BURÓ – PUNTO – *BACÁN – *KIOSKO – *VIVIRSE

“. . .está organizada por los BURÓS agrícolas de los estados. . .”

Vale la pena revisar una vez más los significados de esta palabra a la luz del nuevo diccionario de la lengua emanado de la Junta Superior de la lengua de Madrid.

En la última edición, correspondiente al año 2001, lo único nuevo que hay es la segunda acepción que introduce un nuevo significado para el vocablo “buró”.

Conforme con lo que escribe la Academia, es “en las organizaciones comunistas, órgano colegiado de dirección”. Todo lo demás sigue igual. La primera acepción es el mismo mueble de antes y la tercera es la mesa de noche en Méjico.

El error en que incurre el articulista autor del texto es muy viejo, y como la palabra proviene del francés, quienes así se equivocan piensan que el término del título guarda sinonimia con “oficina” o “despacho”.

En el idioma inglés, el “bureau” conserva todos los significados del francés. Entre los significados está el que despeja la duda con respecto a la procedencia del error que se comenta. Se lee más o menos lo siguiente, “una unidad administrativa especializada, especialmente una subdivisión de un departamento del ejecutivo”.

En lengua portuguesa no se registra el vocablo “buró”; sin embargo, consta en los diccionarios de esa lengua, toda la familia descendiente del vocablo, “burocracia, burocracismo, burócrata, burocrático, burocratismo, y burocratizar”. Como echará de verse, cuentan en esa lengua con una gama más variada de términos descendientes del tronco buró.

Es necesario dejarlo bien claro, el vocablo examinado NO es ni oficina, ni despacho.

El Panhispánico lo escribe muy claro: “Es neceario y debe evitarse el empleo de este galicismo en lugar de los términos españoles oficina o agencia”.

PUNTO 

“. . .pagará una tasa de interés primaria y 1.5 EN PUNTOS. . .”

El “punto” es tan largo que hay que ir derecho “al punto” para aclarar el “punto”. No se pueden copiar todos los giros, ni siquiera las acepciones a que da lugar la palabra punto, porque se llenaría toda una página. Basta en esta ocasión con señalar que casi todos los significados coinciden con su “homólogo” point del inglés, en uno de los pocos “puntos” en que difieren es el relativo al error de uso del texto citado. Eso es lo que un amigo llama “mala puntería”. Tanto sitio por donde acertar y dispara precisamente hacia donde no se puede hacer blanco.

En inglés y sólo en esa lengua “point” es “un porcentaje del valor nominal de un préstamo, a menudo añadido como gastos de tramitación o cargo por servicios”. Esto, y expresamente eso, no existe en español con ese nombre.

En nuestra lengua para aludir a ese porcentaje que se cobra por estas diligencias se usa el término “comisión, gastos de cierre” o cualquier otro eufemismo moderno de uso en la jerga financiera.

Por favor, no se piense que por aclarar estos puntos quien escribe es “puntilloso”.

*BACÁN 

“. . .quien ha popularizado con gran éxito al BACÁN. . .”

Es mejor no precipitarse con esta palabra. Es de prudentes repasar la historia del término en nuestra América Morena, revisar las acepciones que soporta en los diferentes países, y las evoluciones que ha sufrido a través de su existencia.

Por la introducción al tema se habrá adivinado que el vocablo no consta en el lexicón mayor de la muy respetada corporación de la lengua de Madrid.

Para comenzar, a esta voz se le reconoce su origen antillano o caribeño. Hace largo tiempo en Cuba significaba “tamal”, preparado con carne de puerco, tomate y ají, que se envuelve en hoja de plátano y se cuece. A esta delicia antillana se le llamaba también “tayuyo o tallullo” Este tamal se conocía también en Tabasco y la región sureste de Méjico.

Usado en sus funciones de adjetivo, el mismo vocablo, en Argentina y Bolivia se empleaba para calificar con él al truhán que vivía en concubinato o mantenido por una barragana, entre la picaresca.

Ya echarán de ver que la evolución es mucha. En los usos modernos se ha suavizado mucho el calificativo del pasado. Es interesante añadir que el vocablo aparece asentado en todos los diccionarios de americanismos, tanto los más viejos como los modernos, fenómeno que permite trazar la trayectoria semántica como se mencionó antes.

A lo anterior se puede anexar lo que ha sucedido después de la introducción del término en la lengua de América. En Argentina, así como en Uruguay, se recurre a la palabra del título para designar con ella al hombre económicamente desahogado que mantiene una manceba con cierto lujo. Como se nota enseguida, hubo aquí una inversión de los factores de la primera acepción. La otra acepción es “hombre que viste con lujo ostentoso de gusto discutible”. Por extensión de la primera, en Argentina y Colombia se valen del término para llamar así al hombre rico. El vocablo existe en Argentina registrado desde el año 1879, y se atribuye su origen al genovés “baccan” que es “patrón, jefe de familia”.

En tiempos más recientes, en Argentina y Paraguay se le acepta como equivalente de “un señor”; usado como adjetivo equivale a “de categoría”. Con estos dos significados lo emplea Cortázar en su libro Rayuela. Si Cortázar lo empleó en el 1970, no ha caído el uso en Argentina, pues hasta en los tangos lo usan, y aparece documentado en el año 1984 con el valor de “persona rica”, con su correspondiente femenino, “bacana”.

Es muy probable que de los significados primitivos los que subsisten son los adecuados para apuntar al aspecto económico de la persona, con toda la connotación positiva.

*KIOSKO 

“. . .impulsó la venta de  espejuelos en KIOSKOS ubicados en puntos clave como. . .”

Hay una historia muy vieja de un señor que estaba tan asustado que mientras huía de un toro pensó que lo perseguían dos, vio dos ventanas en una casa y trató de penetrar por una de ellas para escapar de la embestida del cornúpeto, con tan mala suerte que trató de entrar por la que “no era” de las ventanas, pues había una ventana en realidad una ventana, y lo corneó el toro que sí era.

A quien escribió este *kiosko, le sucedió así; de todas las opciones, eligió la única que no podía ser. Eso no se llama solo ignorancia, sino mala suerte también.

En la letra “K” (ca) del diccionario español existe una muy magra cosecha, menos de cincuenta palabras, y casi todas de procedencia de idiomas extranjeros extraños al latín y al griego. En el griego la “kapa” pasó al español filtrada a través del latín, por lo cual al aceptar las palabras en nuestro idioma llegó con otra ortografía. Lo que ha hecho el español al consignar los vocablos que constan en el apartado para la letra “K” es representar ese sonido con una K porque en otros idiomas ya así figuraba. Es oportuno mencionar que la letra fue suprimida del Diccionario de la Real Academia entre 1815 y 1869.

Para volver al “kiosco”, cuando se le encuentra escrito de ese modo, lo que hace la Academia es reenviarnos a la letra Q (cu.) Es en la acepción con la Q donde define lo que representa el “quiosco”. Al utilizar este método, la Academia deja sentada su preferencia.

Las acepciones son las mismas en las dos últimas ediciones del diccionario. La única diferencia es que en la última, la Academia se decidió a exponer la procedencia remota del término, pues antes, 1992, sólo decía “del árabe kusk”.

La redacción actual con respecto a la etimología es, “del francés kiosque, este del turco kösk, este del persa kosk, y este del pelvi kösk, pabellón.

El vocablo se incluyó en el diccionario académico desde el año 1884, con la ortografía “kiosco”. En esa época en francés se escribía “chiosque”, luego pasó a “kiosque”. Se estima que al francés llegó a través del italiano “chiosco”. Por la fecha de su inclusión en el diccionario académico, y por la mención del diccionario de las autoridades del 2001, a nuestro idioma llegó desde el francés.

Para regresar al punto de partida, las ortografías autorizadas y legítimas en el español son “quiosco y kiosco”. Creo que es imposible conseguir una palabra en español en que figure el sonido “co” marcado con la “K”, “ko”. Con esto último como punto de partida se descarta el uso vicioso de la ortografía.

El Panhispánico prefiere la grafía culta quiosco; admite como válida la forma kiosco y desaconseja la minoritaria kiosko.

*VIVIRSE 

“. . .lo suyo es VIVIRSE la música como una segunda piel, esté o no esté en la radio”.

Ni en el diccionario autorizado de las autoridades, ni en los de uso se ha logrado dar con un uso autorizado o establecido del verbo vivir usado como pronominal, recíproco o reflexivo.

En el caso del texto bastaba escribir “. . . vivir la música. . .” para dejar bien claro en el ánimo del lector que la persona que experimenta esa sensación disfruta o goza del placer de escuchar, tocar, producir o interpretar música.

En el lenguaje popular hay un “vivir” que no consta en el diccionario, y es el que expresa el ayuntamiento de una pareja. En tiempos no muy remotos cuando se deseaba dar a entender que un hombre había copulado con una mujer se decía “la vivió”. En algunos casos el hablante se refería a la cohabitación, es decir, la acción de vivir juntos, con todas las consecuencias que de esto se desprenden. En otros casos se utilizaba sólo para expresar que el individuo había tenido una relación ocasional con ayuntamiento carnal. Como este sentido no está documentado en los diccionarios, el autor sólo puede dar fe del uso en la República Dominicana desde hace más de cuarenta años, por lo menos.

POPULAR 

“La Policía dijo que luego de cuatro allanamientos en un sector POPULAR, fueron encontrados nueve fusiles. . .”

Si se lee derecho el texto reproducido anteriormente, eso significa que el sector goza de popularidad, que es de aceptación de la mayoría de las personas.

Hay que temer, sin embargo, que lo que pretendió el autor de la noticia no fue esa. Ya en otras ocasiones se ha encontrado el uso indebido o incorrecto de la palabra “popular” cuando se deseaba expresar que un sector o barrio, ciudad o lo que se menciona es “densamente poblado”.

Los barrios donde viven personas de escasos recursos son los que presentan mayor grado de hacinamiento o densidad poblacional. Cuantas veces se desee comunicar a los lectores la idea precedentemente expresada, deberá usarse el adjetivo “populoso”, que no es otra cosa que el lugar “que está muy poblado”.

En los casos en que se escriba o diga que un sitio es “popular”, lo que se consigue es que se entienda que es muy frecuentado, o muy visitado, que goza de popularidad, de aceptación general de parte de la población. Tan pronto se comparan los dos conceptos se nota la distancia entre los dos.

En la lengua francesa el concepto “populaire” tiene una connotación más política. En el diccionario francés cuando se le define se le opone a lo que es propio de la burguesía. Las expresiones “populares” son las que emanan del pueblo, no de las clases pudientes o de los medios intelectuales.

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