Contemplación: mirada de amor o ardorosa llama

Por Mikenia Vargas García

    Ya no hay impureza en el mirar, fuego de amor en el que soy contigo; mis ojos sensoriales han despertado a un proceso íntimo en una serie de estados análogos con el universo, una conexión necesaria entre la energía y las cosas, una mirada que no ve ni observa pues al contemplar se desteje de amor la mirada y todo es una misma cosa, una totalidad. En ese estado son las cosas las que van en ti en una unicidad que da paso a la revelación que espero; no hay prisa en recibir mensajes, ni ando buscando respuesta a cada cosa. Todo llega al contemplar cuando logramos una armonía con esa energía que dentro llevamos.

Contemplar, es conectarnos con el oído de la tierra, del universo, llegando a conocer una sola voz que puede ser la nuestra, la que es. Contemplar es un equilibrio de fuerzas, latidos minúsculos del universo con los que también palpitamos; un matiz único y un alcance energético con nuestros silencios para poder entonar con el ritmo santo del Universo que reverencio, pues todos nosotros no somos otra cosa que un soplo de oración en el sagrado templo de la Naturaleza. Todos respiramos la misma sustancia cósmica pero si logras contemplar, conectar con tu esencia reconocerás el aroma, el color, pues ya no hará diferencias, ni matices; será vivir en un agradecimiento eterno, pues todo tiene un espíritu alado, de otra manera no podremos ver las formas cristalizadas de las cosas.

Me he aferrado a la verdad de que todo va dentro de mí, aunque es agradable verlo, no necesito ir al mar para sentirlo ni estar frente a un hermoso valle para profundizar en él, lo he dicho en varias ocasiones y lo reitero: ya no colecto la miel en los rosales, dentro también hay una flor donde acontece otra sustancia…

Pero contemplar no es situarnos frente a algo y observarlo, es situarnos con los ojos del alma frente a lo que queremos y reconocernos en él, es abrir los ojos interiores y en la unicidad, saber que al contemplar estoy reconociendo mi verdadero ser pues todo es inmanencia; cuando cruzo me reconozco y admito que mi espíritu es soplo cristalizado de la carne

Contemplar es escuchar permanentemente esa otra voz de la verdad, una verdad que es dicha siempre pues hay un momento absoluto en el tiempo cósmico.

Admito que hay realidades tan subyugantes que no la podemos trasformar pero también hay una voluntad consiente que es transformadora por eso el contemplar comienza con la intención de querer hacerlo, es cuestión de saber cubrirte con Su Manto… viajar hasta tu Centro en un interminable regreso.

Aprender que todo está dentro de nosotros es vernos cara a cara, reconocer lo que es. Al lograr estar bajo esta certeza he podido saberme muy unida al lenguaje poético, hablar de vivencias, de eso que está más allá de los afectos y la mente, una energía que puede ser demasiada compleja para la trasmisión oral, pero para quien escribe el poema es inevitable:

 

Ardorosa llama

Crezco dentro

en la llama

antorcha de verdad

claridad profunda

Nada es pasajero

Me llamas por mi nombre

sin intermediarios

ni espacios entre mi sed y tu hoguera

Susurro el sagrado designio de tu nombre

otea tu presencia

Ondulación ardorosa es tu fuego.

 

Cuando contemplo el ojo de la vida me observa, me quedo abstraída de cualquier otro mundo y mis pasos me conducen al encuentro conmigo misma; comienzo a tener, a plenitud, una visión de lo real y entiendo que el mensaje no se pierde, siempre está dirigido a mí y despierto hacia una mirada sin impureza, bajo el reflejo de la luz del alma en donde no cambia el aire ni las cosas, todo es lo mismo lo que ha cambiado es la manera de percibir lo que me rodea. Descubro el lado divino que hay en mí y en todas las cosas que soy yo misma y reconozco el verdadero ser que viene de una fusión y el tiempo deja de existir en ese momento cósmico absoluto en el que le pido a la divinidad que me sumerja:

 

Certeza

Dentro

la voz es resplandor de otro cielo

fulgores

despertar hacia mi

Más adentro

un manantial de luz nos acontece

y vuelvo a ser contigo

sustancia abierta

Ondea tu voz de techo verde

sigilo de ternura

Sumérgeme

(Mikenia Vargas, Silencio y carne, p.29).

 

Cuando contemplo ya no existe el conglomerado de todo lo vivido, allí el ser es uno, fusionado en unmismo espíritu, en un mismo saber, una energía integrada que nos rodea, una revelación que no se me llega a producir, pero que está en proceso porque al contemplar presumo que estoy siendo contemplada por esa ley interminable que es la verdad.

Arrobamiento

Descalza

la verdadera llama pude entrever

Tus pupilas fulgentes

han hecho tacto en el sagrado templo de mi cuerpo

Voy libando laberintos en las aguas

aturdida estoy

Ya no encuentro impureza alguna

voy trasfigurada ante tu andar

Oblación definitiva

Que sea fuego

y que me dure hasta la implenitud del tiempo.

 

Encuentro del Movimiento Interiorista

Ateneo Insular, La Vega, 20 de mayo de 2017.

Libro La Navidad, memorias de un naufragio

Por Tony Raful

   Vamos a iniciar una travesía de infinita latitud hacia confines escriturales inimaginables, entornos  clarividentes de la espada y el cielo hendido, rastreando huellas históricas donde litorales y argamasa empinaron vitriólica  quejumbre de razas, vuelos rasantes sobre el alma humana, proteica  magia de andullos y demonios, reinos de la codicia y los oleos sacramentados.  El ser alado y su cuerpo muriente en las coordenadas geográficas  de la conquista, en el asueto de la satiriasis y el hondón represivo  del coloniaje. El texto, “Navidad, memorias de un naufragio”  es un referente gnoseológico del costado social, humano e histórico de un tiempo perdido, apenas puntualizado en las crónicas oferentes del escriba del  vasallaje. Hasta ahora es la gloria de una civilización triunfante apolillada   por desigualdades espantosas. Hay ríos de sangre  ululando como el viento sobre una cartografía absurda. Hay ánimas revoloteando en la conciencia primaria del narrador, procurando el entronque, la filigrana aceitunada del ensueño vencido.  Este texto es una novela histórica, ficción  que solaza un tramo histórico, eventos no ficticios, personajes ficticios y  reales, rehaciendo el entorno del período remoto, donde los sujetos reparan proyectos, relatan el interregno, doblegan la imposición cursiva  de la cartuja, y echan a andar las letras de las almas en pena que gravitan como mandatos del oficio creador del narrador.

Si hablamos de la novela histórica  no podemos ignorar  que quizás la primera fue Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes,  aún cuando el género fue catalogado mucho después en el siglo 19 con  el escocés Walter Scott, el francés Víctor Hugo, los rusos Aleksandr Pushkin y León Tolstoi, el norteamericano James Fenimore Cooper, el polaco Hernyk Sienkiewicz. Sin ignorar al español  Benito Pérez Galdós, con sus Episodios Nacionales, cuyas cuatros series narrativas constituyeron aportes significativos  a la novela histórica española. En nuestro tiempo, Yo Claudio (1934)  de Robert Graves, Sinué el egipcio (1945) del finlandés Mika Waltari, Memorias de Adriano de Marguerite Yourcenar, 1951, El Nombre de la rosa (1980) de Umberto Eco, la serie, El Capitán Alatriste, de Arturo Pérez Reverte.  Tenemos que considerar una especie de sub género el tema de la novela  histórica sobre dictadores latinoamericanos, como son, Yo el supremo (1974) del uruguayo  Augusto Roa Bastos, El Señor Presidente (1946) de Miguel Ángel Asturias, La fiesta del chivo, del peruano Mario Vargas Llosa, El recurso el método (1974) del cubano Alejo Carpentier, en cuya obra el dictador es un personaje compuesto de diferentes dictadores históricos, El otoño del patriarca (1975) y El General en su laberinto (1989) de García Márquez, entre otras. Estas obras fueron precedidas por Amalia (1851) del escritor argentino José Mármol, una vigorosa denuncia contra el régimen del dictador Juan Manuel Rosas, que junto a Facundo, de Domingo Faustino Sarmiento, constituyen precursoras de la novela  latinoamericana contra la figura del dictador. Citamos a Ramón Valle  con su obra, Tirano Banderas (1926) de Ramón Valle Inclán, que aunque no era  latinoamericano ejerció influencias en algunos textos sobre el tema. Finalmente, aun cuando omito otras importantes obras, no puedo dejar de citar, La novela de Perón de Tomas Eloy Martínez y El gran Burundú Burundá   ha muerto, (1951) del colombiano Jorge Zalamea, a quien muchos atribuyen  haber ejercido influencia sobre García Márquez, su novela corta es picaresca, creativa, y descriptiva del funeral de  un dictador.

Qué sucede cuando un narrador hunde el escalpelo descriptivo y hondo sobre la masa tumoral de la historia. Qué le sucede al lector acucioso cuando queda entrampado por una prosa móvil,  copiosa, incisiva, que se apodera del escenario histórico con fuerza deliberada, solícita en su discurrir encantador de símbolos y raíces  sociales. El tema de la novela “Navidad, memorias de un naufragio”,  de Marcio Veloz Maggiolo, constituye una iniciativa creadora de un novelista  consagrado, que se asoma al año decisivo de 1492 cuando las naves capitanas de un decadente imperio asomaron las costas de nuestras islas y posesiones nativas. Un acontecimiento aleatorio creó las condiciones para producir dentro del orden pretoriano de la conquista, un fenómeno oscuro que  los traductores  y componedores de la truculencia  libertina, retienen como albur  sin  sujetar las múltiples variables de la imaginación, los planos alternativos humanos donde la historia  es una hidra de siete cabezas. Una de las tres naves, la Santa María encalló  en un banco de arena  naufragando la embarcación. Con sus restos, el Almirante ordenó construir un fuerte que llamó Villa Navidad, el naufragio había ocurrido en Nochebuena, retomando  el camino hacia España para dar informaciones sobre  la empresa navegante pero dejando en el fuerte a 39 hombres armados bajo las ordenes de Diego de Arana, quien era el alguacil de la expedición, quienes debieron aguardar su regreso. Es a partir de este suceso que esta narración se convierte en un confesionario histórico de sucesos, de fuerzas telúricas desencadenando acontecimientos, pasiones necrosadas por la violencia, deslumbramientos sexuales, negocios turbios, suplantaciones,  fingimientos y evocaciones cardinales de la pobre condición humana. Para un narrador de la impronta de Veloz Maggiolo, todo el volumen y extensión  de la novela se convierte en una exhaustiva disecación del período extinguido, nada escapa a su versión sostenida, a ese personaje maravilloso donde levita el narrador omnisciente, figura semoviente transmutado a la tragedia,  quien sobrevivió a la matanza de los soldados españoles junto a  su tío, Josef  Ben Hailevi Haviri, inscrito como Luis de Torres, un personaje que propugnaba por el fusionismo, entendía que las culturas eran fusionables y que en estas fusiones estaban sus riquezas, la mezcla de lo árabe y lo judío  en beneficio de una amplia visión del mundo, con discursos extremistas, desdoblado, alucinado, así como la gitana  Casilda Camborio que llegaría oculta en el primer viaje y luego tendría la protección de Guacanaragix. Toda la historia lineal sufre un vuelco.

La historia la rehace el pequeño dios que rehabilita los trasfondos de la isla, es el narrador el que va  llevando una narración indetenible sin capítulos formales, sin separaciones metodológicas. La revelación troncal  de la novela es que uno de los sobrevivientes logra  hacerse pasar por nativo de la isla, escapa al exterminio de los defensores del Fuerte de la Navidad, pero  el cacique Caonabo cortó su lengua para que no pudiera contar los sucesos tal y como ocurrieron, este personaje es quien narra en primera persona todo lo ocurrido luego que logra refugiarse en un monasterio y escribe sus memorias, que son  las que van trazando la constante de un asedio histórico basado en el engaño  y la falsía. La trama como paliativo de sobrevivencia es  el cuento inventado, de que el Capitán Diego de Arana muerto en el asalto al fuerte de la navidad  había escondido un tesoro o riquezas, que  tanto la ahora Condesa, mejor conocida como Jariquena, amante de Nathaniel, y éste  eran testigos, pero que luego se demostraría su falsedad. Cuando Fray Antonio de los Ángeles Custodios le entrega a la Condesa,   antes  Jariquena, la india colaboradora  quien se hubo de casar con el Conde Villavicencio, un formulario para ser usado en el juicio al hereje,  Nathaniel de Torres o Mariano el Magrebí, sobre un supuesto  tesoro enterrado en la isla antes del degüello del Fuerte de Navidad, la Condesa o Jariquena, que había sido el amor de la vida de Nathaniel, y quien le informa a Fray Tomás Abril, que Diego de Arana  había enterrado un tesoro y dejado en el hueco en que lo guardó  a un indio que fue  seleccionado para hacer la fosa, Jariquena desmintió los hechos y dijo que todo había sido un proyecto mentiroso ideado por ella y Nathaniel para interesar a los Colon, con la finalidad de que, con esta noticia falsa mientras el supuesto secreto se dispersaba, salvar sus vidas.

Esta obra irradia belleza poética, por doquier el uso ejemplar del lenguaje  asoma impresionante,  por ejemplo cuando el Conde de Villavicencio y su esposa, la Condesa, antes Jariquena y la hermana Vitalina viajaron durante más de un mes asombrándose de las tortugas verdes que seguían el barco, del vuelo plateado de los peces voladores y del ir y venir de los delfines amigables que hendían el espacio…

La descripción de la muerte Nathaniel Josef Levi, cubierta de alquitrán, en un acto presidido por el inquisidor en la plaza pública es aterradora, en una esfera de padres nuestros y ave marías por el alma condenada. Cito, el humo de centenares de incensarios espantaba moscas inexistentes, alimañas que volaban sin rostro perceptible mientras el fuego lentamente, como respirando, exhalaba una hoguera que despedía llamarada azules y doradas como el color de los guanines… algunos hacían gestos obscenos y burlones de la concurrencia en cuanto se sentían expulsados por las llamas y sus gritos se escuchaban cabalgar en el chisporroteo como palabras ininteligibles tal y como se escucha el idioma de los infiernos… De igual manera el condenado recordó a los indios de Marien quemados por órdenes del adelantado Bartolomé Colon y a los españoles que disfrazados de ciguayos entraban en las tierras de Samaná para capturar aquellos gentiles, indios que eran seguidores del cacique Guarionex, a los que torturaron con tizones de guayacán para  hacerles confesar sus herejías e imagino además a Fray Ramón Pane bautizando y convirtiendo en agua bendita la del rio llamado Verde por los invasores y cutupu por los indios. El rio serpiente le llamaba también los españoles porque dando vueltas caminaba por el llano del valle en épocas de cacería de hombres. Allí como en las tierras del Marien había visto cómo eran las piras de madera seca usadas como asiento para  asar, como en una barbacoa del cuerpo y el alma. Encima de las mismas fueron asados los primeros herejes que conociera bautizados por el bueno de Pane.

En estas memorias de un naufragio hay un amplio espectro de sonoridades históricas, asoma la urdimbre de un proceso colonizador y el peso gravitante del oscurantismo religioso como norte de una desigual relación sustentada en la búsqueda del oro. Cuando Nathaniel y Jariquena se inventaron el tesoro oculto por Diego de Arana, lo hicieron como única vía para salvar sus vidas. Era la promesa de encontrar ese tesoro lo que validaba sus vidas en esa escala de valores podridos, hipócritas y retorcidos, reinantes entonces. La obra está llena de vocablos  de la época, designaciones botánicas, remedios primarios, pócimas milagrosas, espíritus vivos alojados en conchas, semillas y hojas. Hay un trasiego enriquecedor del autor con el lector, sin que se produzca cansancio visual. La obra retrocede, retorna, se mueve en círculos, la memoria  es demandante,  recurrente,  pero asciende en espiral, despeja vacios, reincorpora el movimiento de las imágenes, la beldad de los ángulos y vertientes iconográficas del paisaje, de vegetación exuberante.

Tarea superior es reescribir de nuevo la historia en  planos presumidos sin perder la compostura social de su tiempo. Las versiones oficiales están  truncas, un polvillo ancestral corroe sus papiros. Los personajes se fosilizan en  entelequias maquilladas para  las efemérides.  Solo el mago de la palabra, el ingenioso moldeador de la narrativa, tiene el poder de darle seguimiento a la crónica y desmenuzar sus aristas, rotular con el poder de la palabra las infinitas aperturas del anómalo prodigio. En este nuevo texto de Marcio Veloz Maggiolo encontramos las llaves maestras del sortilegio. Todo lo rebuscado se torna superfluo. En sus líneas universales de escritor universal atrapa como cicerone  los viejos  susurros del viento de la historia. Todos los personajes reaparecen insuflados de tiempo útil,  el escritor ha donado su voz y su pluma.

La Navidad, memorias de un naufragio, es un acontecimiento capital en la narrativa actual. Ante esta novela  hermosa, escrita por nuestro escritor mayor y más representativo,  de mayor formación  y fortaleza cultural, Marcio Veloz Maggiolo, les pido a todos ustedes, leerla, disfrutarla como un manjar en estos  días de escarceos y malandanzas. Gracias Marcio querido, ¡te debemos tanto!

La exégesis metafísica de León David

Por Bruno Rosario Candelier

…la oculta verdad de la existencia, la infinitud que mora en las recónditas entrañas de las cosas comunes, cuya voz solo llega a los oídos de quien apartándose de la trepidación de la vida que se escucha por fuera… (León David).

León David, el polifacético escritor de poesía, drama, ensayo, crítica y ficción, es uno de los intelectuales dominicanos mejor dotados de la sabiduría metafísica, como lo revela la intuición de su conciencia, la enjundia de su prosa y el primor de su lenguaje impecable.

En función de su dotación artística y su sensibilidad espiritual, León David tiene las condiciones literarias, filológicas y exegéticas para captar, sentir y valorar, con la propiedad del que sabe y la precisión del que entiende, la onda estética y espiritual que subyace en la creación poética de Domingo Moreno Jimenes, como lo confirma este revelador estudio sobre la poesía del poeta postumista.

Autor de una deslumbrante exégesis con la savia poética de la brujería verbal, León David tiene en su decir el adobado vino de la prosapia expresiva y en su contenido profundo fluye el trasfondo erudito de su arsenal literario, por lo cual el autor de esta singular obra crítica hace de su palabra propicia y su sintaxis pulcra la orfebrería del lenguaje exquisito con el fulgor de la expresión pertinente.

Un exégeta es un intérprete de la palabra, sea bíblica, filosófica, científica o poética. En las diversas vertientes del saber o en los variados niveles del conocimiento, la palabra porta un sentido, a veces críptico y simbólico, a veces elusivo y soterrado, que precisa del glosador para abrir su compuerta oculta o sus alusiones traslaticias, metafísicas o místicas. Aun cuando se trate de un poeta nada complicado, como Domingo Moreno Jimenes, la poesía genuina encarna siempre un misterio y unas connotaciones simbólicas que un buen glosador o un adiestrado filólogo ayuda a desentrañar para calar su costado secreto o interpretar su decir implícito. De ahí la justificación de un intérprete, como la voz autorizada y luminosa de León David, alter ego de Juan José Jimenes Sabater, para esclarecer el aporte y la significación poética del creador del Postumismo en la literatura dominicana.

Domingo Moreno Jimenes tenía la convicción de que encarnamos el fuero sagrado de la sabiduría mística en virtud de la dotación espiritual de nuestra conciencia. Y, en tal virtud en su poesía aparece, aparejado al aporte renovador de su lírica, no solo la expresión del hombre y el paisaje criollos, sino la voz honda de la conciencia trascendente.

Todo opera por mediación del amor y la luz que viene de lo Alto, y esa fuente primordial, con la dotación de lo divino mismo o la semilla de sabiduría y piedad, estremece la sensibilidad bajo la onda sutil de la conciencia, que se aviva con la huella de muy antiguas esencias provenientes del Numen de la memoria cósmica.

Los grandes poetas experimentan, cuando su alma entra en sintonía con el alma del mundo, un chispazo de la conciencia superior, que se produce en el momento en que la intuición entra en contacto con la cosa cuya energía ilumina al sujeto contemplativo y desata las amarras de la creación metafísica y poética.

Domingo Moreno Jimenes se distingue entre nuestros vates por singulares atributos de su talento poético: 1. Es el creador de una realidad estética con visos de modernidad y renovación. 2. Como poeta posee peculiares intuiciones metafísicas. 3. Su poesía revela el tejido del arte de una realidad autóctona. 4. Sabe configurar la relación de palabras, fenómenos y cosas. 5. Es un visionario de una realidad inédita con la hondura de la metafísica.

Paralelamente León David cuenta en su haber con excelentes condiciones intelectuales y espirituales para el ejercicio de la crítica literaria con hondura y trascendencia: 1. Formación académica para darle sustancia a su valoración. 2. Capacidad teorética para orientar el derrotero de una creación. 3. Intuición exegética para profundizar en las vetas ocultas del decir poético. 4. Sintonía estética para atisbar las vertientes primarias de una obra literaria. 5. Conciencia crítica para iluminar el arte de la interpretación.

La relación triangular que se establece entre la obra de creación, el intérprete y la interpretación de su contenido es la que atiza y concita el arte de la exégesis poética, como se puede apreciar en esta obra de valoración crítica de León David. Las palabras de Joaquín Balaguer, que el autor de esta obra crítica cita en el introito de su estudio, aluden al “espíritu superior” de Domingo Moreno Jimenes, señal que confirman los enjundiosos versos del poeta postumista.

No sorprende, en consecuencia, que el ilustrado autor de este revelador estudio crítico inicie su trabajo de interpretación poética con esta interrogación digna del docto académico: “¿Cuya es la fervorosa voz, hija de la montaña y de la nube, del vendaval y de la bruma que, de súbito, con acento de tierra hasta ese instante no entonado, irrumpe en los vergeles apacibles de nuestra literatura? ¿Cómo no rendir parias al ímpetu de un plectro que, dejando atrás las reglamentadas fórmulas que ahormaban la creación poética de días ya lejanos -cómodamente apoltronada en la retórica de clásica solera o en el plañido lacrimoso y la teatral impetración romántica- mostrose capaz de abrir las compuertas por modo definitivo a la nueva sensibilidad, a ratos provocadora y subversiva, del siglo XX; sensibilidad que nos sacarán verdaderos si decimos es todavía, en no pocas de sus más singulares facetas, la de hoy? Canto como ese, de tan insobornable autoctonía, tan suelto, desafiante y desnudo, nadie sobre el asta inspirada del sueño lo había puesto a ondear. ¿A qué espléndido numen atribuir el prodigio?” (LDavidDomingoMorenoJimenes5) (1).

En el pórtico de su avezado estudio el escrupuloso analista advierte, con desenfadado acierto, que lo importante a la hora de evaluar el aporte de un creador nato como Moreno Jimenes es justamente abordar la dimensión esencial de su obra poética: “Lo primero que debe hacer el crítico que se precie de tal es inculcar en el lector el gusto de lo noble, hermoso y elevado, la veneración de la palabra capaz de conmovernos con las más trascendentales vivencias de nuestra humana condición. Bajo ningún concepto puede, por consiguiente, renunciando al fundamental propósito que le anima, desentenderse el estudioso de la primordial tarea de exaltar las prendas que exornan todo memorable escrito. Y como va de suyo que solo el que asombra y extasía tiene el poder de contagiar éxtasis y asombro, ningún aristarco cuyas opiniones valga la pena no ya solo leer, sino releer -que es el honor supremo- incurrirá en la aberración imperdonable de contabilizar con gravosas parsimonia y meticulosidad las incorrecciones, desarreglos y lunares del estilo de un autor eminente, haciendo caso omiso de lo esencial: el poder de encantamiento que, a pesar de sus vicios e imperfecciones (o quizás gracias a ellos, vaya usted a saber), sus escritos trasuntan” (LeónDavidMorenoJimenes7).

Presenta nuestro brillante analista en su valioso estudio de la lírica de Moreno Jimenes las diferentes vertientes de su poetizar, desde las primordiales percepciones sensoriales del mundo circundante que conoció el bardo criollo, hasta las elucubraciones metafísicas de alto vuelo trascendente, sin obviar la atención a las obras y autores establecidos en la época en que el joven Domingo crecía intelectual y estéticamente para sentir y expresar el caudal de sus intuiciones y vivencias a la luz del acontecer nativo.

Domingo Moreno Jimenes ostenta en las letras dominicanas el título de renovador del arte métrico de la versificación, como muy bien subraya el autor de este enjundioso análisis, cuando valora o cuestiona las opiniones de otros estudiosos de nuestras letras que pretenden obviar el liderazgo anticipador del vate postumista: “No hay vuelta de hoja. El agente y promotor del “versolibrismo” criollo, gústenos o no, es Moreno Jimenes; cuestión que estaría privada de sentido si solo nos la tuviéramos que ver con la novedad formal que su estilo libre de poetizar implicó y no con el hecho de que la suelta e irregular prosodia que en estos predios su plectro aclimatara consiguió trasvasar a plenitud, con ademán estético nunca antes avizorado, los más profundos sentimientos, las más permanentes aspiraciones y los más altos anhelos a los que la humana criatura no puede sin traicionarse renunciar…” (LDavidMorenoJimenes40).

Tres notables aspectos vertebran y enaltecen la lírica de Domingo Moreno Jimenes, como advierte con pundonoroso empeño el escoliasta que sitúa al creador postumista en el sitial que se ganara por la originalidad de su lírica, la espontaneidad de su forma y lo inédito de su cosecha literaria:

1. La renovación del verso en su formalización métrica mediante el cultivo del versolibrismo para auspiciar la apertura de nuevos aires subjetivos y temáticos con nuevos cauces expresivos del decir lírico y estético mediante el acento sutil del ritmo interior: “Quiero escribir un verso/sin nada de lo que pide a gritos la retórica”.

2. La inclinación devota y reiterada por una línea conceptual inspirada en la voz del terruño y la onda entrañable del lar nativo con el aliento emocional del hombre y el paisaje criollos: “Todos los ojos de la naturaleza/querían sumergirse en el crepúsculo de la tierra”.

3. L apelación metafísica y sublime de la voz del Cosmos con el aliento interior de los efluvios de fenómenos y cosas: “…y se agiganta la nada en la soledad de mi aposento”.

  Asimismo, en León David hay también una trilogía de cualidades exegéticas que hacen del académico dominicano un cultor del psicoanálisis poético:

1. Posee el instrumental de análisis lingüístico y poético para auscultar, desde el ánfora del lenguaje, el secreto escondido del aeda criollo.

2. Se mueve con destreza y pulcritud en los diversos niveles y estilos de lengua que los dotados del arte de la creación saben manejar con la hondura del concepto y la franquicia de la imagen.

3. Emplea con soltura y despliegue expositivo los diversos registros literarios en el dominio de la interpretación textual y el fluir sonoro y elocuente del hablante culto.

 León David pone todo su saber, que no es poco, y toda su intuición exegética, que es profunda, para presentarnos los indiscutibles méritos literarios y el grandioso aporte creador de uno de los poetas esenciales de la literatura dominicana del siglo XX, como lo fue sin duda Domingo Moreno Jimenes (2). Al abordar la creación poética del vate postumista, Juan José Jimenes Sabater desentraña el meollo del arte poético del poeta postumista para que comprendamos, sin vacilación ni dudas, la dimensión estética y espiritual de una lírica impregnada de la renovación métrica, el acento de lo propio y el sentido trascendente.

Un párrafo de León David, escrito con la serenidad cósmica de la honda intuición metafísica de Juan José Jimenes Sabater, aborda la sabiduría del aeda postumista desde el hondón de su sensibilidad estremecida: “No cesa el poeta de apostrofar y de lanzar al aire preguntas terribles de resonancia cósmica. De cara al sol y a las nubes, o sea, frente a la suprema realidad de la naturaleza, asalta al vate la angustiosa sospecha de que el hombre se ha convertido en un extraño; ha perdido –si alguna vez la tuvo- la franciscana capacidad de hermanarse con lo que lo rodea, y hasta la risueña inocencia del niño y de la flor le parece ahora, en lo esencial, ajena. De ahí que clame desde la sima de la frustración y la amargura “¡Oh! El caos de la humanidad entera./¡Oh! El caos del ojo de águila de la esfinge!” Desde el instante en que el ser humano, adhiriendo sin reboso al imperio que la mente racional le prometía, desertó del misterio con que le nutría el sentimiento que afloraba de los hontanares del alma, todo, lo que percibía en el mundo exterior y lo que dentro de su propia persona acontecía, todo, absolutamente todo se volvió caótico y, en instancia postrema, incomprensible” (LDavidDomingoMorenoJimenes53).

La culta prosa de León David, proclive al supinato del lenguaje exquisito y al florido despojo de una poliédrica veta de hontanares ocultos, revela la hirsuta fragancia de quien sabe curcutear en los meandros del decir lírico y estético con la encomiable intención de desflorar la virgen prosapia de la emoción sutil.

En su discurrir lírico y estético, el poeta que ha desatado las amarras filológicas de León David, entre varios de sus versos, ha inspirado el sentido de su sentencia “mejor es sentir que seguir en la sombra el silencio”, que lo lleva a plantearse lo siguiente: “¿Qué significa “seguir en la sombra el silencio”? por descontado que nada que admita ser constreñido en el espacio de una rigurosa y exacta definición. Empero, si al leer dicha frase abrimos las compuertas al mundo de nuestras íntimas florescencias, no demoraremos en entrever que la sombra y el silencio a que el poeta se refiere son los nombres rebosantes de simbólica energía que él ha escogido para trasponer al lenguaje, con la irrepresable fuerza representativa que de los adentros irradia, su visión del hombre emasculado y cerril; sombra y silencio son los vocablos de que el bardo se sirve para señalar la existencia de una criatura razonadora y gárrula que, por no sentir, ha echado por la borda su más genuino ser, su dignidad espiritual” (LDavidDomingoMorenoJimenes59).

Moreno Jimenes, León David y todos los poetas que en el mundo han sido, comparten el aserto de Rainer María Rilke, el de afirmar que “lo más importante es sentir: “La consigna es sentir”, dice el exégeta dominicano al ponderar la vocación sensitiva de su ilustre pariente.

Con el añoso y encumbrado aire de su decir retórico y clásico, la diestra pluma de nuestro enjundioso analista escancia en la fragua de la llama sutil la onda de muy antiguas esencias cuando el creador de la Colina Sacra, bajo el vórtice de la experiencia metafísica y el inusitado estremecimiento de fulgores, abreva el néctar puro de los dioses en su expresión genuina, límpida y sacra: “Solo un temperamento refractario al deliquio que enciende en el alma la palabra honda, sustantiva y espléndida, solo la insufrible incuria del ignaro incurriría en el atrevimiento de poner en duda el blasón lírico de los fragmentos recién copiados, entresacados de la inigualada y en no escasos aspectos inigualable composición “El poema de la hija reintegrada”. He aquí una estremecedora elegía en la que las tribulaciones del padre, que ve a la agónica criatura que él engendrara deslizarse minuto a minuto hacia la tumba, alcanza tal intensidad, tan elevado grado de dolorosa efervescencia, que la expresión del vate, desentendiéndose de la retórica del grito, el gemido y la lágrima, se purifica, se torna transparente y esencial al extremo de deslastrar de toda superflua ganga al pensamiento, el cual, con las cenicientas alas de la congoja se eleva hacia las regiones uránicas de las supremas certidumbres metafísicas” (LeónDavidDomingoMorenoJimenes72).

Por las atildadas opiniones de nuestro admirado cultor del análisis estético, como es el pulcro y refinado estudio de León David, nuestro académico retoma sin ambages las ponderaciones acertadas o descarriadas de nuestros estudiosos del quehacer poético, que el autor de Domingo Moreno Jimenes o la glorificación de lo minúsculo desinfla o enaltece, según su mejor guisa, para secundar o subrayar la consideración intelectual, la ponderación estética o la iluminación espiritual que despierta o concita su sensibilidad de analista y de creador.

La intuición de lo trascendente de Domingo Mireno Jimenes, como este prologuista evidencia en su estudio crítico, y que nuestro agraciado analista vierte en estas luminosas páginas, responden sin duda a la intuición mística del poeta postumista, que la inteligencia metafísica de Juan José Jimenes Sabater (3) orilla y explora, con cabal demostración de sus percepciones intuitivas, la hondura trascendente del poeta que edificara los cimientos de la moderna poesía dominicana.

Los edificantes versos que ilustran esa dimensión metafísica del gran bardo criollo se nos presenta en esta obra escrita con amoroso empeño como ejemplo indubitable de la onda sutil del poeta postumista:

 

Su voz.

La voz de la amada.

La voz del cierzo.

La voz del sol alto.

La voz de las golondrinas.

La voz del rocío mañanero.

La voz del hombre adusto que se mantuvo

 siempre en oblación perenne hacia la cumbre.

(Las palabras se oyen por dentro,

en tanto que la trepidación de la vida

 se escucha por fuera).

(LDavidDomingoMorenoJimenes90).

 Y comenta con tono emocionado y orondo nuestro versátil conductor en autorizado dictamen de su diestra pluma: “En resolución, ¿qué significa esa voz que es múltiple y la misma, que es la de la amada, el cierzo, el sol, las golondrinas y el rocío, pero que al cabo y a la postre es “Su voz”, o sea, la voz de la Naturaleza o acaso la voz de Dios que a través de la naturaleza se dirige a nosotros. Adviértase, pues, cómo tras la aparentemente unívoca serie de frases que hacen referencia a plurales aspectos de un entorno bucólico y apacible, bajo la superficie de un decir que a las primeras de cambio diera la impresión de no trasponer los linderos de la colorida estampa campesina, se va abriendo camino otro sentido de inconfundible signo religioso que impregna los variopintos elementos del ambiente silvestre a que el poeta alude con la linfa insumisa del Misterio” (LDavidDomingoMorenoJimenes90).

En este monumental estudio crítico de León David, Domingo Moreno Jimenes o la glorificación de lo minúsculo, que se eleva con enaltecido vuelo exegético sobre los textos Domingo Moreno Jimenes, apóstol de la poesía, de José Rafael Lantigua; El recorrido poético de Domingo Moreno Jimenes, de Bárbara Moreno García; y El postumismo de Domingo Moreno Jimenes, de Manuel Mora Serrano, nuestro autor, en esta singular creación de su talento crítico pondera y sitúa al creador del Postumismo en el sitial de relevancia que estudios valorativos asignan al fundador de la poesía dominicana del siglo XX.

Prevalido del fundamento de la intuición exegética, del arte de la creación poética y del criterio ponderado y luminoso, el reputado autor de esta obra, escrita con el rigor de la metodología científica y la elegancia del vuelo lírico y estético, nos ofrece de una manera definitiva y autorizada una ponderada valoración sobre el aporte poético de Domingo Moreno Jimenes con el encanto de su verbo iluminado y la gracia de su genio creador. En el magín de Moreno Jimenes o en el troquel de León David refulgen las gemas preciosas de un decir simbólico y metafísico del arte de la creación poética.

 

Bruno Rosario Candelier

Academia Dominicana de la Lengua

Santo Domingo, 24 de agosto de 2017.

Notas:

1. León David, Domingo Moreno Jimenes o la glorificación de lo minúsculo, Santo Domingo, UASD, 2017, p. 5.

2. Domingo Moreno Jimenes es el poeta dominicano a quien se le reconoce no solo como el fundador del Postumismo, primer movimiento literario en articular una estética literaria en nuestro país, sino como un pilar fundamental de la poesía dominicana del siglo XX. Dio a conocer su creación poética en múltiples opúsculos y dirigió en San Cristóbal el Instituto de Poesía. Su obra poética completa aparece en el volumen Domingo Moreno Jimenes, Obras poéticas: Del gemido a la fragua, Santo Domingo, Taller, 1975.

3. León David, pseudónimo del intelectual dominicano Juan José Jimenes Sabater, es un destacado autor de obras de poesía, teatro, ensayo, cuentos y crítica literaria. Teórico del arte de la creación poética, su lírica tiene una elevada onda metafísica, y su narrativa se inspira en la filosofía taoísta de la antigua cultura china. Como estudioso de nuestras letras, ostenta una fecunda trayectoria literaria y un valioso aporte que lo ha consagrado como uno de los autores fundamentales de las letras dominicanas. Miembro de número de la Academia Dominicana de la Lengua, su obra afina estética y espiritualmente con el ideario interiorista de la creación.

Cuica, bufete, combo

CUICA

La voz cuica no es una creación del hablante de español dominicano, pues los mexicanos la conocen con un significado diferente al dominicano. En aquel país cuica es una canica, es decir, una bola de esas que algunos hablantes de español dominicano llama belluga o velluga.

El Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias asienta para República Dominicana dos acepciones más que la distinguen de los demás países de Hispanoamérica.

Ese diccionario trae el significado de, “Comba, cuerda para saltar con la que juegan las niñas”. Ese significado lo comparte la República Dominicana con Puerto Rico.

Se ha oído de boca del hablante dominicano llamar “suiza” esa soga. En casos similares a este cuando una palabra más conocida atrae otra de menor circulación y hasta la reemplaza, se habla de la atracción paronímica que la predominante ejerce.

Aparte de ese valor en el español dominicano, de acuerdo con ese diccionario, también sirve para expresar, “Contratiempo, contrariedad”.

A pesar de lo ya enumerado se ha quedado en el olvido otro significado de cuica. Se trata del ruido que hacen los niños cuando ríen de manera contenida, tonta, por puro placer; cuando dejan escapar una bulla aplacada, moderada.

Esta cuica se recuerda porque a veces los padres llamaban la atención a los niños que se divertían sin supervisión cuando el ruido llegaba a oídos de los adultos, era en esos momentos cuando los adultos les reclamaban a los niños, “Dejen esa cuica”.

Aquí puede aventurarse que la voz cuica tenga un origen onomatopéyico. Piénsese, por ejemplo, en el ruido que producen los niños de la forma en que se caracterizó más arriba, y, la voz elegida para representarlo.

Por las fuentes de donde proviene esta cuica parece que se usa o usaba en la capital, Santo Domingo, y en el sudoeste del país; quizás no se conocía en el Cibao con ese significado.

 

BUFETE

“PLD trata hoy BUFETES del Congreso”.

La palabra bufete goza de una larga historia en el español general. Entró en el español en el año 1587 con el significado de “mesa de escribir”. A mediados del siglo XVII se aplicó a un escritorio. Luego pasó a designar el “despacho de abogado”. Joan Corominas en su Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico consigna que con la acepción de ambigú es un galicismo ya condenado por Baralt en 1840 (1983-I-689).

La Real Academia, así como los diccionarios de español general, solo reconocen las acepciones antes mencionadas junto con la de “clientela de abogado” y el aparador para “guardar trastos de cocina”. La última es propia de Nicaragua.

El vocablo sometido a estudio en esta sección procede del francés, lengua en la cual se escribe buffet y en esa lengua precedió el itinerario que se describe para el español. En Francia sirvió para nombrar el aparador también.

En francés ya en el año 1863 entró la acepción de comida de manjares fríos y calientes presentados sobre una mesa para que los comensales se sirvan, esta información aparece en el Dictionnaire historique de la langue française (2012:516-7). Después de mucha discusión en español se aceptó bufet o bufé para esta manera de servir la comida.

El empleo que se nota en la cita que se copia de la palabra “bufete” en un Congreso, puede catalogarse como una extensión del despacho o estudio, vale decir, del lugar de trabajo. Por lecturas anteriores de uso dominicano en casos parecidos al de la cita, puede ser que se refiera este uso de bufete a la directiva de una comisión o de las Cámaras del Congreso.

Aparte de la posible relación que se señaló antes, no existe otra explicación para que se aplique esta denominación a los cuerpos de directores (directivos) de los cuerpos legislativos. Se recomienda abandonar esta práctica por no corresponder con los usos establecidos en la lengua española internacional.

 

COMBO

“Estos datos pueden digerirse en COMBO con. . .”

Al encontrar una frase como la que consta en cabeza de esta sección, a un lector como el que escribe estos comentarios acerca del idioma le hace pensar que le han cambiado el ritmo. Este combo no encuentra espacio en esta clase de compañía. Se analizará más abajo ese combo para determinar de dónde sale y si su uso es válido en este contexto.

No cabe duda de que el combo más conocido en República Dominicana es el que toca música. Esa sería entonces la primera acepción que trataría un dominicano de meter en este contexto. Este recurso se muestra infructuoso porque no le imprime sentido a la frase.

La consulta al diccionario de las Academias revela varios combos. Algunos de ellos son irrelevantes para el ejercicio de la comprensión del texto de la cita; pero trae información importante sobre los combos hispanoamericanos.

En varios países de Hispanoamérica combo se refiere al “lote de cosas que vienen juntas o que se venden por el precio de una”. Esta acepción de algún modo tiene sentido. El “grupo musical que interpreta música popular” es la acepción común a Cuba y República Dominicana, así como Bolivia y Colombia. En Venezuela y Colombia también denomina al “grupo musical de salsa”. En esos dos países también sirve para mentar al “conjunto de personas que realizan una misma actividad”. Aparte de esas acepciones puede también significar “mazo, puñetazo”.

Una vez terminada la búsqueda en el diccionario mayor del español, salta a la vista que ninguno de esos significados puede aplicarse a la cita.

En la cita aparenta que se usa la voz combo como apócope de combinación, que es una voz inglesa. Con este valor en inglés solo vale para un “pequeño conjunto de jazz que consta de tres a ocho músicos”.

El verbo “digerir” en la cita se ha tomado con el sentido de percibir y asimilar una  idea. En inglés posee varias acepciones que se han incorporado al español hispanoamericano; algunas de ellas no se mencionaron más arriba. Aquí se piensa que se emplea para señalar que algo se hace “al mismo tiempo que”, “junto con”. Esto en el sentido de reunido o unido a otra cosa.

Esa forma general de utilizar este “combo” es ajeno a la lengua española y podría calificarse de anglicismo hasta que el uso lo imponga y le retire ese sambenito al vocablo. No hace falta abundar más para aconsejar que se abandone este empleo.

© 2017, Roberto E. Guzmán.

Puntilla, innominado/*ignominado, candidateable

PUNTILLA 

Son muchas las palabras que caen en el olvido. El idioma cambia cada día sin dejar de servir de instrumento de comunicación. Del mismo modo en que desaparecen vocablos, así se incorporan otros a la lengua corriente.

La voz “puntilla” casi ha desaparecido. Ha perdido vigencia como consecuencia de los avances tecnológicos, pero esto no impide que se le haga un espacio en los diccionarios diferenciales del español dominicano.

En el español dominicano puntilla posee varias significaciones. La primera que debe recordarse es aquella puntilla que usaban los zapateros. Era un clavo muy pequeño con una punta muy aguda y una cabeza desproporcionadamente grande. Tenía varios usos en la reparación de zapatos.

La otra acepción de puntilla que hay que rescatar es la concerniente a un tipo de arroz que así se denominaba, puntilla, por el tamaño de este. Según las explicaciones que se han recabado, este arroz era la “rabiza” en la selección del arroz. Era de algún modo el arroz de peor calidad por su tamaño y textura. La puntilla no era solamente el arroz pequeño, sino el arroz partido, las partes de arroz que quedaban después de la selección del arroz. Se recuerda que algunos comerciantes en las bodegas de los ingenios azucareros vendían arroz muy barato que los compradores llamaban puntilla.

Las dos puntillas antes mencionadas se han salvado del olvido total por obra de dos estudiosos de la lengua vernácula de los dominicanos. En el Diccionario de dominicanismos (2010:187) aparece la acepción del arroz en tanto sustantivo femenino, “Granos partidos del arroz que sirve para alimentar los puercos”.

La puntilla del zapatero aparece en el Real diccionario dominicano (2017:289), “Clavo diminuto que sirve para pegar la suela de los zapatos”. En ese libro se define el arroz puntilla así, “Granos partidos de arroz, que quedan en el afrecho”.

El vocablo puntilla fue adoptado en el español dominicano directamente del español peninsular, pero a este se le añadieron las acepciones nuevas que se han mentado más arriba. Se escribió que se adoptó en el español dominicano porque en tanto diminutivo de punta en el español dominicano habría resultado “puntita” o “puntica”, con mayores probabilidades de hacerlo según la segunda opción, con la terminación –ica.

En el español de otros países de Hispanoamérica utilizan la denominación puntilla para otros propósitos. La puntilla que más se asemeja a la del zapatero dominicano es la de Cuba, México y Colombia, países en los cuales puntilla corresponde a un clavo delgado de hierro o acero que se emplea en construcciones. Se diferencia esta puntilla de la dominicana por el tamaño y el destino que se le reserva.

 

INNOMINADO – *IGNOMINADO

“. . . y otros IGNOMINADOS por razones políticas y clasistas. . .”

De las dos palabras del título la primera es reconocida por su relación con “nombre”; la otra que aparece marcada con el asterisco no aparece en los diccionarios de la lengua común. En el desarrollo de esta sección se examinarán las dos voces.

Innominado es que no tiene nombre especial. Los dominicanos en el habla diaria a veces dicen, “eso no tiene nombre”. Con esa expresión destacan que ese algo a que se refiere la expresión es fuera de lo común, es extraordinario, inusual, excepcional. Es algo, cosa, acción, que causa asombro, que produce sorpresa.

En la cita que se colocó a manera de ejemplo del uso, la voz que se lee es *ignominado que a pesar de los esfuerzos que se han hecho no aparece en diccionario alguno.

Se presume que esta esa voz desconocida se ha creado con relación a ignominia. Por la formación y el contexto en que se encuentra en la cita, se supone que se ha tratado de crear un adjetivo para calificar a las personas que han incurrido en ignominia, es decir, que han recibido deshonra pública.

A veces este tipo de aventura creadora demuestra buena imaginación de parte de quien redacta, así como de la falta de un término que exprese la idea contenida en la nueva voz.

Lo más sano en casos como este es recurrir a la lengua general y hurgar allí por uno o más vocablos que puedan dar a entender lo que se desea manifestar por medio del escrito.

 

CANDIDATEABLE

“. . .unos expresidentes para volver a ser CANDIDATEABLES. . .”

La voz del epígrafe tiene amplia circulación en el ámbito político dominicano. No es posible poder medir cuán bien se la entiende en otros países.

El Diccionario de americanismos (2010) de la Asociación de Academias de la lengua española, recoge la voz del título y anota que es propia del español de la República Dominicana y Chile.

La voz aquí estudiada actúa como adjetivo tanto como sustantivo. Se refiere  a la persona que se puede candidatear, proponerse como candidato. De acuerdo con lo que escribe el mencionado diccionario pertenece al registro culto del habla, así como al popular.

El Diccionario del español dominicano (2013) apunta que es una palabra frecuente en el habla culta, formal, “Referido a persona, que se puede proponer o presentar como candidato”. Esta redacción produce mayor satisfacción que la anterior, porque deja abierta la posibilidad para que la persona se proponga, se promocione a sí misma, o, sea presentada como candidata por otros.

En principio la terminación -able  en este caso indica que el adjetivo que se forma con la ayuda de este sufijo trae una posibilidad pasiva, es decir, capacidad o aptitud para recibir la acción del verbo candidatear. A pesar de esto, ya se llamó la atención más arriba sobre la posibilidad de que la persona promueva o introduzca su propia candidatura.

No puede pasarse por alto aquí que los únicos dos países que en América utilizan este verbo sean Chile y la República Dominicana. La distancia que separa los dos países es mucha y las posibilidades de influir uno en otro son escasas, pero así son los asuntos de las lenguas.

© 2017, Roberto E. Guzmán.

Reguero, implantar, piso, acezar

REGUERO

Este sustantivo tiene en República Dominicana una acepción que hasta donde ha podido indagarse no ha recibido el reconocimiento de los especialistas de la lexicografía.

No puede negarse que reguero posee acepciones reconocidas de uso en República Dominicana que comparte con otros países de Hispanoamérica.

El reguero más conocido es el que se refiere a “conjunto de cosas”. Puede ser que quien estas reflexiones escribe esté equivocado, pero esta redacción trae a la mente de la persona que la lee que se refiere a diferentes tipos de cosas, de diferentes géneros, diversos.

En República Dominicana se ha oído el reguero usado para expresar una gran cantidad de algo del mismo género, tipo, de la misma cosa. Se expondrán algunos ejemplos de uso oídos en el habla diaria.

“Para limpiar la galería, esa mujer hizo un reguero de agua”. “Con el pleito que se armó en la fiesta, eso terminó en un reguero de sangre”. En los dos ejemplos aquí presentados se nota de inmediato que el reguero dominicano se refiere a derramar o utilizar líquido en profusión. Con este significado dominicano para reguero se pone de manifiesto que los hablantes del español dominicano asocian la idea de reguero con el verbo regar.

Con este comentario se aboga para que en las próximas ediciones de lexicones de voces dominicanas e hispanoamericanas se incluya esta acepción para el sustantivo reguero.

 

IMPLANTAR

“. . .en que supuestos agentes habían IMPLANTADO droga a. . .”

A veces las soluciones obvias escapan a la inteligencia de quien redacta. Este implantar que se encuentra en la frase transcrita es un ejemplo palpable de eso que se acaba de escribir.

En lugar de redactar con la mente centrada en el español, lo que muchos hacen es pensar en una lengua extraña y mal traducir lo que en esa lengua escriben.

No es esta la primera vez que en estos comentarios se trae la idea de personas de habla hispana que en el momento de redactar recurren a pensar en palabras que se usan en otra lengua extraña a la propia. Esto sucede con mucha frecuencia entre el español y el inglés, aún cuando algunas personas puedan pensar que se trata de una exageración.

Es válido que en esta parte de estas apostillas se pregunte el lector, ¿de dónde sale este verbo “implantar” en este contexto? La explicación es el propósito de este escrito.

En inglés la policía plant drogas, armas de fuego y otras lindezas para inculpar de ese modo a los presuntos transgresores de la ley.

La solución obvia que se mencionó en el primer párrafo de esta intervención no es utilizar el verbo plantar o implantar, sino poner, colocar. Sí, eso último es lo que se hace. Esto así porque el verbo implantar en español tiene significados muy alejados de ese que se le ha querido atribuir.

No hay  necesidad de torturar el cerebro para llegar a la solución que se propuso en este caso. Lo que se hizo fue pensar en español y utilizar un par de soluciones sencillas de las muchas que ofrece la lengua corriente.

 

PISO

“. . .su PISO popular luce cada vez más disminuido. . .”

Los hispanohablantes de América ya se han acostumbrado a que un apartamento, también conocido por el nombre de departamento, en España recibe el nombre de piso.

Ahora bien, en el ejemplo de la cita traída en esta sección la palabra del título no está empleada con ese valor. Aquí se usa en un sentido traslaticio. Esto es, se usa en sentido o significado que es distinto del propio o habitual.

Por la forma en que está redactada la frase se entiende que no se trata del sentido material del vocablo piso, sino de alguna manera se refiere al apoyo, base, soporte, sostén, sustentación.

De un modo más refinado que el ya enunciado se conoce en Chile, país en el que piso se acepta en tanto “base teórica o ideológica en la que se sustenta alguien o algo”. Esta acepción aparece registrada en el Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española.

Es probable que en el caso de la frase transcrita no haya necesidad de ir tan lejos y que puede entenderse la idea de lo expresado con la ayuda de uno de los sinónimos propuestos para piso en la frase copiada.

Tal y como sucede en muchos casos en las lenguas, la envoltura distrae el contenido. La forma externa de la presentación no es directa porque se considera muy pedestre y se recurre a meandros que disfrazan el mensaje. Olvidan que la vía directa es la más segura.

 

ACEZAR

“. . .se puede ACEZAR a los periódicos. . .”

En ocasiones anteriores se ha criticado que personas que se presumen cultas incurran en errores como el que se destaca en la frase reproducida. Se ha explicado ya que es posible que sea una mala pasada del corrector automático del computador, o bien, que sea eso sumado a una ligereza del redactor por no revisar lo que escribe. En los dos casos eso no exime de responsabilidad a quien así redacta.

Acezar fue un verbo que en tiempos ya idos se empleaba de manera incorrecta diciendo “cesar” para la acción que hacía en los juegos deportivos un jugador al respirar trabajosamente a causa del esfuerzo o de la fatiga. Eso sucedió hace muchos años ya. Muchos años más tarde se aprendió que el verbo en buen español era acezar.

En el caso de la cita lo que ha habido es una mala transcripción de un verbo de gran empleo en la actualidad. El verbo que parece que quiso usar el redactor fue accesar, para dar a entender que se tenía así acceso a los periódicos.

El verbo accesar no ha sido bendecido aún por las autoridades que custodian la unidad de la lengua internacional. En República Dominicana y en otros catorce países de la América hispana se utiliza este verbo para expresar que alguien tiene “acceso a información o a datos contenidos en un sistema informático”. Así aparece en el Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española. De un modo más dilatado en República Dominicana ese verbo se usa también para “acceder una persona a algo”.

No cabe duda de que ese verbo procede de las orillas de la lengua inglesa, pero eso no lo invalida si el uso lo acredita. Según parece este verbo es innecesario porque existe en español el verbo acceder.

Si el verbo accesar no logra reconocimiento en un futuro próximo en mucho se deberá a que se utiliza en América y no en Europa. Si más arriba se escribió que ese verbo se emplea en catorce países, con los diferentes significados se conoce en 17 países. Lo que queda por hacer es el cómputo de hablantes de español que usan el verbo y la frecuencia.

Con lo escrito en el párrafo inmediatamente anterior a este no se justifica el uso, sino que se pide que se consideren los cálculos de la presión de las cantidades de hablantes involucrados. pues existe la posibilidad de que este verbo forme parte del léxico pasivo, con poca incidencia en el léxico activo.

En los casos en que se tienda a usar el verbo sacado del inglés, es mejor utilizar el verbo acceder que tiene larga historia en el español común.

© 2017, Roberto E. Guzmán.

Entrevista a Bruno Rosario Candelier

Por Evelyn Irizarri

 “Llevo más de 50 años consagrado al trabajo intelectual”

Desde temprana edad se sintió atraído por la lectura, a través de la cual entró en contacto con el mundo intelectual, al que ha dedicado toda su vida

“En el seminario experimenté una fuerte inclinación por la vida intelectual y por la creación literaria”. (Edward Roustand)

Bruno Rosario Candelier, director de la Academia Dominicana de la Lengua, es un intelectual que siempre se ha preocupado porque sus semejantes hagan un buen uso de la lengua de Cervantes. A lo largo de su vida ha estado involucrado en el mundo de la intelectualidad, en principio como aprendiz, estudioso, y más adelante como docente.

Hoy, desde su posición como director de la Academia Dominicana de la Lengua, trabaja en favor de fortalecer el buen uso del idioma.

Para Rosario Candelier una de sus prioridades es la creación literaria y el apoyo a los aspirantes a escritores, a quienes aconseja profundizar en las bases sobre las cuales se pueden lograr textos con elevada calidad literaria.

1. Mocano de Moca
Soy mocano, de Moca. Esa es una expresión que quiere decir el mocano que vive en Moca. Nací en un campo de Moca. Soy hijo de Juan Rosario y Carmela Candelier. Soy el tercero de una familia numerosa. Los primeros años de mi vida los pasé en Guaucí, donde hice la escuela primaria. De ahí pasé a la ciudad, donde realicé parte de la primaria porque la escuela secundaria no existía. La secundaria la realicé entre Jarabacoa y Santo Domingo. Solo he estado fuera de Moca, los cuatro años que estudié en Jarabacoa, la etapa que estudié en el Seminario Diocesano, aquí en Santo Domingo, donde viví siete años y el tiempo que estudié en Madrid que fue de cuatro años.

2. Ejemplos más que consejos
Mi padre jugó un papel preponderante en mi formación, y fíjate un detalle, mi papá nunca me dijo que leyera. Aprendí a leer porque deduje que era importante leer, porque veía que mi padre leía. De ahí se desprende lo siguiente: Los padres no tienen que darles consejos a sus hijos, los padres lo que tienen que hacer es darles ejemplos a sus hijos. Los hijos imitan las acciones que ven en sus padres, porque habría una contradicción si tú le predicas una cosa a tu hijo y con el ejemplo le das muestras de lo contrario. El ejemplo es el que educa. Nuestro país está ahora mismo en un descenso espiritual, moral e intelectualmente, fruto de la familia, pues es la familia la que ha descendido.

3. Aventurero
De niño fui muy travieso. Era un aventurero. Tú sabes, yo nací en un campo, pero a los 10 años, quise conocer la capital y vine por mi cuenta en un camión, sin pedir permiso a mis padres, y regresé en un camión de carga. Me dieron mi pela, pero yo seguía. A mí me dieron muchas pelas. Yo salía mucho. Por ejemplo, tú sabes que la comunidad de Monción queda en la Línea Noroeste, pues en esa época me fui a conocer la comunidad de Monción con un grupo de Boy Scouts.

4. Cultivo intelectual
Desde muy niño aprendí a valorar los libros y el cultivo intelectual porque mi padre era un gran lector, leía libros, revistas y periódicos, aunque éramos muy pobres. Hubo un tiempo en el cual solo había un periódico, y ese era elCaribe, y un tiempo en que nos llegaba elCaribe desde Santo Domingo y La Información, que llegaba de Santiago. Mi padre compraba una revista que se llamaba “Carteles” y otra que se llamaba “Bohemia”, que venía de Cuba, y la revista Selecciones de Reader’s Digest, una revista muy buena con artículos de todos los temas. Esa colección entera la tenía mi padre y yo me formé leyendo esa revista. Luego vino la época de comenzar a leer libros. La vida intelectual fue nutriéndose, porque el intelecto se nutre de la observación de la realidad, de la lectura que uno realiza y de la gente con la que uno se vincula.

5. Seminarista
Entré al seminario porque sentía una inclinación religiosa, que quizás influyó más el deseo de encontrar una formación intelectual. Digo esto porque no continué. Entré al seminario a los 17 años y ahí estuve hasta los 24. Es decir, que estuve ahí siete años. Salí porque me di cuenta de que mi vocación no era dedicarme a la vida religiosa, sino a la vida intelectual. En el seminario experimenté una fuerte inclinación por la vida intelectual y por la creación literaria. Desde entonces me he dedicado a la vida intelectual. Llevo más de 50 años consagrado al trabajo intelectual y al trabajo creador a través de la palabra.

6. Fuera del seminario
Cuando salí del seminario busqué la forma más adecuada para ganarme la vida, y esa manera fue el magisterio. Ya yo era bachiller, había estudiado filosofía. Tenía cierta preparación en la rama de la lengua y la literatura y la filosofía, y conseguí trabajar en una escuela de maestros que hay en Licey, una comunidad que queda entre Moca y Santiago, pero pertenece a la provincia de Santiago. Allá hay una escuela de maestros. Ahí entré como profesor. Ahora ha pasado a ser administrada por el Instituto Salomé Ureña de Formación Universitaria. Ahora es una universidad que se dedica a la formación de maestros. En mi época era a nivel de bachillerato. Al tiempo que trabaja como maestro en esa escuela, me matriculé en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra de Santiago. Por la mañana daba clases en Licey y por la tarde asistía a la universidad como estudiante. Impartí docencia en esa escuela durante cuatro años. Esa escuela, para la literatura tiene una gran importancia, porque allí formé el primer taller literario que se creó en el país, en el año 1967. Lo formé con estudiantes que yo veía que daban señales de que tenían vocación literaria. De hecho, de ahí salió un poeta muy importante que es el poeta José Enrique García, novelista y académico de la lengua. Incluso, la mayoría de los escritores ha pasado por un taller literario.

7. Formación académica
Cuando me gradué en la universidad participé en un concurso de oposición, porque entonces, para ingresar como profesor a la universidad había que pasar por un concurso de oposición, y yo gané, y así es como ingresé como profesor de Lengua Española en la Universidad Católica Madre y Maestra de Santiago, y a los dos años conseguí una beca del Instituto de Cultura Hispánica de Madrid y fui a Madrid a estudiar Filología, una carrera que todavía no es muy conocida en el país. Realicé un doctorado en Filología, en la Universidad Complutense de Madrid, y cuando terminé esa carrera me reintegré como docente en la Universidad Católica Madre y Maestra. Allí estuve por 35 años, como profesor de Lengua Española y de Literatura y de Lingüística.

8. Docente
Lo más importante de estos 35 años como docente, para mí, fue haber desarrollado la conciencia de lengua y de literatura, que yo la tengo. La adquirí y traté de transmitirla a los estudiantes. Traté de fomentarles la importancia de tener una conciencia de lengua y una conciencia literaria, tener la oportunidad de transmitir mis inquietudes intelectuales, estéticas y espirituales, y para desarrollar la capacidad de creación, que la he estado ejerciendo desde muy joven.

9. Medio siglo de matrimonio
Me he casado una sola vez. Llevo casi 50 años de casado con mi esposa. Mi esposa se llama Inés Méndez. Tenemos tres hijos. Yo estuve interno en un hospital y allí ella fue a visitar a una persona que estaba interna, y ahí la conocí. A partir de ese día se estableció un vínculo que terminó en noviazgo y después en matrimonio. Vivimos en Moca. Los escritores no somos padres ejemplares porque les dedicamos mucho tiempo a nuestros libros, a la lectura y a la creación, pero no soy tan mal padre.

10. En riesgo
No guardo muchos recuerdos tristes, pero sí recuerdo situaciones preocupantes y difíciles. Una vez en España padecí cólera. Me dio cólera en el año 1972 y me vi al borde de la muerte. En otra ocasión, en Licey, en la escuela normal, para curarme de una gripe me inyectaron penicilina, no sabía que era alérgico, hice una reacción alérgica que casi me cuesta la vida. Ese día supe que era alérgico a la penicilina.

Transmitir los conocimientos

“De mi carrera lo que más me ha satisfecho es haber podido testimoniar mis convicciones y mi percepción del mundo. Ahora estoy al frente del Ateneo Insular, cuya sede principal se encuentra en Moca. Esta entidad está conformada por escritores y aspirantes a escritores de todo el país. Esa institución surge apoyada en la idea de San Juan de la Cruz de que el concepto insular de Ínsula, alude al alma”.

Profesor
“Cuando salí del seminario busqué la forma más adecuada para ganarme la vida, y esa manera fue el magisterio. Había estudiado filosofía”.

Concurso
“Cuando me gradué en la universidad, participé en un concurso de oposición, para ingresar como profesor a la universidad, y gané”.

Formación
“Hice un doctorado en Filología, en la Universidad Complutense de Madrid, y cuando terminé me reintegré como docente en la Madre y Maestra”.

Periódico El Caribe, Santo Domingo, 20 de julio de 2017.

A don Manuel de Jesús Campos Navarro, que acaba de cumplir cien años de fecunda existencia

Por León David

 

Transcurre raudo el tiempo con porfía

y la vida te estruja y arrebata

y lo que antes ató hoy lo desata

y aquel fulgor de ayer ya es noche fría.

 

La ancianidad llegó de pronto un día,

un día cualquiera con su faz ingrata;

el instante fugaz como una rata

roe la carne que sueña todavía…

 

Porque si el cuerpo cede y se marchita

-suerte fatal de la mortal criatura-

el pensamiento altivo canta y grita:

 

lo que creaste eres, viva rosa

que siempre esplenderá fragante y pura,

que cien años, Manuel, no es poca cosa.

Oración

Por María Aybar

 

Señor…

desde mi más tierna infancia

te busqué,

y no pude hallarte.

Me dijeron que habitabas

en los templos,

en el pan

y en el vino.

Todo fue inútil.

Hoy, se hizo el milagro.

Te sentí

en el tibio sol de la mañana

en el aroma de la pequeña flor

y en la sonrisa tierna de un niño.

En el árbol,

y en la cantarina fuente

del río.

En los que sufren,

en los que lloran.

¡Gracias te doy por

Tu gracia!

Buenos Aires, Dic. 1998

 

El banquete, Platón, introito

Por Sélvido Candelaria

Siempre habré de recordar cuando, en los albores de mi vida, bajo las noches enracimadas de estrellas, mi padre nos convocaba a la tertulia familiar. Era el momento lúdico del día y jugó  un papel importante en mi formación como ser humano. En ese momento, aquel narrador innato, cubría el espacio que hoy avasalla la televisión o el internet. Las historias narradas siempre eran escogidas para cautivar nuestras mentes infantiles pero, también, para dejarnos alguna enseñanza. Y  si hubiera sido solo por las ficciones, quizás  yo hubiera borrado de mi memoria, o mantuviera en un estado muy difuminado esos momentos, pues estoy consciente de las narraciones pero no puedo decir que se haya grabado en mi ninguna en especial.  Lo que si conservo vívido en mi mente, son las exposiciones con que se epilogaban esas noches. Éramos cuatro los hermanos y después de los primeros treinta minutos los pequeñines comenzaban a dormirse. A la hora, ya solamente quedábamos dos personas: él y yo. Y entonces venía lo gordo. Lo que ha perdurado. De una forma que aún no puedo explicarme, mi progenitor, quien solo hizo el tercer grado de la escuela básica, relacionaba algo de una historia recién contada, con la vida de un personaje histórico. Y sus personajes preferidos para eso, eran los filósofos. Y entre los filósofos, Platón. No creo que llegara a leer mucho de su obra, pero hablaba con una seguridad sobre él, que parecía un estudioso de su vida. Y yo, una cantera virgen, ávido de conocimientos, me embelesaba escuchándolo, mientras proyectaba en el horizonte algún momento en que, quien pudiera hablar de Platón en aquella forma fuera yo mismo.

Deseo cumplido.  Esta honrosa asignación que se me ha hecho para la ocasión, me brinda en bandeja de plata la oportunidad de cumplir ese proyectado sueño y he de aprovechar la ocasión para, con este modesto trabajo sobre El Banquete, honrar póstumamente la memoria de mi padre quien seguramente ha de sentirse satisfecho al haber sembrado en mí el placer por lo trascendente.

Cuerpo.

En pleno siglo XXI, después de las transformaciones lingüísticas que han hecho evolucionar el arte literario hasta el estadio en que hoy se encuentra, comenzar a leer esta obra, causa impacto. La forma tan desenfadada que utiliza Platón para introducirnos el tema abordado en ella, sigue teniendo una vigencia artística envidiable. No puede ser menos que plausible, la idea genial de inventarse una historia como la narrada, en el formato en que se presenta, muchos siglos antes de que a los críticos se les ocurriera dividir las producciones literarias en géneros, pues ya, en esta, el autor deja establecido el fundamento de lo que vendría a ser una novela. Cito el primer párrafo de El Banquete.

(Habla Apolodoro dirigiéndose a Glaucón) –Me parece que sobre lo que preguntas estoy preparado. Pues precisamente anteayer subía a la ciudad desde mi casa de Falero cuando uno de mis conocidos, divisándome por detrás, me llamó desde lejos y, bromeando  a la vez que me llamaba, dijo: –¡Eh!, Tú, falerense, Apolodoro, espérame. Yo me detuve y le esperé. Entonces él me dijo: –Apolodoro, justamente hace poco te andaba buscando, porque quiero informarme con detalle de la reunión mantenida por Agatón, Sócrates, Alcibíades y los otros que entonces estuvieron presentes en el banquete, y oír cuáles fueron sus discursos sobre el amor. De hecho, otro que los había oído de Fénix, el hijo de Filipo, me los contó y afirmó que también tú los conocías, pero en realidad, no supo decirme nada con claridad. Así pues, cuéntamelos tú, ya que eres el más adecuado para informarme de los discursos de tu amigo. (1)

Este párrafo puede ser la envidia de cualquier destacado novelista, aun en nuestros días, para comenzar una novela. No habrá  lector que ante tal provocación no se interese por esa historia que se anuncia, tanto por los personajes que involucra como por el velo de misterio que se percibe en la abrupta forma de iniciarla. Ese recurso de iniciar una obra con el recuento de algo ya pasado, ha sido explotado por todos los grandes novelistas de la historia. Veamos un solo ejemplo. Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde    remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. (2)

Pero aparte de este engarzador recurso, el genio creativo de Platón se manifiesta en otra forma elocutiva que ha sido aprovechada también, con las variantes que los tiempos y lugares demandan, por maestros de la narración. Se trata de exponer acciones extemporáneas donde participan personas fallecidas pero que, de pronto, el autor los hace cobrar vida. Pero antes dime, ¿estuviste tú mismo en esa reunión o no? Y yo le respondí: –Evidentemente parece que tu informador no te ha contado nada con claridad, si piensas que esa reunión por la que preguntas ha tenido lugar tan recientemente como para que yo también haya podido estar presente. –En efecto, así lo había pensado–dijo. –¿Pero cómo pudiste pensar eso, Glaucón?, Le dije. ¿No sabes que, desde hace muchos años, Agatón no ha estado aquí,  en la ciudad, y que aún no han transcurrido tres años desde que estoy con Sócrates y me propongo cada día saber lo que dice o hace? (3)

Es interesante hacer notar que esta obra aparece por el año 380 a. c. y Sócrates había muerto en el 399, es decir 19 años antes. Pero no solo Sócrates; prácticamente todos los personajes mencionados en El Banquete, habían desaparecido para la fecha en que se escribe o no habían existido nunca. Algo parecido se explota, 23 siglos después, en otra maravillosa obra narrativa cuando un personaje creado por Juan Rulfo se encuentra con una señora a quien su madre, fallecida años antes, le ha dado la noticia de que le tuviera un cuarto preparado porque vendría ese día.

Pero el cuarto que le he reservado está al fondo. Lo tengo siempre descombrado por si alguien viene. ¿De modo que usted es hijo de ella? —¿De quién? —respondí. —De Doloritas. —Sí, pero ¿cómo lo sabe?  —Ella me avisó que usted vendría. Y hoy precisamente. Que llegaría hoy. —¿Quién? ¿Mi madre? —Sí. Ella. Yo no supe qué pensar. (4)

Imagino que esa misma sería la actitud (el no saber que pensar) de alguien que leyera este libro cuando apareció. Y todavía hoy ha de crear cierta confusión en quien lo lea por primera vez sin enterarse antes de la cronología que envuelve acción y personajes. Es este, a mi entender, el primer gran aporte que hace Platón a la literatura universal con esta obra, el dejar sentadas las bases para una forma elocutiva amenamente perturbadora.

El segundo, y todavía más importante, es la forma magistral que utiliza para adentrarnos en la esencia del ser humano a través de su cualidad más excelsa: la de amar. Y lo hace, estableciendo parámetros inéditos de lo que es el amor, definiéndolo con una precisión tal que deja establecido un marco de referencia obligado  para todos quienes, en la posteridad, se les ocurriera tratar el tema, ya que lo hace desde diferentes ópticas, sostenido por diferentes conceptos. Bajo el argumento de un banquete celebrado para agasajar al poeta Agatón, (hago notar aquí que, El Satiricón, reconocida como la primera novela occidental, de acuerdo a los criterios modernos de clasificación genérica, tiene como argumento un banquete, y se le concede su creación a Petronio, que vivió unos cuatro siglos después de haber aparecido El Banquete) el autor convoca a diferentes personajes para que se expresen  sobre el amor.  No vale la pena, Apolodoro, discutir ahora sobre esto. Pero lo que te hemos pedido, no lo hagas de otra manera y cuéntanos cuáles fueron los discursos. –Pues bien, fueron más o menos los siguientes… Pero mejor intentaré contárselos desde el principio, como Aristodemo me los contó. Apolodoro: Me dijo, en efecto, Aristodemo, que se había tropezado con Sócrates, lavado y con las sandalias puestas, lo cual éste hacía pocas veces, y que al preguntarle adónde iba tan elegante le respondió: –A la comida en casa de Agatón. Pues ayer logré esquivarlo en la celebración de su victoria, horrorizado por la aglomeración. Pero convine en que hoy haría acto de presencia y ésa es la razón por la que me he arreglado así, para ir elegante junto a un hombre elegante. Pero tú, dijo, ¿querrías ir al banquete sin ser invitado? Y yo, dijo Aristodemo, le contesté: –Como tú ordenes. (5)

En ese agasajo se conviene sustituir la tradicional bebedera en que los griegos convertían estas ocasiones, por la participación de escogidos invitados para elogiar al dios Eros. Y desde aquí comienza la genialidad. Porque Platón no escoge al azar. Ubica y pone a hablar en un orden ascendente, a personajes cónsonos con las variantes que quiere dejar manifiestas sobre la forma en que los humanos conciben el amor. Y así pone a hablar a Fedro, Pausanias, Aristófanes, Agatón, y Sócrates(quien a su vez utiliza el personaje de Diotima para expresar sus juicios), en la parte preestablecida, pero hace cerrar con Alcibíades,  un inusitado y tardío allegado que viene a poner en entredicho, todo lo establecido anteriormente, como una forma excelsa de exponer que los conceptos elaborados en base a nuestros conocimientos y percepciones, siempre son pasibles de ser cuestionados por las acciones en que nos vemos envueltos.

Según nos dice Lorena Rojas Parma, de la Universidad Católica Andrés Bello, de Venezuela, El amor de Sócrates y Alcibíades es una de las historias más controvertidas e intensas para disertar sobre el amor y para aproximarnos a Sócrates1. El Banquete de Platón es la fuente más importante sobre la relación de su maestro con el bello político de Atenas… Salvo honradas excepciones, por lo general este tema del diálogo se aborda de una forma «sublimada» o graciosa y, de una u otra manera, Sócrates mantiene a toda costa lo que presuntamente deberíamos entender como su «integridad moral», suponiendo que cualquier relación no intelectualizada –incluso en lo amoroso– sería para él inaceptable. Sin embargo, si leemos los textos sin preconcepciones fijas e inamovibles, esto es, con intención de dialogar con ellos, y si dejamos de «salvar» a Sócrates de cualquier rasgo de pura humanidad, nos encontraremos con un perfil y un actuar amoroso mucho más fecundo humana y filosóficamente hablando. La eterna pregunta sobre el comportamiento de Sócrates en las escenas que narra Alcibíades de forma desvergonzada en el Banquete se ha respondido tradicionalmente viendo a un Sócrates sumido en la contemplación de la «Belleza en sí» –como el iniciado que ha descrito Diotima–, a un Sócrates que no puede, en su calidad de filósofo, someterse a los deseos del cuerpo, o a un Sócrates cuyo comportamiento constituye la prueba de que no tuvo nada que ver con el homoerotismo, la pederastia o la bisexualidad de la Antigüedad griega. (6)

Entiendo que Platón alcanza, en las conclusiones a que llegan sus personajes, desde los ardientes y sensuales pronunciamientos del joven Fedro hasta la madura y sopesada sabiduría de Sócrates, pasando por el enfoque científico de Arixímaco, la exuberante elocuencia de Aristófanes, y el idealismo poético de Agatón, eleva el concepto del amor a los más altos linderos de la metafísica y, él mismo, en el esfuerzo de abstracción que hace para llegar a esas conclusiones puestas en boca de otros, penetra sin dudas al dominio de lo místico y deja establecidas las bases conceptuales de cómo llegar a ello.

Entonces Sócrates, concentrando de alguna manera el pensamiento en sí mismo, se quedó rezagado durante el camino y como aquél le esperara, le mandó seguir adelante… La meditación extática de Sócrates, en la que se supone se concentra en la idea de Belleza, cuando se dirigía a la casa de Agatón suele considerarse histórica. Esto es una expresión irónica, humorística: La gracia está en que Aristodemo, que no había sido invitado, se ve solo en la puerta sin Sócrates, el invitado.  Del interior de la casa salió a su encuentro de inmediato uno de los esclavos que lo llevó a donde estaban reclinados los demás, sorprendiéndoles cuando estaban ya a punto de comer. Y apenas lo vio Agatón, le dijo: –Aristodemo, llegas a tiempo para comer con nosotros. Pero si has venido por alguna otra razón, déjalo para otro momento, pues también ayer te anduve buscando para invitarte y no me fue posible verte. Pero, ¿cómo no nos traes a Sócrates? Y yo –dijo Aristodemo–me vuelvo y veo que Sócrates no me sigue por ninguna parte. Entonces le dije que yo realmente había venido con Sócrates, invitado por él a comer allí. –Pues haces bien, dijo Agatón. Pero, ¿dónde está Sócrates? –Hasta hace un momento venía detrás de mí y también yo me pregunto dónde puede estar(7).

Y si este ejemplo no es lo suficientemente convincente para inducirnos a pensar en el misticismo de Platón, podríamos mencionar el efecto que sus enseñanzas ejercieron en los místicos que le sucedieron, directamente o a través de sus discípulos inmediatos y posteriores, según se puede deducir por el giro que dio la vida de San Agustín, quien llega a ser ejemplo de misticismo después de haberse puesto en contacto con las doctrinas de Plotino, el más reconocido promotor del neoplatonismo.

Miches, 18 de junio de 2017.

1.-Platón,  El Banquete, edición digital, p 15

http://www.filosofia.org/cla/pla/img/azf05285.pdf

2.-García Márquez,  Cien años de soledad, Madrid, edición conmemorativa, Real Academia Española, Asociación de Academias de la Lengua Española, Alfaguara, pág. 9

3.- 1.-Platón,  El Banquete, edición digital, p 18

http://www.filosofia.org/cla/pla/img/azf05285.pdf

4.- Juan Rulfo, Pedro Páramo, edición digital, pags. 8 y 9

http://vivelatinoamerica.files.wordpress.com/2014/05/pedro-pc3a1rramo-de-juan-rulfo.pdf

5.Platón,  El Banquete, edición digital, p 20

http://www.filosofia.org/cla/pla/img/azf05285.pdf6.- Lorena Rojas Parma, De amore: Sócrates y Alcibíades en el Banquete de Platón, De amore: Socrates and Alcibiades in Plato’s Symposium, edicion digital, ensayo.

http://www.scielo.org.pe/scielo.php?pid=S1016-913X2011000100007&script=sci_arttext)

7.- 3.- 1.-Platón,  El Banquete, edición digital, p. 24, http://www.filosofia.org/cla/pla/img/azf05285.pdf