El verbo es el motor de la lengua

Tradicionalmente, las palabras del idioma español se clasifican, según su función, en nueve tipos o clases: sustantivos (abogado, justicia), pronombres (él, quien), adjetivos (sabio, inescrupuloso), verbos (argumentar, ser), adverbios (bien, conjuntamente), artículos (el, la) , preposiciones (de, durante) , conjunciones (y, o) e interjecciones (eh, uepa).  De estas diversas clases, se destacan por su importancia dos: los sustantivos o nombres —que designan individuos, grupos, cosas e ideas— y los verbos, que denotan, generalmente, una acción, un movimiento, un hacer.  Existen idiomas que carecen de artículos, preposiciones, etc., pero no hay ninguno que prescinda de sustantivos o verbos.

Los sustantivos, por su naturaleza, tienen una significación más bien estática: representan personas, cosas o ideas que perduran; los verbos, al contrario, son generalmente dinámicos: reflejan las fuerzas y el movimiento de un mundo eternamente cambiante. Cuando leemos un sustantivo, pensamos que se trata de algo o de alguien; cuando leemos un verbo, pensamos en lo que sucede con algo o alguien. En general, los sustantivos son menos directos y más abstractos que los verbos y, por tanto, más difíciles de intuir y entender.

De ahí que se considere al verbo la clase de palabra por antonomasia en la lengua humana. No es casualidad que su nombre se deriva del latín verbum, que significa, precisamente, palabra. Como explica Álex Grijemo en su obra La gramática desomplicada:

El verbo es el motor de la lengua. El verbo representa la fuerza del idioma, una potencia que él traslada al resto de las palabras y que las atraviesa como un pincho […]. Todo el entramado de vocablos que empleamos para expresarnos se vendría abajo si no supiéramos usar el verbo o si no lo hubiéramos inventado…

Muchos profesionales del derecho parecen desconocer estas verdades. Solo así se explica la costumbre que tienen de eliminar sistemáticamente de sus escritos todos los verbos de acción, sustituyéndolos por expresiones siempre menos directas. Por ejemplo, hay letrados que preferírían colgar la toga antes de decir simplemente Esta sentencia viola la Constitución, en lugar de La decisión judicial ut supra citada in extenso es violatoria de principios y paradigmas fundamentales incorporados por el constituyente en nuestra ley de leyes o Constitución, en fecha veintiséis (26) del mes de  enero del año  dos mil diez (2010), actualmente vigente en todo el territorio nacional.

Ejemplos como este ultimo abundan en el lenguaje jurídico dominicano, pese a la recomendación unánime de los manuales de redacción de que, para expresar una acción, se deben preferir los verbos y las formas verbales (gerundios, infinitivos) a los sustantivos, adjetivos y expresiones nominales y adjetivales.

A continuación ilustramos esta recomendación con textos tomados de diversas fuentes. Se han resaltado con negritas tanto los verbos y formas verbales como las expresiones nominales, adjetivales y circunloquios criticados:

La sentencia es violatoria de la Constitución  (La sentencia viola la Constitución).

La utilización de cámaras ocultas para perseguir los fines del periodismo de investigación resulta atentatoria a derechos fundamentales de los particulares    (Utilizar cámaras ocultas en el periodismo de investigación atenta contra los derechos fundamentales de los particulares).

Es un objetivo principal de la política social del Estado promover la reforma agraria y la integración de forma efectiva de la población campesina al proceso de desarrollo nacional, mediante el estímulo y la cooperación para la renovación de sus métodos de producción agrícola y su capacitación tecnológica ( Es un objetivo principal de la política social del Estado promover la reforma agraria e integrar de forma efectiva la población campesina al proceso de desarrollo nacional, renovando sus métodos de producción agrícola y su capacitación tecnológica).

Se llegó a esta conclusión mediante el estudio de… (Se llegó a esta conclusión estudiando…).

En definitiva, si lo que se quiere es un escrito vigoroso, claro y comprensible, venza la tentación de convertir verbos en expresiones nominales y adjetivales. Sus lectores se lo agradecerán.

© 2015 Fabio J. Guzmán Ariza

Bajo una yagua

Ya saben que dicen por ahí que, de cualquier yagua vieja, sale tremendo alacrán. Con los errores en el uso de las palabras pasa algo similar. La ortografía suele ser la más evidente fuente de sorpresas pero también las encontramos en el empleo inapropiado de las palabras El calco de los significados de palabras extranjeras nos hace resbalar con frecuencia.

En la prensa he encontrado estos dos titulares: “La alergia a los alimentos: una condición poco conocida y muy peligrosa”; “El sida, de enfermedad catastrófica o condición crónica”. Si nos acercamos a las acepciones del sustantivo condición en nuestros diccionarios no encontraremos ninguna que pueda aplicarse en este contexto; y es que el uso de este sustantivo, en apariencia sencillo, oculta alguna que otra trampa que debemos evitar. Cuando lo utilizamos con el significado de ‘trastorno, enfermedad’, como en los ejemplos anteriores, cometemos el error de adoptar el significado del inglés condition para una palabra española que no tiene ese significado.

En los parqueos de una frecuentada plaza comercial capitaleña, sin embargo, lo encontramos usado correctamente en una hermosa señal que nos pide respeto por las plazas reservadas para las embarazadas: “Si no tienes su condición, por favor no ocupes su lugar”. En este caso el sustantivo expresa el sentido de ‘estado o situación especial en que se halla alguien’, porque no creo que los autores del mensaje confundan, como a veces ocurre, el embarazo con una enfermedad (¿o sí?, en cuyo caso la elección del término sería incorrecta).

En nuestra condición de ciudadanos y hablantes responsables respetemos a los demás y respetemos nuestra lengua, tan maltratada a veces por quienes deberíamos defenderla con más pasión.

© 2015 María José Rincón González

 

 

Sospechas fundadas

Mi amigo Daniel tiene una imaginación desbordante. Cuando conversas con él puedes verla brillar en sus ojos. Hace unos días recibió uno de esos mensajes de correo tramposos que pretenden acceder a tus datos personales sin tu consentimiento. Me comentaba Daniel que el mensaje le resultó sospechoso por dos razones. La primera sospecha la causó que el mensaje tenía faltas de ortografía; la segunda, que su mamá ya le había advertido que este tipo de mensajes circulaba por la red. Y es que mi amigo Daniel tiene once años y, con sus dos sospechas, me demostró que, además de una extraordinaria imaginación, tiene también perspicacia.

Nuestra forma de hablar y de escribir da pistas sobre quiénes y cómo somos. Delata nuestro nivel de formación académica, nuestra forma de hacer las cosas, de trabajar y de relacionarnos. Con una expresión incorrecta e inadecuada provocamos una pobre imagen de nosotros mismos y de nuestras capacidades.

Si extrapolamos esta imagen a la que produce una deficiente  comunicación empresarial, oral o escrita, podemos hacernos una idea de qué efecto podemos causar en nuestros clientes o nuestros socios. Recuerden que en nuestras interacciones profesionales la lengua escrita adquiere cada día mayor protagonismo. La imagen de nuestra empresa se abre al mundo desde una página electrónica y para nuestra comunicación son indispensables los correos electrónicos, los tuits, los wasaps… Recuerden también que, si tenemos suerte, nuestros clientes y usuarios se parecerán cada día más a mi amigo Daniel.

¿Pueden pasar nuestros escritos personales y profesionales por la criba de un lector preparado y con capacidad crítica? Se nos llena la boca hablando de servicio al cliente. Más y mejores clientes exigen mejor ortografía.

© 2015 María José Rincón González

 

Sobrenombre merecido

Por motivos personales y culturales soy más futbolera que beisbolera (por cierto, un adjetivo este de nueva incorporación al Dicciionario de la lengua española más reciente). Sin embargo, reconozco que la estructura y la complejidad del beisbol han logrado seducirme.

Como en casi toda seducción, en la deportiva tiene que existir un seductor, una figura que nos llame la atención y nos despierte interés por algo que desconocemos. Mi seductor deportivo, en lo que a beisbol se refiere, es Pedro Martínez, de quien tanto hemos leído en estos días, y por tan buenas razones. Aunque nací en Sevilla llevo muchos años viviendo en Manoguayabo por lo que me gusta considerarme, con su permiso, su paisana de adopción.

Hemos visto ensalzado al deportista y al hombre con el sobrenombre de «el Grande», con resonancias reales. Para que nuestra ortografía no desmerezca el objeto de nuestros escritos debemos respetar la inicial minúscula del artículo que antecede a los sobrenombres: Pedro el Grande, Alfonso X el Sabio, Isabel la Católica, David Ortiz, el Big Papi, el Greco. No se quejará Pedro de la compañía.

Nuestro extraordinario lanzador ha sido elegido para formar parte del Salón de la Fama. Cuidado, ha sido elegido, que no *electo. El único participio del verbo elegir es elegido y, por lo tanto, es la única forma que debe utilizarse para formar los tiempos compuestos. El adjetivo electo no debe usarse con esa función. Este adjetivo se aplica a quienes han sido elegidos para una dignidad y aún no han tomado posesión: la alcaldesa electa prepara su discurso.

Pedro Martínez está entre los mejores pícheres (pícheres, sí) del mundo; o, si lo prefieren con el término patrimonial, entre los mejores lanzadores del beisbol. Los manoguayaberos, y todos los dominicanos, podemos sentirnos orgullosos.

© 2015 María José Rincón González

 

 

 

 

Tener amores mojados – incapacitado (discapacitado) – cibercafé – cocinar

TENER AMORES MOJADOS

No hay duda de que la lengua está en perpetuo cambio. Pero la lengua no se desespera. No lleva prisa en sus cambios. No hay violencia en los cambios perdurables de la lengua.

Todas las frases anteriores son pertinentes en el tratamiento que se le va a dar a la locución del título. Antes de llegar a la definición de esta expresión, se hará un breve recuento de la historia de esta; así como de la desaparición o cuasidesaparición del uso de la locución.

Hubo una época en la historia de los noviazgos dominicanos en la que la expresión se utilizaba para designar un tipo de relación amorosa que se consideraba excepcional. El relajamiento de las costumbres ha dejado fuera el carácter excepcional de este tipo de relación amorosa a la que se refiere la locución “tener amores mojados”.

De manera cierta la locución era o es un eufemismo para denominar un tipo de relación en el que el noviazgo iba más allá de los amores platónicos. En esta suerte de intercambio amoroso los novios mantenían contacto sexual.

Como se dice en la actualidad los novios “hacían el amor” que es otro eufemismo para encubrir la realidad de la fornicación.

No hay motivo para que se pierda o se olvide esta locución, sobre todo si se tiene en cuenta que cada vez es más frecuente esta clase de noviazgo. El prurito no debe evitar que se inventaríe esta expresión en los repertorios de dominicanismos.

INCAPACITADO – DISCAPACITADO

“P. dijo que a unos 350 se les lleva los alimentos a sus viviendas debido a que se trata de personas INCAPACITADAS”.

Existe la posibilidad de que se trate en el caso de la cita de personas realmente incapacitadas; pero existe la posibilidad también de que sean personas solamente discapacitadas.

En el cuerpo de esta sección se harán los esfuerzos para dejar bien claro los límites entre uno y otro de los conceptos, para que no ocurran más confusiones que a veces pueden ofender a las personas que se designan incapacitadas y no lo son. En esta sección solo se tratará la incapacidad que no es jurídica.

La incapacidad es la falta de capacidad o aptitud para algo. Cuando se usa de modo general sin complemento restrictivo, entonces debe entenderse que es total y que la persona que así se designa no puede hacer las cosas (acciones) por sí mismo. Necesita esta persona orientación para hacer las cosas normales de la vida. O precisa que se las haga otra persona.

La discapacidad, calco del inglés disabled, la experimenta la persona ‘que padece una disminución física, sensorial o psíquica que la incapacita total o parcialmente para el trabajo o para otras tareas ordinarias de la vida’. Así consta en el Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española.

Si se examina con cuidado la redacción copiada, hay que resaltar la presencia de la palabra “disminución” en la definición del estado de la persona. Otros vocablos que deben destacarse son, “que la incapacita”. Pero esta incapacidad puede ser total o parcial.

Es lógico que se piense que si la disminución es parcial o la incapacidad es parcial, entonces es cuando puede usarse al vocablo discapacidad. Una vez que se alcanza este grado en las explicaciones se hace necesario señalar que las definiciones del español difieren de las del inglés. Lo que ha hecho el español es calcar el concepto, mas no así la acepción de la discapacidad.

En la realidad de la lengua los límites son fluidos, grises, no se demarcan en blanco y negro y, en la mayoría de los casos, se utiliza el término discapacidad porque suena menos ofensivo para la persona, a pesar de que se indica con este que existe una incapacidad, una falta total de aptitud.

CIBERCAFÉ

“No obstante, se ha abierto una cadena de CIBERCAFÉS. . ., la proveedora de servicios de telecomunicaciones del gobierno. . .”

La palabra del título es de nuevo cuño. Han tomado un elemento compositivo de aceptación reciente y lo han antepuesto al vocablo café.

Ciber como elemento compositivo no existía en el diccionario de la Real Academia de 1992. Lo que aparecía en esa edición era solamente la voz cibernético, ca con una definición muy precisa. En la edición siguiente, la del 2001, ya se consigna ciber– con el valor de cibernético y, ese diccionario trae dos ejemplos, ciberespacio y cibernauta en los que se usa.

La Real Academia reconoce la deuda que tiene con el inglés con respecto de este elemento compositivo, cuando en su diccionario expresa que es tomado del inglés, como un acortamiento de cybernetic, que ‘indica relación con redes informáticas’.

El significado de la voz del título se comprende a la luz de las explicaciones anteriores. En esos cafés existe conexión con redes informáticas. El académico dominicano D. Fabio Guzmán Ariza ya en el año 2009 había anunciado la formación de nuevos términos con el moderno prefijo ciber. Ofreció varios ejemplos de los cuales algunos se reproducen a seguidas: cibercompra, cibercorreo, ciberforo, ciberamigo, ciberpirata, ciberpágina, cibersitio y cibercafé.

Como se nota enseguida las posibilidades de que continúen surgiendo nuevos vocablos así formados parece no tener límite. No puede dejarse pasar la ocasión para recordar que algunos de estos neologismos todavía no figuran ni siquiera en los diccionarios modernos.

No hace falta que los neologismos los reconozca autoridad alguna si son oportunos y sirven para dar nombre a un concepto nuevo. En esto de los “cibers” o de la cibernética hay y habrá muchos conceptos aún por denominar.

COCINAR

“Desde hace cierto tiempo los analistas de asuntos cubanos apreciaban que algo se estaba COCINANDO, pero muy difícilmente consideraron que Washington fuera a tomar. . .”

El verbo cocinar con el sentido con que se emplea en la frase copiada ya está reconocido como del habla común por las autoridades encargadas de velar por la unidad del idioma. Hace años (antes del 2001) se criticó el uso de esta forma de expresarse en español.

Cuando se procedió así en esa época fue porque se consideró un calco del inglés to cook, que en una de sus acepciones equivale a maquinar, tramar, fraguar, urdir.

Ya en la edición del Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española se registró el verbo con la acepción de: ‘Tramar alguien o un grupo reducido de personas algo a espaldas de otras personas’. Ese diccionario enumera nueve países en los cuales se utiliza este verbo con ese sentido en el registro culto y en el popular.

El diccionario oficial de la lengua ya introdujo el verbo con esta acepción desde el año 2001 y, en la actualidad, en esa obra aparece así: ‘Dicho de un grupo reducido de personas: Tramar algo a espaldas de otras’. Ese libro solo reconoce dos países en los cuales se emplea el verbo de este modo, Cuba y Venezuela.

No vale la pena mencionar la disparidad que se nota entre las dos obras citadas porque a simple vista presenta visos de falta de coordinación, por no decir más.

Antes de cerrar esta sección hay que citar que en “el habla” de los norteamericanos el verbo en inglés ha ido perdiendo su connotación negativa y la usan de modo general para denotar “qué está pasando” o “qué hacen”, esto de modo interrogativo.

© 2015 Roberto E. Guzmán

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sobrenombre merecido

Por motivos personales y culturales soy más futbolera que beisbolera (por cierto, un adjetivo este de nueva incorporación al Diccionario de la lengua española más reciente). Sin embargo, reconozco que la estructura y la complejidad del beisbol han logrado seducirme.

Como en casi toda seducción, en la deportiva tiene que existir un seductor, una figura que nos llame la atención y nos despierte interés por algo que desconocemos. Mi seductor deportivo, en lo que a beisbol se refiere, es Pedro Martínez, de quien tanto hemos leído en estos días, y por tan buenas razones. Aunque nací en Sevilla llevo muchos años viviendo en Manoguayabo por lo que me gusta considerarme, con su permiso, su paisana de adopción.

Hemos visto ensalzado al deportista y al hombre con el sobrenombre de «el Grande», con resonancias reales. Para que nuestra ortografía no desmerezca el objeto de nuestros escritos debemos respetar la inicial minúscula del artículo que antecede a los sobrenombres: Pedro el Grande, Alfonso X el Sabio, Isabel la Católica, David Ortiz, el Big Papi, el Greco. No se quejará Pedro de la compañía.

Nuestro extraordinario lanzador ha sido elegido para formar parte del Salón de la Fama. Cuidado, ha sido elegido, que no *electo. El único participio del verbo elegir es elegido y, por lo tanto, es la única forma que debe utilizarse para formar los tiempos compuestos. El adjetivo electo no debe usarse con esa función. Este adjetivo se aplica a quienes han sido elegidos para una dignidad y aún no han tomado posesión: la alcaldesa electa prepara su discurso.

Pedro Martínez está entre los mejores pícheres (pícheres, sí) del mundo; o, si lo prefieren con el término patrimonial, entre los mejores lanzadores del beisbol. Los manoguayaberos, y todos los dominicanos, podemos sentirnos orgullosos.

© 2015 María José Rincón González

 

 

 

 

Estar al día

Un lector preocupado por la ortografía me hizo llegar un artículo publicado a finales de 2014 en el que se calificaba a la República Dominicana como el país del “¡dele un chance!”. La sorpresa estaba en que en el mismo texto encontrábamos también la forma *¡déle un chance!”. Tiene una explicación sencilla.

Cuando en una lengua cambian las normas ortográficas siempre asistimos a un periodo de vacilación en el que los hablantes van conociendo las modificaciones y se adaptan a usarlas en sus escritos.

Las normas ortográficas académicas anteriores a 1999 establecían que las formas verbales que tenían tilde la mantenían cuando a ellas se unía un pronombre. Si la forma verbal (Dé un repaso a la nueva ortografía) se unía a un pronombre (*Déle un buen repaso) mantenía su tilde, aunque las normas generales no la exigieran en esta última forma (en este caso palabra llana terminada en vocal).

La Ortografía académica de 1999 ya estableció que la tilde solo debía mantenerse si la forma verbal resultante de la adición del pronombre enclítico cumplía las reglas generales de acentuación en español: Dele otro repaso a la ortografía; déselo siempre que tenga dudas. Una norma no tan nueva pero que muchos hablantes, al parecer, desconocen.

Este cambio normativo podría explicar la vacilación que nos ha señalado nuestro lector. Desde luego, pudo haberse resuelto con una consulta rápida a la Ortografía académica o al Diccionario panhispánico de dudas. Son herramientas accesibles que debemos tener a mano: consulten sus páginas, lean sus artículos; consúltenlas, léanlos.

© 2015 María José Rincón González

A pares

El seseo, compartido por hispanohablantes americanos, canarios y andaluces, tiene el inconveniente de provocar problemas ortográficos que, como buenos hablantes, debemos evitar. En gran parte de España se distinguen dos fonemas, /s/ y /z/; el fonema /s/ se representa en la escritura con la letra ese y el fonema /z/ puede representarse con la ce o la zeta, según los casos. En el español de América, Canarias y parte de Andalucía, estos dos fonemas se reducen a uno solo, articulado como /s/.

A modo de ejemplo quiero que nos fijemos en algunas parejas que los que seseamos pronunciamos de forma idéntica pero que se distinguen en la escritura por una sola letra.

El nombre de las cotidianas tazas procede del árabe hispánico tássa. Nos sirven el café o el té pero también recogen el agua que mana de una fuente. Las tasas suelen sonarnos un poco peor, por aquello de que son tributos. Mientras no nos impongan una tasa a nuestra taza de café…

Eso sería la gota que colma el vaso y rebosa. Ojo, no reboza. Un líquido que se derrama por encima de los bordes de un recipiente se rebosa. En cambio, para rebozar algo, y eso lo saben bien los aficionados a la cocina, hay que bañarlo en huevo y pan molido, como las croquetas, o en miel, como algunos deliciosos hojaldres.

En español hay infinidad de pares como estos, en los que una letra hace la diferencia. Para los que no las diferenciamos en la pronunciación el reto está en saber diferenciarlas en la escritura. En hacerlo bien o mal puede estar la distancia entre la cima (‘punto más alto de un monte o de un árbol) y la sima (‘cavidad grande y muy profunda en la tierra’). Tómense una taza de café a mi salud y practiquen con los pares más frecuentes.

© 2015 María José Rincón González

 

No es un rulo – pinche – instaurar

NO ES UN RULO

Esta frase es una más de las tantas que no tienen explicación en el español dominicano. Sería interesante poder encontrar la razón por la cual implicaron al rulo en esta frase.

Por lo general las frases que expresan algo en el lenguaje coloquial tienen un motivo que da pie a que la frase adquiera sentido por sí misma.

Este rulo es de la familia de las musáceas, primo (¿?) del plátano y el guineo. ¿Por qué eligieron al rulo y no a otro de sus familiares para formar esta frase del español dominicano?

La teoría que puede avanzarse para esto de “no ser un rulo” es que el rulo es más blando que el plátano. Al expresar que una cosa no es fácil (blanda) se hace mediante el nombre de la musácea, el rulo, que se conoce por ser más suave que el plátano.

Esta expresión casi no se oye en la calle como en otros tiempos. Cada vez los hablantes del español dominicano se hacen más cosmopolitas y recurren a otros símiles para dar colorido y sazón a su mensaje oral. Hay que destacar que la frase se utiliza solamente en tercera persona del verbo ser en singular. Casi siempre se refiere a situaciones o circunstancias. Con menos frecuencia se emplea referido a personas.

Con este rulo hay que observar cautela frente a extranjeros, porque para muchas personas que no sean hablantes del español dominicano comenzarán por no entender qué cosa busca un rulo en este contexto.

Para muchos hablantes del español el rulo es el rizador de pelo de forma cilíndrica hueco y perforado que utilizan las mujeres para dar forma a la cabellera.

Se piensa que esta locución es puramente dominicana. Los hablantes de español dominicano deben sentirse orgullosos de usarla con carácter de exclusividad.

 

PINCHE       

“. . .y culparán al embargo de los “PINCHES” yanquis de la aparatosa disfuncionalidad social que ocurre al doblar de la esquina de sus cómodos refugios turísticos”.

Tratar el tema de la palabra pinche trae recuerdos de juventud, de vida de estudiante en París, de los años sesenta del siglo pasado. Allí se entabló buena amistad con un mexicano a quien cariñosamente se llamaba “pinche tíguere”. El sobrenombre duró en público hasta que él pidió que se abandonara. No cabe duda, es un vocablo que trae recuerdos.

Esta voz es polivalente. En su sentido general refiere al ayudante del cocinero. De ahí en adelante el sentido en que se tome la palabra dependerá de la nacionalidad del hablante o, en su defecto, de la intención de este en el contexto.

Conforme con lo que se acaba de exponer, se hace necesario revisar los significados del término en cuestión en sus acepciones americanas e internacionales.

De acuerdo con lo que consigna el DILE, Diccionario de la lengua española, antes conocido por DRAE, en El Salvador, Costa Rica y Nicaragua significa ‘tacaño, miserable’. La otra significación, va precedida en el DILE de las advertencias “despectivo, malsonante”, y asienta ese diccionario que en México equivale a ‘ruin, despreciable’.

Para dilucidar el primer sentido de la voz, se recurre al Diccionario de mexicanismos de la Academia Mexicana de la Lengua. Allí la primera acepción, referida a alguien es “querido, estimado”. En el ámbito internacional esa academia entiende que referido a persona es “despreciable, ruin”, tal y como lo expresa el DILE antes citado.

Como es de esperarse las acepciones no terminan allí, pues más adelante el Diccionario de mexicanismos añade que referido a algo es ‘de mala calidad o en mal estado’. El último significado en ese diccionario, referido a cosa o persona,  es ‘insignificante, baladí’.

Con esta voz sucede lo que ocurre con las voces que se emplean en muchas diferentes situaciones. Por el gran uso que posee, los hablantes la abusan y en consecuencia le imprimen nuevos sentidos. Ese no es un fenómeno raro en las lenguas. De esta práctica se deriva que algunas palabras puedan tener dos significados opuestos.

El Diccionario del español usual en México, de El Colegio de México, tilda la palabra en cuestión de grosera: ‘Que es despreciable, mezquino, de mala calidad, de mal gusto’.

Según el criterio de quien estos comentarios escribe, el término salió al habla común desde México. El Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias cita a México como país en el cual se utiliza el vocablo de cinco maneras diferentes. Esto debe aceptarse como un testimonio de la multiplicidad de empleo en ese país.

 

INSTAURAR

“G. y su esposa, J. INSTAURARON una demanda por. . .”

Resulta extraño que se utilice el verbo instaurar en un caso como el de la frase transcrita, en que lo que se hace es que se “lanza” una demanda. La demanda de la que se comenta en el texto copiado es la que se presenta ante las autoridades competentes o, por lo menos, las que se consideran pertinentes.

Primero se analizará lo que el verbo instaurar significa en la realidad del español general. Más adelante se verán los significados del verbo en América. Luego se propondrán algunos vocablos que se consideran más adecuados en el contexto.

Instaurar vale para expresar crear, establecer, iniciar una institución, una ley o una costumbre, un sentimiento; es decir, régimen o uso. Es volver un uso general o común. En el primer sentido es sinónimo de instituir, fundar, erigir.

En el Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la lengua española, figura el verbo instaurar como ‘llevar a cabo los primeros trámites de un proceso, pleito, expediente o alguna otra actuación oficial’. Los países en los cuales se utiliza este verbo para estos procedimientos son República Dominicana, Colombia, Bolivia y Paraguay.

Para quien escribe estas notas acerca del idioma, encontrar en esta enumeración a la República Dominicana es una sorpresa, pues no recuerda haber oído este uso ni haber leído este verbo en funciones de verbo transitivo en casos similares. Dicho sea de paso, en el Diccionario del español dominicano no se encuentra el verbo con este significado.

No hay que lamentarse de esta inclusión porque es posible que haya una que otra utilización esporádica del verbo con este valor. Si eso sucede es como una extensión por reflejo del sustantivo “instancia”, que es una solicitud escrita o impresa que se hace a una autoridad. Ha de tenerse en cuenta que esta es una explicación que se postula para este uso.

Uno de los verbos que pudo comunicar la intención del redactor es el verbo “iniciar” que es sinónimo de instaurar cuando se comienza una institución, por ejemplo. Otros verbos que desempeñarían muy bien su función serían incoar, emprender, entablar, interponer, formular, plantear, poner, presentar, promover.

No es un fenómeno raro en las lenguas que los verbos que se usaron en un principio para un empleo restringido adquieran mayor campo semántico y extiendan su cobertura a otras situaciones ajenas a las originales.

© 2015 Roberto E. Guzmán

 

Matanismo – tutumposidad – plagado de (plagado *por) – grafitero – inclusividad

MATATANISMO – TUTUMPOSIDAD

Esta sección es una ocasión para celebrar. Las dos voces que constan en el título de esta sección pertenecen por su doble origen al español dominicano.

En el habla dominicana puede decirse que las dos veces antes mencionadas están formadas de acuerdo con las reglas y usos del idioma dominicano.

Las dos palabras se tomaron de un artículo publicado en un periódico digital dominicano. Además de la satisfacción que se experimenta al observar la capacidad de creatividad de algunos escritores dominicanos, hay que advertir enseguida que los lectores ajenos al habla dominicana tendrán dificultad en descifrar el significado de estos vocablos.

El primer vocablo deriva de “matatán”, que conforme con lo que asienta el Diccionario del español dominicano, es ‘persona considerada superior por tener una cualidad en su máximo grado’. Es un sustantivo que tiene un femenino para que se utilice en el caso de que el sujeto sea una mujer.

Al matatán en el término del título le añadieron el sufijo componente de palabra –ismo para formar el resultado “matatanismo”. Esta terminación se utiliza en el español corriente, añadido a los nombres, para indicar doctrina, partido, sistema, característica.

En el escrito del cual se han extractado ambos dominicanismos modificados, se utilizan las dos como “particularidades” de una persona. Estas particularidades hay que tomarlas como rasgos de la personalidad que adornan.

En muchos casos el vocablo matatán se aplica a manera de burla, pues como lleva en sí lo de “persona considerada superior” sucede que a veces únicamente el sujeto del “mote”, pues en este caso se usa de este modo, es quien se cree sujeto de esos atributos de superioridad.

La otra palabra del título “tutumposidad”, deriva del dominicanismo tutumpote, que ya fue incorporado por la Real Academia de la Lengua al nuevo Diccionario de la lengua española (DILE). En ese lexicón tutumpote es nombre que se utiliza de modo despectivo o irónico para significar mandamás en tanto ‘persona que desempeña una función de mando’.

El Diccionario del español dominicano tiene el espacio necesario y la intención de ser más preciso para cubrir todas las cualidades del tutumpote, por eso a lo ya transcrito añade, ‘o que ostenta demasiada autoridad, personaje rico, poderoso, influyente’.

Ahora bien, para volver a la “tutumposidad”, ha de tomárselo como un modo de actuar o conducta que destaca la ostentación de autoridad, de poder, de influencia que corresponde al tutumpote. En esta formación hay que destacar que trae a la memoria del lector la palabra pomposidad con la cual se piensa que ha contraído deuda por partida doble. Tomando la terminación y aprovechando la semejanza de sentido.

PLAGADO DE – PLAGADO *POR

“La normalización de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos es, por supuesto, un proceso complicado y PLAGADO POR peligros que podría en cualquier momento venirse abajo”.

De nuevo hay que lidiar con la ignorancia con respecto de la preposición que debe acompañar un adjetivo. En esta ocasión como puede leerse en el pasaje reproducido más arriba, se trata del participio adjetivo del verbo plagar.

La dificultad que se presenta con las preposiciones es que no existe una regla que indique sin excepciones cuáles son las que deben acompañar los verbos. Por desventura el uso correcto de estas se adquiere con la lectura de textos producidos por plumas respetadas, de buena redacción, con buena construcción.

La buena costumbre de leer las cumbres de la literatura española es la que nutre con buena savia el empleo correcto de las preposiciones en todas las situaciones en que estas se presentan. Después de plagado, a solamente se admite la preposición DE. De acuerdo con el Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española de Manuel Seco, la construcción con el verbo plagar es con esa preposición antes mencionada. El Diccionario combinatorio práctico del español contemporáneo de SM, indica que con el verbo plagarse(se) la preposición que debe seguir es DE. Añade además ese diccionario que ‘se construye generalmente con sustantivos no contables en singular (plagado de basura) o con contables en plural (plagado de insectos)’.

No se citan más fuentes para no alargar inútilmente la sección.

GRAFITERO

“D. R. G., GRAFITERO que era conocido con el sobrenombre de “Demz”, murió el martes por la noche tras ser atropellado por un auto patrullero sin insignias. . .”

Esta voz del título es nueva en el léxico del español, sobre todo cuando se piensa que grafiti acaba de hacer su entrada al lexicón mayor de la lengua reconocida. Consta en el DILE, Diccionario de la lengua española, antes conocido con el nombre de DRAE.

Las academias de la lengua reconocen la deuda que tiene el español con el italiano, con respecto de grafiti, lengua de la cual se ha tomado prestado el vocablo. En la versión española, se asienta que es el plural de graffito, por lo que en italiano tienen ambas voces, singular y plural, dos efes /f/ en su grafía.

Lo que han hecho los académicos de la lengua es consignar una realidad. Según el diccionario recién mencionado, es: ‘Firma, texto o composición pictórica realizados generalmente sin autorización en lugares públicos, sobre una pared u otra superficie resistente’. Como puede observarse, la definición no ha dejado fuera ninguna de las representaciones del grafiti.

En el ejemplo de utilización de la voz del título, lo que se encuentra es “grafitero”, que está reconocido ya, y es la forma como se llama a la persona que hace grafiti. No es raro que el agente que realiza la acción se denomine en español con la terminación -ero añadida al nombre de lo que se hace después de eliminar una vocal, como en este caso.

Ha de mencionarse que existe una diferencia entre lo que se encuentra redactado en los avances en línea del diccionario de las autoridades, y, lo que se mentó antes que se encuentra en la versión publicada sobre papel. En la edición en línea, debajo de grafito, que es el envío de grafiti, se lee: ‘Letrero o dibujo circunstanciales, de estética peculiar, realizados con aerosoles sobre una pared u otra superficie resistente’. Esta acepción de grafito no fue posible encontrarla en el texto en papel.

En italiano además de las dos palabras mencionadas antes, también tienen graffitismo, que es el arte de crear grafitti, y graffitista, que es al autor del graffiti. Ambas palabras se utilizaron en el año 1983 en un famoso periódico italiano.

INCLUSIVIDAD

“Como organizador, he tratado de que la INCLUSIVIDAD y la calidad vayan de la mano. . .”

En el inglés de los Estados Unidos hay muchas palabras que según parece los hablantes y escribientes de español echan de menos en nuestra lengua española.

Algunos inconformes no se contentan con la pasividad, sino que añaden nuevas voces al español que les es conocido. Con la intención, quizá, de poner al día la lengua común.

Un caso como el que se relata en el párrafo anterior es el que ocurre en la cita. Es necesario examinar la creación del neologismo, así como el origen de la necesidad del vocablo.

Como *inclusividad no aparece en ninguno de los diccionarios que se han consultado, se procederá a tratar de encontrar explicación y definición para esto que se presenta con la apariencia de sustantivo.

Para esta voz del título todo indica que se la utiliza con la intención de significar “de amplia orientación o alcance”. En el contexto lo que se ha propuesto como definición no le confiere el mejor sentido a lo copiado. Esta acepción se creó tomando como modelo la del inglés inclusiveness.

En las ocasiones en que se ha oído utilizar vocablos similares a la voz del título, se las ha tomado en el sentido de “amplia aceptación”, con ánimo de “aceptarlos todos”, para señalar que no es exclusivista.

El exclusivista, a su vez, es el que se obstina en una adhesión a una persona, cosa o idea sin prestar atención a las demás que deben ser tenidas en cuenta. Este *inclusivista tendría el carácter de no dejar fuera a personas o ideas.

Mientras la voz no logre el reconocimiento que le otorga el uso, el tiempo y las buenas plumas, lo que se recomienda es no usarla.

© 2015 Roberto E. Guzmán