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Los usos erróneos que se generalizan en la lengua proceden con frecuencia de un fallo concreto. Los hablantes, sin pararnos a analizar su corrección, lo extendemos al repetirlo. Eso es lo sucedido con las declaraciones poco afortunadas, lingüísticamente al menos, de un responsable del suministro de agua en estos días de averías, cortes y restricciones. En vista de que la escasez de agua afectaba a sectores que habitualmente no la sufren, animaba a «racionalizar el agua». Los reporteros reprodujeron sus palabras sin detenerse a pensar en lo inapropiado de la elección del verbo.

Releer y corregir

Admiramos a los escritores que son capaces de usar el lenguaje con creatividad y que nos regalan páginas magistrales convertidas en obras de arte. El don de crear belleza con las palabras es patrimonio de unos cuantos. Los demás tenemos que conformarnos, que no es poco, con redactar con corrección y coherencia.

Pequeñas pero chismosas

Las preposiciones nos juegan a veces malas pasadas. Son partículas con significado gramatical que nos sirven para unir palabras y sintagmas. En español son palabras invariables y forman un grupo cerrado que, hace ya algunos años, nuestros profesores, sabiamente, nos hacían aprender de memoria en una especie de trabalenguas cantado: a, ante, bajo, cabe, con, contra…
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Una sobreviviente

A veces tengo la suerte de recibir consultas que me acercan a la interesante vida de las palabras. La profesión periodística, por su inmediatez, se enfrenta a diario con el manejo de su principal herramienta de trabajo: la palabra. Las dudas sobre la propiedad de un término son muy habituales, y eso le ha ocurrido a nuestra lectora con la elección entre emprendedurismo y emprendimiento.
Ambas se usan para nombrar la acción o el efecto de acometer una obra o para denominar la cualidad de emprendedor que tiene una persona. Desde luego que emprendedurismo no está incluida en el Diccionario de la Real Academia y emprendimiento aparecerá por primera vez en su próxima edición. Eso no quiere decir que sea una palabra nueva. La primera documentación que he encontrado en español data de una carta escrita por Juan II nada menos que en 1312. Desde esa lejana fecha el español parecía, solo parecía, haberla olvidado en los textos escritos hasta que reaparece en la zona del Río de la Plata a partir de los años setenta del siglo XX, sobre todo en prensa escrita. También de las publicaciones periodísticas de la misma zona proceden los ejemplos para emprendedurismo, pero a partir de 2001, y de uso muchísimo menos frecuente. Si me piden que tome partido, cosa que a los lingüistas no nos gusta demasiado, desde luego me inclino por emprendimiento, con más solera y mucho más bonita, aunque esta última razón sea poco científica.

Envíe sus comentarios y/o preguntas a la Academia Dominicana de la Lengua en esta dirección: consultas@academia.org.do

© 2011 María José Rincón

El mundo en español

Los recientes acontecimientos internacionales nos han obligado a utilizar topónimos y gentilicios poco frecuentes. Túnez, el país y su capital, se convirtieron, por obra y gracia de la ignorancia o, peor aún, de la parejería, en *Tunicia, y los tunecinos en *tunicios. Egipto y los egipcios han salido mejor parados y, al final, nos hemos aprendido el gentilicio para los cairotas, los naturales de El Cairo, la capital egipcia. La lejana Pekín, o Pequín, como también puede escribirse, se convierte demasiado a menudo en Beijing; por cierto, no sé cómo tendríamos que llamar al delicioso pato a la pekinesa.

Merengue sin güira

Algunos signos ortográficos han protagonizado esta columna durante las últimas semanas. Son marcas gráficas que ayudan a que podamos leer e interpretar correctamente los textos escritos. Nuestros lectores nos consultan acerca del uso de la diéresis, también conocida como crema, esos dos puntos que colocamos horizontalmente sobre una vocal. En nuestro sistema ortográfico solo tienen una función: indican que la letra u debe pronunciarse, cuando aparece después de g y antes de e o i. Se trata, por tanto, de un signo diacrítico, como lo es la tilde, que le otorga un valor especial a la letra sobre la que se coloca.

Unas cuantas tildes menos

Entre las novedades que nos ha traído la nueva ortografía académica se encuentra la eliminación de la tilde en tres casos concretos. La regla general es que las palabras que tienen una sola sílaba no se acentúan ortográficamente. Existen, no obstante, casos de uso de la tilde para distinguir entre las formas tónicas y átonas de un mismo monosílabo.

Puntualizando

Los signos de puntuación tienen historias curiosas. Así les pasa a los puntos suspensivos. Se llaman así desde 1841 y desde entonces son tres, solo tres, puntos consecutivos que se escriben a continuación de una palabra, sin que los separe ningún espacio. A pesar de su aparente humildad, nos sirven para expresar muchas cosas. Los usamos si queremos indicar una pausa, porque dudamos o porque queremos causar expectación: «Si la educación fuera una prioridad…». Nos sirven también para indicar silencios significativos o para sustituir palabras consideradas inconvenientes: «¡Qué p…!». Si enumeramos varios elementos los podemos usar al final como sustitutos de la abreviatura etc. Desde luego en este caso debemos evitar usarlos ambos a la vez.

Limpia, fija y da esplendor

La Real Academia Española se fundó, allá por 1714, con el propósito de destacar la importancia de la lengua española entre las lenguas occidentales. Se eligió desde su fundación el ya famoso lema Limpia, fija y da esplendor y el emblema de un crisol puesto al fuego.

Chivos sin ley

Hacía mucho que no encontraba en una obra literaria contemporánea tantas y tan hermosas referencias a la lengua. Cada novela, cada poema o cada texto dramático son, en sí mismos, una alabanza a la creación humana que los hace posible y que es su materia prima: la lengua; pero en pocos encontramos unas palabras tan bonitas y tan certeras como estas de Muriel Barbery en su novela La elegancia del erizo: «La lengua, esta riqueza del hombre, y sus usos, esta elaboración de la comunidad social, son obras sagradas.