CHURRIOSO

“En el bestiario rodante son punto y aparte los CHURRIOSOS, que dejan cortos a los camiones de basura.”

Esta es una de esas palabras que pueden producir gracia o escalofríos. Hay que tener cuidado cuando se la oye porque no posee el mismo significado en todas las versiones del español americano.


El Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española (DAA) para churrioso recoge la acepción cubana en funciones de adjetivo como referido a persona o cosa: sucia.

El autor de estos comentarios afirma que ha oído de labios de dominicanos la misma voz, churrioso, para designar con ella a la persona que está sufriendo de una leve diarrea.

Se puede asegurar que ha oído también para una situación parecida el uso del vocablo diarreoso para aplicárselo al individuo que se encuentra en una situación semejante al anterior. Los dos padecen del mismo trastorno intestinal.

La palabra churria es de uso en República Dominicana para denominar a la diarrea, solo que con menos delicadeza. En realidad una persona de la alta sociedad padece una diarrea. Un ciudadano común soporta una churria. De esta churria es de donde desciende el churrioso.

Los panameños y los colombianos conocen la churria dominicana, es decir, la diarrea con ese nombre. Como es un término poco delicado cada vez se le oye menos en las conversaciones y muchas personas prefieren utilizar el eufemismo “velocidad intestinal” para referirse a las deposiciones continuas y líquidas.

Ya se oye a algunos hablantes de español en los Estados Unidos que utilizan “movimiento intestinal” para mentar las defecaciones. Este es un calco del inglés que hay que evitar.

*OBSTRUCCIONAR 

“…y el gobierno cubano ha procurado OBSTRUCCIONAR la eliminación de esa prohibición…”

Tal y como sucede muchas veces en las lenguas vivas cabe que uno se pregunte porqué existe un verbo salido de un sustantivo y no otro verbo salido de otro sustantivo parecido.

No hay discusión con respecto a la existencia de obstrucción que es la acción o el efecto de obstruir u obstruirse. La madre Academia en su diccionario asienta los dos tipos de obstrucción. La de las asambleas y grupos deliberantes cuyo objetivo es retardar o impedir acuerdos. También registra la obstrucción que conoce la Medicina, que es la que ocurre cuando se impide el paso de materias líquidas, sólidas o gaseosas en las vías del cuerpo.

Cabe que uno se pregunte de nuevo y más precisamente porqué no existe el verbo del título si ya hay muchas otras palabras de la familia que se han incorporado a la lengua corriente, entre ellas figuran: obstrucción, obstruccionismo, obstruccionista y obstructor/a.

La razón que puede explicar la negativa de las autoridades a aceptar el verbo del título es que ya cuenta la lengua común con el verbo “obstruir” para los mismos fines.

No hay que acatar este tipo de razonamiento del párrafo anterior sin recordar que existen muchos verbos en español que indican la misma acción de otro preexistente y que en algunas ocasiones se parecen entre ellos. En abono y beneficio del verbo obstruir hay que recordar su brevedad.

Quizá la razón para que no haya prosperado la inclusión del verbo en estudio es que el uso no es constante o porque no ha sido apoyado por plumas de valía.

CONSERVAR 

“A los médicos les prohíben preguntar a sus pacientes si CONSERVAN armas en casa.”

Este verbo en esta compañía produce una reacción de incredulidad. No se piensa que sea el mejor verbo para comunicar que una persona tiene armas en su domicilio, o que posee armas.

El verbo conservar tiene un campo de acción bastante bien definido a través de toda su vida lingüística. Es mantener algo o cuidar de su permanencia, que son acciones que nada tienen que ver con las armas.

Por otra parte el verbo conservar significa también mantener vivo y sin daño alguno a alguien. Es además continuar la práctica de costumbres, virtudes y cosas semejantes. Al final es hacer conservas.

Solo hay una acepción del verbo que “podría” usarse con relación a las armas y es “guardar con cuidado algo”. En la generalidad de las situaciones las preguntas con relación a las armas es si la persona tiene o posee alguna.

El hecho de guardar las armas de fuego con cuidado es una cualidad que denota buena conducta. Las leyes en los diferentes países distinguen entre la “portación” y la “tenencia” de armas de fuego.

Para la portación en República Dominicana han adoptado el vocablo “porte”. Es el permiso que se expide para que un individuo lleve consigo o cerca de sí un arma de fuego.

El “porte” dominicano no tiene asidero en la lengua común. El porte en su sentido común tiene relación con la conducta de la persona; con la cantidad que se paga para el transporte y otros asuntos que no vale la pena mencionar.

Lo que cabe que se haga con relación al “porte” dominicano (el de armas) es que se  asiente debidamente como un dominicanismo. La voz tiene carta de ciudadanía en la lengua hablada y escrita de los dominicanos de todos los días.

Por otro lado, la “portación” es en Argentina, México y Uruguay la acción de portar o llevar, especialmente armas. En Nicaragua es la licencia de armas.

El concepto de “posesión” está bien definido en el lexicón mayor de la lengua y este permite o ampara el uso que de él se hace en República Dominicana porque es la posesión actual de algo.

Al final de esta sección se propone que en lugar de “conservar” armas en su domicilio, se escriba guardar o, tener o poseer armas en la casa. Guardar cabe aquí porque es poner algo en lugar seguro, y eso es encomiable en el caso de las armas de fuego por el gran peligro que representan en manos inexpertas o alevosas.

DESNUDISMO 

“También es dueño de varios clubes de DESNUDISMO.”

De conformidad con lo que consigna el DRAE, los clubes a los que se refiere esta reseña serían lugares en los cuales se propugnaría la desnudez, o sitios donde los parroquianos se despojarían de sus vestimentas.

Es sabido de la mayoría de los lectores que no hay tal tipo de clubes, por lo menos de entrada general. Las que sí existen son playas en las cuales las personas que van allí se desnudan una vez están en ellas.

También hay campos, es decir, lugares abiertos en los cuales las personas que allí asisten pueden -y deben- despojarse de sus ropas para pasearse desnudos y disfrutar del contacto directo con la naturaleza. Para exponer así el cuerpo a los agentes naturales.

La explicación a la afirmación anterior viene dada porque las autoridades de la lengua entienden que el nudismo -entrada a la que remite desnudismo- es la actitud o práctica de quienes sostienen que la desnudez completa es conveniente para un perfecto equilibrio físico e incluso moral. El desnudismo o nudismo es también la doctrina o teoría que lo propugna.

El nombre alusivo a la actividad que se le da a los clubes sigue como tarea pendiente porque en esos sitios de diversión (¿?) no es el público el que se desnuda, sino las artistas (¿?) quienes lo hacen sobre un escenario. En algunos de ellos las desnudistas bajan del escenario en ocasiones para hacer gala de su desnudez más cerca del público.

En resumen, el nudismo es la práctica de desnudarse en público que es precisamente lo que hacen las artistas en los clubes mencionados más arriba. Un asunto es lo que los redactores del léxico mayor de la lengua entienden, y, otra la que la práctica y el uso del idioma acostumbran.

Cualquier solución que se proponga va a alargar el nombre de los clubes y como se sabe, mucho del atractivo de las cosas depende de lo llamativo o sugerente que sea su nombre.

En estos clubes lo que supuestamente se presenta es un desnudo artístico, por lo general realizado despacio con acompañamiento musical, es un desnudarse poco a poco, son “clubes de desnudamiento o desnudado artístico”.

SUMIDERO 

“. . .para cubrir las pérdidas por concepto de reclamaciones no relacionadas con las tormentas, tales como las reclamaciones por SUMIDEROS.”

Muchas veces el lector lee y trata de entender. No logra entender y trata de digerir el sentido de la frase para comprender el sentido de la oración. Si a pesar de hacer su esfuerzo no consigue desentrañar el mensaje es porque algo anda mal en la redacción.

En algunas de estas ocasiones de lectura laboriosa lo que sucede es que faltó una palabra en el texto, algo que ocurre cuando hay un salto involuntario en la redacción o cuando una de las palabras sale trastocada.

En todos los casos enumerados más arriba la lectura termina por ser una tortura en lugar de ser una fuente de goce. Según parece eso es lo que sucede en el texto que se ha copiado al principio de esta sección.

Al traerlo a la atención de los lectores se hace porque se presume que debe tener algún sentido (oculto?) que no se ha sido capaz de desentrañar por impericia o falta de testarudez.

La palabra sumidero cada vez se usa menos. Ya no es moneda de cada día como lo era hace 50 años cuando muchas de las tuberías de desagüe conducían a un ignoto lugar que se conocía como sumidero.

Estos sumideros del pasado normalmente aparecían en las superficies de las construcciones protegidos por rejillas. Por allí desparecían los líquidos y a veces también algunas sustancias sólidas que iban a parar a la oscuridad de lo desconocido.

La palabra sumidero debe su origen al verbo sumir que es hundir o meter debajo de la tierra o del agua. Una vez que se adentra el lector, y el curioso, en los pliegues de los sumideros, se hunde uno más en la oscuridad. Esto así porque no se encuentra relación lógica entre las “reclamaciones por sumideros” y el seguro de las viviendas.

Algunos de los sumideros del pasado tenían por función hacer desaparecer las aguas de las lluvias o las que se usaban en las viviendas. Cuando esos conductos se tapaban, se tupían, entonces se producían derrames líquidos que podían ocasionar daños en las estructuras de las viviendas.

Es probable que lo que se describe en el último párrafo sea a lo que se refiere la reseña del periódico que se transcribió en cabeza de esta sección. Si eso es cierto, entonces las reclamaciones no son por sumideros, sino por mal funcionamiento de éstos.

Lo que da lugar a las reclamaciones son los daños que se producen por mal funcionamiento de los sumideros. El fenómeno que se constata en la redacción de este trozo de reseña es común. Se deja sobreentendido parte del mensaje y en virtud de ello se eliminan palabras. Esto se ve con frecuencia en construcciones gramaticales de gran uso en el habla. Los hablantes entienden sin reparo lo que se dice sin necesidad de usar todas las palabras que hacen inteligible el mensaje.

Lo que se ha tratado de demostrar  aquí es que en este caso específico se ha fallado al reducir el mensaje porque la idea que se trata de transmitir no trasciende, no se capta.

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