CERRAR FLANCOS

“Peses a sus diferentes posturas los cinco candidatos han prometido CERRAR FLANCOS en torno al ganador en los comicios del domingo. . .”

Con muy poca frecuencia se encuentra el lector con un manejo equivocado de la lengua como el que aparece en  el pasaje copiado debajo del título.

Esta expresión que se resaltó en el texto no tiene historia; eso para significar que no se la conoce en el español reconocido, en el usual o aceptado. Lo que descalifica la expresión no es el verbo cerrar, sino lo del flanco.

Primero se estudiará lo que flanco es para desvirtuar la posibilidad de usar esa palabra aquí y más adelante se propondrá la expresión que tiene tradición en el español corriente.

Un flanco es una de las dos partes de un cuerpo considerado de frente. En los buques es el lado o costado. Es también la zona inmediata a un lado de una fuerza militar.

Como se comprueba con la lectura de las características de los flancos, en el contexto de la cita no le imprime sentido la inclusión del vocablo flanco a esta.

Como si lo antes exhibido no bastara se enumerarán enseguida los sinónimos mejor conocidos de flanco: costado y lado. A esto se puede agregar “ala” cuando hace las mismas funciones que el lado y el costado.

Lo que trató de escribir -y no escribió- el redactor fue “cerrar filas” que es una expresión muy conocida y vieja en lengua española. Además de usar el nombre fila con el verbo cerrar a veces se reemplaza este con el verbo estrechar.

En sentido figurado cerrar las filas es “estrechar la unión entre sí los que forman una comunidad, por ejemplo frente a un peligro”. Esa definición se sacó del Diccionario de uso del español de Ma. Moliner. Con esta argumentación se da por terminado este asunto porque es tan obvio que no admite discusión alguna.

*INDISCONTINUO

“En el mundo contemporáneo, nadie ha encarnado mejor ese pacto social que la mujer menuda y afable que acaba de cumplir 60 años de servicio INDISCONTINUO a la estabilidad de su país.”

En el seno del esperpento que inventó el columnista hay una palabra del español que es harto conocida: continuo. Con ese adjetivo se refiere el hablante a que lo modificado dura, obra, se hace o se extiende sin interrupción. Que lo mencionado es constante y perseverante en alguna acción.

Como consecuencia de los significados que tiene el adjetivo mentado en el párrafo que precede a este, existe otro vocablo que se utiliza para negar lo que “continuo” expresa: discontinuo. Como era de esperarse este trae a la mente la idea de interrumpido, intermitente o no continuo. Lo que sucedió con este término es que a la acción positiva le antepusieron el prefijo dis- que sirve para negar el sentido de la parte que sigue.

Llegado a este punto del desarrollo del asunto se hace preciso volver la mirada y la atención hacia la voz del título. Cuando el elemento compositivo in- funciona como prefijo casi siempre trae consigo la noción de negación o sentido contrario del elemento principal del vocablo así compuesto. Ha de tenerse presente que cada vez que aparece in- en un término delante de otro elemento no necesariamente hace funciones de prefijo; puede muy bien formar parte de ese vocablo.

Si a la luz de lo expuesto en los párrafos anteriores se analiza el pasaje se percata el lector con facilidad de que hay un sinsentido: dos prefijos que niegan la acción. En algunas circunstancias este tipo de presentación produce un efecto de anulación mutua. En este caso lo que acontece es que produce tristeza porque es un invento innecesario.

Para llegar a comunicar la idea que pretendió traspasar el columnista bastaba con que se escribiera “ininterrumpido”. Esto así porque cuando se definió lo que discontinuo da a entender se utilizó el equivalente interrumpido. El último adjetivo vale para “continuado sin interrupción”.

Uno no acaba de comprender como es que algunas personas inteligentes, cultas y bien leídas se enredan al redactar. El español posee enormes recursos semánticos que colman con creces las necesidades de la comunicación a todos los niveles. No hay que lanzarse a inventar voces para transmitir el mensaje. Basta con emplear con inteligencia lo ya conocido.

Más aún si se va a crear algún término hay que tener en cuenta hacerlo conforme con las normas de la lengua. Esto debe hacerse de acuerdo con lo que estipula el genio del español general sin entrar en conflicto con el espíritu de la lengua española.

METÁSTASIS

“. . .quería alertar a la comunidad de Luisiana  sobre las desastrosas consecuencias que ha tenido la medida antiinmigrante en el estado hermano del sur y para que nada parecido haga MATÁSTASIS en su área.”

Aquí se centra el estudio en una utilización de palabras que refleja de modo fiel la evolución de la lengua española. Dado que el título de la sección es metástasis, hay que pasar primero por una revisión del concepto del cáncer hasta llegar a la metástasis en sí.

La primera acepción registrada para el vocablo cáncer es lo que concierne al signo zodiacal. Luego viene la conceptuación de la enfermedad en términos más bien científicos. Una vez terminadas esas tipificaciones se pasa a dar paso a lo que la generalidad de las personas entienden por el cáncer que es el tumor maligno.

La cuarta acepción acerca del cáncer es la que interesa en este análisis. Es una acepción más reciente que incluye los aspectos sociales de algo que se propaga de manera anormal e incontrolada; es a proliferación en el seno de un grupo social de situaciones o hechos destructivos.

En principio en este caso es una enfermedad social, que afecta al grupo social en el que prolifera sin control para la cual no se conoce una cura efectiva y satisfactoria que no requiera demora y riesgos.

Llegado a este punto si se regresa a la metástasis del título en el contexto en que está, puede aceptarse sin cortapisas que se emplee porque su valor es la propagación de un foco canceroso en un órgano diferente de aquel en que se originó. La metástasis es el resultado de la propagación.

En el caso específico del texto se trata de que las consecuencias pasan de un estado a otro o de un segmento social a otro; se propagan sin que el fin sea previsto.

MOSAICO

“. . .los estudiantes caminan con cuidado por los pasillos evitando un verdadero MOSAICO de goteras.”

Se debe confesar que no se entiende lo que pretende expresar el redactor con este mosaico en este sitio. Conforme con lo aprendido durante años de esfuerzo no hay nada que haga entrar en razón este mosaico aquí.

Las autoridades de la lengua no reconocen ninguna (doble negación dominicana) definición que abra la posibilidad para que pueda inmiscuirse este vocablo aquí. La intención no es solo eso -hay que confesarlo- más que nada (¡!) es escribir un poco acerca de unos mosaicos dominicanos ya asentados en diccionarios académicos y otros que hace falta comentar.

El mosaico académico es la obra realizada con elementos tomados de diversos sitios. Es una composición alcanzada mediante la integración de diferentes elementos. Muchas veces esta pieza una vez realizada es una obra de arte.

Los académicos llegan a nombrar algunos componentes que se integran para formar el mosaico: chapa de madera de colores naturales, de madera teñida, concha, nácar y otras materias. No cabe duda de que es una mezcla de diversa procedencia.

Los dominicanos han logrado asentar un mosaico en el DAA en el que consta que es una combinación de diversos fragmentos de canciones o piezas musicales que forman un todo. Esta acepción los dominicanos la comparten con los costarricenses y puertorriqueños.

No obstante lo anterior, hay más. Entre los pliegues del recuerdo de la infancia reposa un mosaico que servía de piso en República dominicana. Se llamaba mosaico a una pieza uniforme en tamaño y color que se colocaba en el piso de las viviendas.

Ha de desatacarse que esos mosaicos coloreados se hacían en fábricas para que resultaran iguales. Con las dos oraciones anteriores lo que se ha tratado de destacar es que no había en estos mosaicos la intención de hacerlos diferentes en apariencia o tamaño.

Según parece ese mosaico murió para que aparecieran los terrazos, mármoles, pisos de granito y otros tipos de pisos que han reemplazado a algo que ya no llena las expectativas de los constructores, diseñadores y propietarios de viviendas modernas.

Ojalá algún día se reivindique al olvidado mosaico de piso que soportó tanto castigo en el pasado y que embelleció tantas viviendas y edificios.

HISTORIA CLÍNICA

“B. dijo que la HISTORIA CLÍNICA de R. muestra que la pacienta expresó preocupación por su responsabilidad financiera, a sabiendas de que sería una operación electiva y no tenía seguro…”

En esta sección se centrará la atención en la combinación destacada en el título, historia clínica, porque es de utilización común en el español de los Estados Unidos. En el cuerpo de esta sección se estudiará esa combinación para determinar cuán adecuada es en el contexto en que se la usa.

No hace falta exprimir las meninges para saber que en los Estados Unidos esta “historia clínica” es una descendiente servil de su correspondiente angloamericana medical history.

Por desidia muchos traductores caen en la trampa de traducir el objeto de esta sección por una combinación “palabra por palabra” con la inversión de los elementos. En el mejor de los casos hay quienes recurren a “historia clínica” y así entran en el grupo de los cuidadosos aunque se le cierren las puertas al verdadero español.

Esa cosa del inglés que se mentó más arriba corresponde en español a la “hoja clínica” del paciente; es en otros casos eso que se conoce como el expediente del paciente. Hasta ahora lo que más se asemeja a la idea del inglés es lo que se denomina “historial clínico” del paciente.

Se propone lo de historial clínico porque eso conlleva la idea de una reseña circunstanciada de los antecedentes del paciente. Es el relato de la observación directa del paciente y de sus tratamientos.

Ha de mencioarse aquí que algunos tratadistas sobre este asunto y otros relacionados favorecen llamar esto de “antecedentes médicos o antecedentes personales patológicos”. No hace falta que se añada aquí que la segunda opción pertenece más bien a la literatura que al uso.

Si se compara el concepto de historia con el de historial se comprobará que el primero es más general que el último. El primero corresponde mejor a un conjunto de sucesos políticos, sociales, económicos, culturales, etc.; mientras que el segundo es más individual como se comprende de lo que ya se escribió más arriba.

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