CAÑO

“. . .murió en un CAÑO del río, en una zona rural del municipio de. . .”

En esta sección se revisarán algunas de las significaciones que posee el sustantivo caño en el español, especialmente en el de los dominicanos y se mencionarán algunas particularidades que tiene ese término en otros dialectos del español.


Para los fines de esta sección se mencionarán solo las acepciones generales que interesan el punto acerca del caño americano.

El caño puede ser el tubo por donde sale al exterior el chorro. De esta acepción corriente del español es de donde procede que muchos dominicanos utilicen las palabras chorro y caño como sinónimos, sobre todo para referirse a lo que se contrae esta acepción.

El chorro mismo es un caño de acuerdo con la tercera acepción del DRAE. En la preferencia del hablante dominicano, sobre todo en los predios rurales, prefieren el caño al chorro, es decir, emplean al primero con más frecuencia que el segundo.

La vigésima segunda acepción del DRAE cita un significado venezolano que fue copiado tal cual para el DAA y expresa: “curso de agua de caudal irregular y lento, sin ribera arenosa, por el que desaguan los ríos y lagunas de las regiones bajas. El DAA registra que este significado es válido también en República Dominicana.

Los dominicanos comparten con otros países americanos el valor de caño que es vigente para arroyo o río secundario que desemboca o desagua en otro principal.

En el español dominicano se usa la combinación “caño de orín” para referirse al chorro de la orina.
Se puede afirmar aquí que se ha escuchado de labios de dominicanos residentes en las zonas rurales utilizar “caño de agua” para referirse al chorro de agua de brota (mana) de entre rocas y que a veces forma un manantial debajo, o bien que es aprovechado para canalizarlo con propósitos agrícolas o para consumo humano.

Es interesante prestar oídos a los vocablos que fueron de uso frecuente en el pasado en lugar de menospreciarlos, sobre todo si éstos predominaron en el habla campesina. No hay lugar a desacreditarlos, en vez de eso lo que procede que se haga es que se les atesoren porque muchos de ellos tienen una historia interesante que apoya su uso.

PELAR

“Siete años después, el ofendido redentor no PELA una cumbre y en. . .”

Se lee una vez y no se entiende. Hace falta leer esto varias veces y examinar el entorno para adivinar el sentido. Vale que se revele que el autor de la frase es venezolano de nacimiento.
El recurso a los diccionarios no fue de ayuda alguna para poder darle soporte de literatura a este uso del verbo pelar/se. No obstante lo expresado antes se revisarán los significados del verbo, con mayor detenimiento los dominicanos y con esmero los que corresponden al título de dominicanismos por exclusividad.

El verbo pelar tiene muchas significaciones en el español de las Américas. Hay una que no consta mencionada en el DAA como de uso en República Dominicana, aunque se la ha usado de manera constante, se trata de pelar con el sentido de “sacar con rapidez algo que se lleva encima”, especialmente una billetera o un arma. Es notoria la ausencia porque el autor de estos comentarios asegura que ha oído el empleo en el español dominicano.

El verbo pelar en sus funciones intransitivas pronominales es esforzarse por conseguir algo que se desea mucho y es una acepción que comparte el español dominicano con Puerto Rico y Chile.

El “Diccionario de americanismos” (DAA) de la Asociación de Academias recoge como dominicano el uso del verbo estudiado aquí en funciones transitivas para significar “engañar a alguien, forzarle a dar algo”. Esta acepción se parece mucho a la que consta en la quinta posición del DRAE, “quitar con engaño, arte o violencia los bienes de alguien”.

Es dominicana la locución verbal “pelársele el billete” para señalar que una persona se queda sin lo que esperaba conseguir. Hay otra significación del verbo pelarse que debería constar aquí en este catálogo oficial de americanismos y es “pelarse por” que es desear con vehemencia una cosa o a alguien.

Después de este viaje por América en compañía de pelar/se hay que centrarse en buscarle el significado al verbo pelar en el texto de esta sección. En esta frase hay que tomarlo como “no perderse”. Así termina la frase “…el redentor no se pierde una cumbre…”

Después de una lectura de este género le queda al lector la duda de saber si el redactor lo ha hecho aposta o si se le deslizó este obscuro uso que no aparece ni en los diccionarios especializados.

ABOGACÍA

“La ABOGACÍA en nombre de los niños y familias sigue siendo un aspecto clave. . .”

Hay cosas que a primera vista parecen un disparate y, luego, al examinarlas de cerca no cabe duda de que constituyen un disparate de altos quilates. Este es un caso de alta traición al ejercicio de la traducción.

La razón por la que se asegura que esto es un error de traducción es porque la frase copiada no tiene sentido en buen español. Solo a una persona que no conozca el genio de la lengua española puede ocurrírsele escribir algo como ese mamotreto.

Para que las personas que no son duchas en lengua inglesa puedan hacerse una idea de la enormidad de la infracción se entrará en detalle de cómo se llegó hasta este extremo.

Con toda certeza lo que leyó el traductor (¿improvisado?) fue una voz del inglés que se parece a eso que escribió en español: “advocacy”. Como es parecida a esa que introdujo le pareció bien sin reparar en que la frase carecía de sentido español.

Ahora bien, ¿qué se suponía que escribiera aquí el desaprensivo que hizo esto? Hay muchas opciones que se sugerirán enseguida. Una de ellas es defensa, otra es propugnación. Se podría usar aquí apoyo. Claro el uso de algunas de las palabras propuestas obliga a recomponer la redacción para acomodarla al tipo de construcción que ordena el genio del español.

Cambiando las preposiciones y el orden podría ponerse aquí “auxilio, amparo, ayuda, socorro y protección”. Como puede comprobarse con la lista de palabras que se enumeran a quien le falta vocablos no es al español, sino al que no lo conoce cabalmente. La pobre no es la lengua española; al contrario, lo es el redactor que no alimenta su curiosidad lingüística, que no enriquece su vocabulario.

Todo lo anterior se justifica si se recuerda que la abogacía es la profesión y el ejercicio del abogado. Además es el conjunto de los abogados en ejercicio.

*PARTITOCRACIA – *PARTIDOCRACIA

“Y aunque por momentos el discurso sobre el Partido se endurezca es en la PARTITOCRACIA populista donde depositarán lo que ellos consideran su gran legado histórico. . .”

En el título de esta sección figuran dos voces que no han sido aún acogidas con beneplácito por las autoridades que se ocupan de legitimar palabras. No debe olvidarse que en última instancia el soberano en la lengua es el hablante que con su práctica cotidiana impone los vocablos.

Es muy posible que si un dominicano hubiese escrito la oración que se extrajo para ilustrar el uso, en lugar de escribir *partitocracia, habría escrito *partidocracia. El razonamiento que lo habría movido a actuar de este modo es que se refiere a los partidos.

A pesar de que ya se mencionó más arriba que no ha habido consagración académica para ninguno de los dos términos, se hace necesario hacer constar que se puede considerar un neologismo en el repertorio político.

El “Diccionario de neologismos” Larousse ya en su edición de 1998 asienta las dos palabras. En el apartado para partidocracia lo que hace es que remite a partitocracia. En la entrada correspondiente a ésta escribe: “sistema político caracterizado por un poder abusivo de los partidos políticos y sus aparatos, en detrimento de una democracia plena”.

Depende de cuál sea la variante del español del escritor y eso determinará que elija uno de los dos vocablos. Lo que hacen quienes utilizan esta nueva voz es que han añadido la terminación –cracia que significa “gobierno” como sufijo en una palabra culta. Esa terminación desciende de la raíz griega “krat-” que en esa lengua significa gobierno.

No se puede censurar la utilización de los términos examinados porque forman parte de la lengua culta especializada, es decir, de la política y se refiere a un fenómeno que se describe en la definición que se reprodujo más arriba. Es posible que en un futuro no muy lejano le hagan un espacio en el lexicón mayor de la lengua.

MORIDERO

“. . .las cabezas que tendrían que rodar en primer lugar son las de esa camarilla de mitómanos que pretende que los (…) continúen viviendo en un MORIDERO miserable”.

El término del título parece que tiene un buen padrino. Se hace esta conjetura porque no obstante ser una voz poco conocida ha prosperado.

Cuenta esta voz con una terminación muy socorrida en nuestra América morena. Sobre todo muy abusada en las palabras generadas en el habla dominicana. Como se acostumbra a escribir en estas columnas “no hay maldad en eso”.

Esta terminación cuando se une a una raíz verbal -morir-, se aplica para formar el nombre del lugar en donde hay o se guarda la cosa expresada por la raíz. Por extensión, en las latitudes del habla americana se añade a las cosas o lugares donde se padece o hace de manera habitual una acción que se encuentra en la raíz.

Del último tipo de formación procede el “moridero” del título. Sin falta alguna este moridero es  una exageración llevada al campo metafórico o figurado en el que la persona no muere realmente, sino que languidece en cualquiera de los aspectos de la vida humana.

Esta hipérbole usada en la cita permite llamar la atención sobre la palabra que así se crea. Pero la historia no termina allí. Ya se escribió más arriba que “parece que tiene un buen padrino”. Ahora se explica el sentido de esa aseveración.

En la vigésima tercera edición del diccionario de las Asociaciones de Academias se incluye esta palabra como un artículo nuevo, como un avance electrónico con respecto de la próxima edición en la cual muy bien se define el moridero: “lugar que se convierte en un lugar para morir o se destina para ello”.

No sin razón las autoridades de la lengua acotan que es un vocablo que se usa en sentido despectivo, que es exactamente de la forma en que lo usan en la cita.

Hay que celebrar que las autoridades de la lengua hayan hecho un espacio más en el seno del diccionario oficial para incluir un uso de este tipo.

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