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Los usos erróneos que se generalizan en la lengua proceden con frecuencia de un fallo concreto. Los hablantes, sin pararnos a analizar su corrección, lo extendemos al repetirlo. Eso es lo sucedido con las declaraciones poco afortunadas, lingüísticamente al menos, de un responsable del suministro de agua en estos días de averías, cortes y restricciones. En vista de que la escasez de agua afectaba a sectores que habitualmente no la sufren, animaba a «racionalizar el agua». Los reporteros reprodujeron sus palabras sin detenerse a pensar en lo inapropiado de la elección del verbo.