Aporte narrativo de Manuel Salvador Gautier

Por Rafael Peralta Romero

En cierta ocasión, en medio de una tertulia que se celebra al final de la semana cultural ArteMiches, en junio de cada año, un joven dirigió una pregunta a Manuel Salvador Gautier en la que insinuaba que la  poca proyección de los escritores dominicanos en el exterior era debida quizá a la ausencia de autores  de  suficiente calidad para ello.

Gautier, que suele ser humilde y comedido,  respondió en forma enfática su valoración de la literatura dominicana, incluyendo en su respuesta un juicio sobre sí mismo con expresión “Yo soy un escritorazo”. Y a mí me ha gustado  esa apreciación gotieriana porque creo que es verdad. Su obra, que es rica en volumen y consistente en valor literario,  está ahí para justificarlo.

Manuel Salvador Gautier ejerció a plenitud la profesión de arquitecto desde 1955,  cuando egresó de la Universidad de Santo Domingo,  y al mismo tiempo fue diseñando en su conciencia  un proyecto  literario de múltiples dimensiones, del  cual se han desprendido  casi docena y media de novelas.

A principio de la década de los 90, Gautier comenzó a publicar novelas. Desde entonces a la fecha, ha publicado  unas dieciséis  obras de este género, la más reciente de las cuales es  “Gregorio y su mundo perfecto”, 2016.

A continuación las obras narrativas publicadas por Gautier:

1-EL ATREVIMIENTO. 2-PORMENORES DEL EXILIO. 3-LA CONVERGENCIA. 4-MONTE ADENTRO, 1993. 5-TODA LA VIDA, 1995. 6-SERENATA, 1999. 7-BALANCE DE TRES, 2002. 8-HISTORIAS PARA UN BUEN DÍA, 2003. 9-EL ASESINO DE LAS LLUVIAS, 2006. 10-UN ÁRBOL PARA ESCONDER MARIPOSAS, 2009. 11-DIMENSIONANDO A DIOS, 2010. 12-LA FASCINACIÓN DE LA ROSA, 2010. 13-TRES COSAS TE OFREZCO, 2011. 14-EL MISTERIO DE LA CORBATA VERDE, 2012. 15-LA MALA MAÑA, 2014. 16-GREGORIO Y SU MUNDO PERFECTO, 2016.

Dada la amplitud de la  producción novelística de Gautier,  conviene  un enfoque  generalizado, aunque  haré particularizaciones con algunas obras y he incluido opiniones de otros autores en torno a libros específicos de este prolífico autor.

Algunos novelistas y cuentistas persisten en el empeño de construir obras narrativas al margen de la realidad, esa misma realidad que viene a menudo repleta de hechos y situaciones mucho más novedosos y extraños que aquellos que pueda crear la imaginación.

Prescindir de la anécdota en la composición de la obra narrativa ha formado parte de una corriente que, a mi modo de ver, puede complacer a críticos y especialistas literarios, pero nunca a los lectores de cuentos y novelas, quienes buscan emociones en las historias  y desean que éstas les cuenten algo que los toque interiormente.

Los historiadores, cuando pretenden para la historia la frialdad de las ciencias exactas, desdeñan los detalles de la intrahistoria. Quizás porque no se sustenta en pruebas documentales y se le trata despectivamente como anécdota. La intrahistoria se alimenta a veces de menudencias, de hechos pequeños que no siempre trascienden, lo cual no niega su importancia intrínseca.

Pero el desprecio de la anécdota no es exclusivo de los cientistas sociales, pues como dije antes, hay corrientes en la literatura de ficción que pretenden prescindir de ella para referir hechos imaginarios y narraciones literarias que no cuenten, sino que sugieran.

Desde luego, que la literatura no deja de ser creación porque el autor se haya fundamentado en hechos y personas reales para diseñar sus personajes y atribuirles los hechos que constituirán la trama de una novela, de un cuento, un drama teatral o el guion de una película.

La novela, por ejemplo, es el género que más se nutre de la historia, sin que sus propósitos y su forma de elocución puedan confundirse con esa ciencia. La función de una y de otra están claramente definidas y diferenciadas, no obstante las coincidencias que pueden encontrarse.

Nunca un historiador revela tan detenidamente las interioridades de una persona, como lo hace el novelista con sus personajes, que al fin y al cabo son personas proyectadas con otras perspectivas. El buen escritor ha de tener mucho de sicólogo para penetrar en el personaje y escrutar lo más íntimo, peculiar y útil de éste para realizar su trabajo de creación.

Escribir una novela conlleva el despliegue de inteligencia, imaginación, formación y dedicación.  La primera necesidad que  ha de satisfacer un escritor que se proponga incursionar en la novelística, debe  ser  mirar lo que ocurre o ha ocurrido en su entorno, penetrar en ello, captarlo, asimilarlo, transformarlo, procesarlo y devolverlo a la sociedad como obra de arte.

En  varias de las novelas de  Manuel Salvador Gautier, los personajes han sido tomados de la realidad, pero observando y dimensionando aspectos que a  los historiadores poco importan. Lo hace como un maestro  en el arte de bucear en el alma humana y revelar interioridades de la misma, que debe ser propósito de todo hacedor de personajes.

La diferencia entre un historiador y un novelista podría cifrarse en que  mientras el primero  relata los hechos  registrados y comprobados, el segundo  elabora su obra  a partir  de hechos que han pasado,  hechos que pasan y hechos que podrían pasar.

Bruno Rosario Candelier,  en su ensayo Fundamentos de la novelística de Manuel Salvador Gautier, ha señalado lo siguiente:

“Hay también una estrecha relación entre historia y mito. Todo novelista se vincula de alguna manera con esos dos aspectos de la cultura y la sociedad: con la historia, porque se nutre de la realidad y se alimenta de los hechos del pasado, aún más si se trata de un novelista que recrea la historia como lo ha hecho Gautier; pero al ser novelista y no historiador, el creador de ficciones tiene cierta relación con el mito, por lo que esa dimensión de la cultura antropológica comporta para la literatura”. (1)

Con la tetralogía “Tiempo para héroes”, Gautier adquirió el sello de autor de novelas históricas,  consideración que se acentuó  sobre todo con las novelas “Toda la vida”, “Serenata”, “Dimensionando a Dios”, “Balance de tres” e “Historias para un buen día”. Pero  hay que decir que mejor que escribir novelas históricas, Gautier erige sus obras  sobre cimientos  de hechos reales a los que trata como ha de tratar un novelista  la realidad.

Sélvido Candelaria considera que “Tiempo para héroes”  trata de la biografía secreta del autor,  mientras  Fari Rosario apunta que  “Gautier asume la literatura como un benevolente arte que le permite aproximarse al ser y a las encrucijadas históricas  del hombre dominicano”  (2).

Escribir una novela ceñido  a acontecimientos reales y serle fiel a fechas, nombres, lugares, ocurrencias y situaciones es un esfuerzo inútil. Escribir una novela sin derecho a la invención debe ser  un tremendo suplicio.

“La historia es pues, –afirma José Alcántara Almánzar- el telón de fondo de la novela, aunque me parece que sería una camisa de fuerza hablar de este caso de novela histórica en el sentido estricto” (3)

Algo más complejo todavía  es  observar  en la novela un rechazo  a la realidad. Esta apreciación corresponde a  Rosario Candelier y llama la atención porque él la plantea como una paradoja. Se rechaza la realidad, infiero, y se fabula a partir  de esa misma realidad, que es lo que hace Gautier.   “Porque la novela encierra –dice Bruno-  un profundo rechazo a la realidad, sobre todo a la faceta  indeseable de la realidad. Ese rechazo a la realidad nefasta es lo que mueve la vocación de ficción del ser humano…” (4).

De modo que Gautier  trata en sus novelas  los avatares de los dominicanos  en lucha por las libertades ante la opresión de la dictadura de Trujillo,  enfoca los levantamientos  guerrilleros para derrocar la tiranía, se ocupa de la  primera invasión  de Estados Unidos a nuestro territorio,  en una novela nos cuenta la vida  de Salomé Ureña y su esposo Francisco Henríquez y Carvajal y por igual dimensiona la figura del padre de la patria, Juan Pablo Duarte, en otra novela.

Muy recientemente ha publicado una novela, primera de una saga,  “Gregorio y su mundo perfecto”, que se desarrolla en la segunda mitad del siglo XIX, cuando se inició en nuestro país la construcción del sistema de comunicación vial, tanto por carretera como  ferroviaria.

En torno a esta novela  me permito  incluir un juicio de Miguel Solano:

“Manuel Salvador Gautier puso sobre el papel a Gregorio Riva, el Quisqueyano que viabilizó el ferrocarril Sánchez -Samaná. Un personaje con un peso emocional que lleva al lector no equívoco. Es un hombre de negocios, coherente, pero no tan transparente y predecible, técnica que le permite al lector penetrar en la mente del actor con gracia y profundidad. La trama tiene una belleza que rompe y encadena lo mágico de la soledad”.  (Miguel Solano, El Laurel, mayo 25, 2016).

Gautier   diferencia claramente  lo real de lo ficticio, pero aplica perfectamente las técnicas narrativas cuando quiere que lo real parezca ficticio o que lo ficticio se acepte como real.

Componer obras de ficción con la inclusión de personajes reales  puede conllevar    para el autor riesgos de   calificaciones    amargas.  El ser llamado  mendaz,  iconoclasta o atrevido  serían las diatribas de menor rango.  Pero para estructurar sus   novelas, Gautier ha   manejado a la perfección  la aleación  de los  hechos reales  con los fingidos.

Escribir una novela sobre la principal figura de la historia dominicana, sin replicar las versiones que nos presentan a Duarte como un elemento etéreo y angelical, y por igual sin caer  en actitudes que pudiesen menoscabar  la imagen del Patricio,  constituía, sin duda, un  reto inmenso.

Algo parecido ha ocurrido con la novela Serenata.   Esta novela se ocupa de aspectos singulares de la vida del matrimonio formado por Salomé Ureña y Francisco Henríquez y Carvajal, a quienes, como personas reales  y protagonistas de hechos sobresalientes,  hemos conocido a través de la educación formal. Pero en ellos aparecen comportamientos y peculiaridades, y sus vidas se hacen dignas de ser contadas desde la óptica literaria.…”

Gautier ha revelado de la familia Henríquez Ureña lo que no han dicho los historiadores. Crea y recrea los hechos que ocurrieron en esta familia, y aunque en la obra brota el lirismo y la gracia creativa, el autor se ciñe a hechos reales en los que coliden lo dulce y lo amargo, la fortuna y el desamparo,  el éxito y la derrota.

Desde este punto de vista, podría decirse que Serenata describe una realidad, pero no es historia; se vale de la ficción, pero no es mentira. Aun más, con esta novela Gautier eleva hechos de la historia local a la condición de universales, partiendo de los elementos sempiternos en la creación literaria: amor, ambición, traición, adulterio, angustia, vanidad, espera.

Gautier ha demostrado acendrada  devoción hacia las historias que colocan en certera dimensión a las figuras heroicas.

Es lo que ha hecho en sus novelas de tema histórico, para lo cual   no  copia la realidad, sino que la capta  con visión de artista, hasta penetrar a estratos a los que la mirada del historiador   no busca llegar. Pío Baroja,  novelista y ensayista español,  apuntó: “…en la novela y en todo arte literario, lo difícil es inventar, más que nada inventar personajes que tengan vida y que nos sean necesarios sentimentalmente para algo.

A estos detalles argumentales, hemos de agregar el vivificante dramatismo con que se cuentan los hechos, con claro dominio de la técnica narrativa, y la presencia de un nivel de estilo propio de las grandes creaciones.

Gautier luce una prosa nítida, aderezada con salpiques de poesía, y esto, junto al manejo de los hechos y situaciones, que como en el caso de Serenata, le permite justificar su incursión en las intimidades de la familia Henríquez Ureña, para desmitificarla y mostrar sus grandezas y también sus pequeñeces.

Con esta novela, Gautier plantea una provocación a la historia y a los historiadores. Y desafía también a los escritores que no ven en nuestro entorno temas dignos de sus creaciones y se pierden, por tanto, de la oportunidad de ofrecer su visión de nuestra sociedad a través de sus obras.

La novela “Toda la vida”, que sucedió a la tetralogía en orden de aparición,  se fundamenta también en hechos históricos y según explica el autor  se centra en los acontecimientos nacionales ligados a situaciones personales de un grupo de hombres y mujeres en un periplo que  va  desde la década de 1930, cuando nace el personaje principal, hasta la de 1990, cuando  éste reflexiona sobre sus experiencias. Sesenta años de la historia política dominicana, con Trujillo, Balaguer y el PRD, incluidos.

En un ensayo sobre esta obra, el escritor René Rodríguez Soriano, afirma que aunque  no sea la verdadera historia, “Toda la vida constituye la historia novelada de los anhelos, apetencias y frustraciones de una generación de dominicanos que aún no ha perdido sus esperanzas de levantar su voz por encima de toda una mole de escaparates y estandartes que no necesariamente alumbran con luz propia, o, en otras palabras, la luz que ellos creen que es la mejor o más adecuada”  (5).

Para terminar con las novelas de  tema histórico  hay que citar a “Balance de tres”,  aparecida en 2002,  en la que Gautier se adentra en el imborrable capítulo de la primera invasión gringa a nuestro país.

Tras preguntarse con cuáles trozos de la realidad fue compuesta esta novela, la ensayista Pura Emeterio señala algunos referentes advirtiendo que “en esta novela, como en toda obra de ficción,  funcionan los procesos alquímicos que mezclan elementos del mundo exterior y sus representaciones, con el  mundo subjetivo, que sirve de base” (6).

Bien se ha dicho que Gautier distingue entre el hecho y la fábula. Tan suficiente es su manejo de la técnica narrativa que no solo hace fina mixtura de los  hechos reales con la ficción, sino que puede crear tramas, personajes y situaciones a partir de la silueta de sujetos reales, aunque éstos  no aparezcan en primer plano.  A propósito de “Historias para un buen día”, obra en que  coliden los límites del relato y la novela, el poeta Juan Freddy Armando  ha planteado lo siguiente:

“Nuestros viejos caudillos –Santana, Lilís, Báez,Trujillo- reviven en la punta de los dedos de Gautier, no como fueron, sino como el autor nos los pinta, dándoles rasgos de carácter acordes con la trama de sus historias sin que se desnaturalicen, dejando de ser ellos para regresar de ese espejo cóncavo o convexo a ser otra vez ellos, hechos a mano por el autor” (7). No todo en la obra de Gautier se fundamenta en la historia social y política de la República Dominicana. No hay que olvidar que se trata de un autor de larga militancia  en el Movimiento Interiorista y por algún lado  tiene que asomar la influencia de esta filosofía creativa.

Ya desde la novela Serenata la crítica literaria María del Carmen Prosdocimi observaba, en 1999, “el cultivo de la interioridad y la trascendencia”. La escritora argentina, estrechamente vinculada a la literatura dominicana, apuntó en torno a Gautier y el interiorismo,  lo siguiente:

“Frente a las corrientes sociorrealistas  y experimentales, la nueva estética hace hincapié en las vertientes y facetas de la realidad que no se corresponden ni con la realidad objetiva ni con la imaginaria, para llegar a una realidad trascendente y metafísica”. (8)

Tanto en las tertulias del Movimiento Interiorista, como en conversaciones particulares, he apreciado el gusto con el que  Gautier se refiere a su novela “El asesino de las lluvias”, como de inspiración interiorista.

Bruno Rosario Candelier lo admite  con estas palabras: “Sus novelas tienen una dimensión histórica, como Toda una vida, o biográfica, como Serenata. En El asesino de las lluvias predomina una dimensión axiológica, ente lo antropológico y lo psicológico, que se mueve en tres vertientes: lo estético, lo cósmico y lo metafísico…” (9).

Fernando Cabrera, destacado crítico de arte y literatura, lo expresa en forma más directa que el padre del interiorismo. Dice: “Reitero, Gautier en El asesino de las lluvias permanece leal a su vinculación interiorista, toda vez que en esta obra importan tanto los aspectos biográficos y los hechos concretos como –y esto con preeminencia- preocupaciones míticas, místicas y metafísicas que recuperan los preceptos del movimiento referido”. (10).

Esta exposición se está haciendo larga, y peor que eso,  me temo que resultará incompleta.  No quiero despedirme sin señalar “La fascinación de la rosa”,  novela  publicada en 2010, como otra de las obras de carácter espiritual de Manuel Salvador Gautier. Me permito transcribir el asombro expresado por la escritora interiorista  Ofelia Berrido ante este acontecimiento literario:

“Me sorprende y  entusiasma conocer esta nueva faceta del autor: La profundidad y el alejamiento del mundo real cotidiano e histórico a que nos tiene acostumbrados en sus obras previas.  Se muestra un Gautier reflexivo que penetra un universo de pensamiento mucho más complejo y se despoja de todos  los tabúes ancestrales para  reconocerse transformado por una nueva conciencia. El autor de la obra se abre a nuevas experiencias en un lenguaje mítico, cosmogónico lleno de simbolismos”. (11)

Mi apreciación sobre la obra de Manuel Salvador  Gautier y su  aporte a la narrativa dominicana  ha sido esparcida a lo largo de esta disertación. Sin duda que su obra lo ubica entre los grandes escritores dominicanos de todos los tiempos. Es un novelista de oficio, tanto que Juan José Ayuso, poeta y ensayista,  opina que a “ lo mejor no es el mejor, pero profesional, y bueno,  es el único”. (12).

Para terminar y reafirmar que  de quien hablo se trata de un escritorazo,  me auxiliaré de una  certera opinión del  ensayista y poeta José Mármol, la cual suscribo plenamente:

“Manuel Salvador Gautier es un escritor auténtico, porque  ha asumido el oficio con pasión, con adicción y con espíritu de inevitable condena, parecida a la del mito griego de Sísifo, en la perspectiva literaria del escritor y pensador argelino Albert Camus. Gautier es un escritor porque reinventa la realidad a través de la fantasía y de la palabra, porque persigue con la ficción ponerse a salvo, y también poner a salvo al lector, de la perruna y horrorosa vida cotidiana…” (13)

Notas bibliográficas

1- Un instante de certidumbre, editor Isael Pérez, Edit. Santuario, Santo Domingo, 2014, pág. 22.

2- Ibídem, pág. 287.

3- ib pág. 57

4- Ib. pág. 23

5- Ib. pág. 95

6- Ib. pág.  172

7- Ib. pág.   228

8- Ib. pág.  117

9- Ib. pág.  239

10- Ib pàg. 264

11- “Areito”, periódico Hoy,  19 de mayo de 2012

12- Ib. pág.  318

13- Ib. pág.  309.

©Rafael Peralta Romero