la ciudad o que se refiere a ella”.

Compare al final los millones de personas que utilizan la palabra citadino/na y la totalidad de hablantes de español. El resultado terminará en una cantidad enorme que sanciona positivamente el empleo.

Roberto E. Guzmán